Sequía en el campo sevillano
Proyecto pionero en la provincia de Sevilla: una desalinizadora para regar el campo con el agua salada del río
El objetivo es que los agricultores de las Marismas de Lebrija dejen de temer a los ciclos de sequía
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El Ayuntamiento de Lebrija ha presentado recientemente un plan pionero para instalar una planta desalinizadora en las tierras de las Marismas que extraería el agua del río y, después de una transformación, se usaría para el riego. El proyecto lo ha ... llevado a cabo el Instituto de Domótica y Eficiencia Energética de la Universidad de Málaga, los redactores han realizado un estudio de viabilidad que está a falta de financiación. El objetivo es que los agricultores de la zona dejen de temer a los ciclos de sequía.
Esta es una de las posibles soluciones planteadas por la administración local para evitar la ruina de su pueblo. La planta se instalaría cerca del cauce del río Guadalquivir y, usando la avanzada red de canales de la zona que se extiende a lo largo de 33 kilómetros, distribuiría el agua por las 15.000 hectáreas dedicadas principalmente al cultivo de hortalizas.
Es un proyecto de economía sostenible ya que incluye la instalación de placas solares en los canales para abastecer la planta desalinizadora de energía eléctrica y la sobrante será para las empresas agroalimentarias. Además del agua desalada, se extraería hidrógeno verde, para darle un nuevo uso energético. Las placas fotovoltaicas también evitarán la evaporación del agua de los canales que, a la vez, refrigerará estas instalaciones.
El alcalde de Lebrija, José Barroso, ha presentado este estudio ante responsables del Ministerio de Transición Ecológica y la Junta de Andalucía, dos de las administraciones que gestionan fondos europeos pero, asegura, que «hay que contar con la unión del sector y tener las cautelas medioambientales necesarias en cumplimiento de la normativo vigente».
Barroso reconoce que esta solución no es «inmediata» y, además, sería complementaria a otras medidas. «Aunque construyéramos otra balsa más, el problema sería el mismo, porque no llueve, por eso buscamos otras alternativas». El primer edil reconoce la importancia del sector agrario en su municipio. «En Lebrija no afecta igual una crisis de la construcción que la sequía», pero dice que tienen que analizar si es un problema coyuntural o estructural.
Sería posible porque el Guadalquivir, a esa altura de la zona, lleva agua salada gracias a la cercanía de la desembocadura al mar
Asimismo, Barroso aclara que el proyecto valdría para otros municipios. Y tiene claro que «en este país debemos ponernos de acuerdo porque el agua es nuestro petróleo. No hay que descartar ninguna solución, solo escuchar al sector y emplear recursos públicos en estas obras hidráulicas».
Para entender la viabilidad de este proyecto hay que conocer la Marisma de Lebrija. Las 15.000 hectáreas de cultivos están en línea con el río Guadalquivir, pero en esta parte del cauce, tan cerca del mar, el agua lleva un alto grado de sal. Las parcelas de los agricultores están en una zona cuadriculada con una red de canales de riego y cuatro estaciones de bombeo, todo estratégicamente instalado para que el agua se reparta por la zona.
De hecho, los agricultores tienen instalados en las parcelas unos contadores y controlan el riego de su parcela con una aplicación móvil; no sólo el consumo de agua, también la posibilidad de abrir o cerrar válvulas sin necesidad de estar junto al cultivo.
En Lebrija se han llevado a cabo otras actuaciones para aprovechar al máximo el agua. José Tejero, presidente de la Cooperativa Las Marismas, explica que «no hay un sistema de riego igual que el nuestro. Antes de estar la balsa de Don Melendo, se desembalsaba desde Peñaflor (Córdoba) y, si llovía, el agua acababa en el mar, ahora se retiene para cuando hace falta».
Pero cualquier medida que se tome a partir de ahora llegará tarde. «Ya debería estar constituida una mesa a nivel nacional contra la sequía y que el trasvase fuera una realidad. Si se trae gas de Argelia se puede traer agua del Ebro a Andalucía. No pedimos quitar el agua a nadie, solo recoger la que va a parar al mar», apunta Tejero.
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