La sequía arruina el campo sevillano
«De seguir así, seremos carne de fondos de inversión»
El director de Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía apunta que este año se ha registrado «la tormenta perfecta» porque el plan estratégico de la PAC tampoco ha tenido en cuenta esta diversidad
La sequía arruina el campo
Proyecto pionero en la provincia: una desalinizadora para regar el campo con el agua salada del río

«Sevilla es una provincia distinta al resto de Andalucía porque tiene más variedad de cultivos y hectáreas de riego». Así empieza a explicar Jaime Martínez-Conradi, director de Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía, la complicada situación que vive la provincia a causa de ... la sequía. Para él se da «la tormenta perfecta porque, en el plan estratégico de la PAC es la provincia más perjudicada, no han tenido en cuenta su diversidad» y a esto se le suma un ciclo de sequía que dura ya cinco años.
En este recorrido que hace Martínez-Conradi por la provincia, señala que este año es el peor. «30.000 hectáreas de arroz y no se ha plantado ni un tercio» y con el tomate ha pasado lo mismo. Una hectárea de cultivo de tomate necesita 4.500 metros cúbicos de agua y han dado 700 por hectárea. Muchos agricultores han plantado algodón porque, al menos, obtienen la subvención: en muchas zonas tampoco ha salido adelante, el agua dotada ha sido insuficiente y no ha permitido que crezca.
«La situación es muy complicada en la provincia. Los cultivos que necesitan más agua han dejado de producirse y los que necesitan menos, y dependen de la lluvia, como los cereales, la cosecha es tan mala que la usarán para paja. De 3.000 kilos por hectárea se han recogido menos de mil, si descuentas los gastos, el precio al que se vende es tan bajo que no merece la pena meterle la máquina». Hasta ahora Sevilla ha sido exportadora de trigo y este año han tenido que importar.
La industria está en ERTE porque no tienen producto, no por una mala gestión. Por lo que apuntan desde las cooperativas que están en alerta roja si no aumentan las ayudas. Las cooperativas siguen teniendo los mismos gastos de amortización de toda la inversión y mantenimiento pero no entra dinero. De seguir así, dicen, «seremos carne de fondos de inversión o de empresas que compraran las instalaciones a precio de derribo». Las consecuencias, además del desempleo, es la deslocalización de este tipo de industrias.
Los representantes de estas cooperativas no tienen ya esperanza de que las administraciones aborden el tema del agua desde el punto de vista nacional. «Parece que no se dan cuenta de que la actividad agroindustrial aporta a la sociedad riqueza y empleo. Los agricultores y ganaderos han cumplido con su parte y han invertido, las administraciones no», dice Jaime Martínez-Conradi.
Los representantes de las cooperativas hablan como agricultores que son. Y entienden a Luis Tejero, un pequeño agricultor de 56 años, cuando dice que en el campo «nunca se termina de aprender, todo lo que hagas este año no vale para el siguiente». Al mismo tiempo asegura que si llueve, como hasta ahora, mejor que no llueva. «Cuando hay tormentas tengo miedo porque puede terminar con cuatro meses de trabajo en unos minutos», concluye.
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