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Tribunales

Crimen de Pilas: «Me amenazó con cortarme la lengua si contaba la verdad»

El acusado defiende su inocencia y asegura que el asesinato fue obra del marido de la víctima y de su amante

El acusado, momentos antes de prestar declaración en el juicio este martes EFE

Jesús Díaz

Enrique R.R., acusado del asesinato e intento de violación de Ana María, en marzo de 2017 en la localidad de Pilas, ha asegurado este martes que el marido de la víctima le amenazó con cortarle la lengua y quitar de en medio a su familia si contaba la verdad. Como ayer expusiera su defensa, el investigado culpa de la autoría del crimen al esposo de la fallecida y a una mujer de nacionalidad rumana con la que mantenía una relación

El juicio con jurado popular que celebra la Audiencia de Sevilla contra Enrique R.R., que se enfrenta prisión permanente revisable, ha continuado este martes con la declaración del único acusado por esta terrible muerte. Un testimonio lleno de contradicciones con sus versiones anteriores dadas en sede judicial, como así ha tratado de exponer la Fiscalía. Si bien, el encausado ha contado tres veces el mismo relato de los hechos en esta ocasión.

El día anterior, a eso de las nueve la noche, terminó de ensayar como costalero en una hermandad del pueblo y se fue a su casa, pidiéndole al padre «un euro» para salir. Pasó toda la noche bebiendo y consumiendo cocaína con unas «chavalas» en varios locales de Pilas. Regresó a su casa, pero volvió a salir sobre las siete de la mañana del día siguiente para que su padre no lo viera borracho .

Acudió a un bar y sobre las ocho de la mañana iba caminando por el camino «Pechillas» y tomó una senda, aunque un testigo ha reconocido que lo vio a esa hora por el camino de Santillán. En su camino, se detuvo a orinar. Entonces vio a una mujer con una capucha dentro de un coche, a la que reconoció como la «amante» de origen rumano del marido de la víctima. Precisamente éste iba conduciendo ese vehículo. Cuando vieron a Enrique R.R., aceleró y se fueron .

El acusado asegura que «todo el pueblo» sabía que el marido tenía una «amante» y que «maltrataba» a la víctima

Seguidamente, el marido volvió a aparecer solo en su vehículo y le dijo a «Enriquito»,como se le conoce en el pueblo, que se montara en el coche para hacer una tirada de conejos. « Me hizo una trampa », ha afirmado el acusado, que accedió al vehículo. A los pocos metros se detuvieron y, según ha continuado, c onsumieron ambos cocaína. Continuaron la marcha y tras volver a detenerse, el marido de la víctima se salió del coche y enrolló un saco que sacó del maletero. Mientras le dijo a Enrique R.R. que se quedara en el vehículo.

Si bien, poco después salió a orinar y llamó gritando al marido, quien salió del olivar y le dijo que se callara y se metiera en el coche. Minutos más tarde, salió a fumar y entonces oyó los gritos de una mujer pidiendo ayuda. Se subió a un cerro y visualizó a una persona, que pensaba que era un hombre, encima de una mujer, Ana María M.M.

Enrique le dijo que dejara a la víctima, se acercó y de una patada quitó a esa persona de encima de la mujer. Ya se percató de que no era un hombre sino la pareja del marido de nacionalidad rumana. Ésta atacó al acusado por la espalda con un cúter , con el que le hizo una herida. Seguidamente, arrastró a la víctima hacia arriba y le puso el chaleco de ella en el cuello para taponarle una herida. En ese momento, el marido golpeó a Enrique R.R. por detrás con un objeto. Cree que era un palo.

A continuación y aunque la víctima no quería que la dejase sola, el acusado fue a un camino cercano a buscar ayuda, encontrándose con varios hombres, que han testificado hoy y que inicialmente no lo creyeron . Lo vieron con sangre «seca y fresca» y decía que había una mujer muerta a manos de varios ciudadanos rumanos que se habían ido en una furgoneta y que le habían pegado a él también. En ningún momento el acusado dijo a estas personas que era Ana María. Enrique R.R. dice que la autoría de los rumanos fue idea del marido de la víctima.

Enrique R.R. ha reconocido que no contó esta versión antes por las amenazas vertidas del marido. «Me iba a cortar la lengua y quitar de en medio a mi familia si decía la verdad», ha afirmado. Otra de las amenazas: « Como digas la verdad, te vas a comer la muerte de mi mujer» , ha confesado el acusado.

Durante su interrogatorio ha señalado que el marido de la víctima tenía una amante y que «maltrataba» a su mujer , algo que sabía «todo el pueblo». Incluso, una ocasión le ofreció 500 euros al acusado para dar una paliza a Ana María, a lo que se negó. "Ana María me crió desde chico y es como si fuera mi madre ", ha manifestado el encausado.

Ninguno de los testigos que han pasado este martes por el juicio, salvo el hermano del acusado, han dicho conocer nada de la relación extramatrimonial ni de los malos tratos . Pero el acusado insiste, «la mataron por celos , el marido estaba con otra». En este punto, ha dicho que cuando dejó a Ana María estaba boca arriba, cuando volvió con estos hombres estaba boca abajo. Los testigos no coinciden en si estaba desnuda en la parte superior o no. Por contra, sí señalan que tenía el pantalón por las rodillas.

La anécdota de la jornada , como si de un chiste se tratara, ha llegado cuando uno de los testigos ha explicado que uno de los hombres, de etnia gitana, que aquella mañana vio a Enrique R.R. dijo al escuchar que había una mujer muerta: «Yo me voy de aquí. Soy gitano y si hay una mujer muerta, me voy».

En la jornada del lunes, durante la fase de alegaciones previas, el abogado defensor apuntó a «un crimen pasional» que habría cometido el marido y la pareja sentimental de éste. Tanto la Fiscalía como el abogado de la familia de la mujer asesinada señalaron durante sus intervenciones la «mala suerte» que tuvo Ana María M.M., madre de dos hijos y de 50 años, de encontrarse con el acusado, que tras «pincharla en el abdomen e intentar violarla, la mató para que no lo denunciara».

«Soy tan inocente que me hizo una trampa»

Frente a esto, la defensa, que pide la libre absolución, manifestó que «la mala suerte la tuvo su cliente al encontrarse con el autor del crimen, pues existe otro autor», el esposo de Ana María. En este sentido, expuso en su turno de alegaciones previas que «hubo una línea de investigación , que no se siguió, que apuntaba a un crimen pasional por el esposo de la víctima y la compañera sentimental que éste tenía».

A juicio del abogado defensor, Enrique R.R. fue objeto de «una trampa» para atribuirle el crimen aprovechando su estado de embriaguez, pues había bebido aquel día, y también por su estado psíquico. El acusado, en prisión provisional por estos hechos, tiene reconocido un nivel intelectual inferior para su entorno sociocultural.

En este sentido, Enrique R.R. ha afirmado durante su interrogatorio: « Soy tan inocente que me hizo una trampa ». «El que tenía que estar dentro cárcel -en referencia a la cárcel- es él», ha añadido en relación al marido.

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