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Los «elefantes» más hermosos del Guadalquivir: presas, poblados y centrales

Un recorrido por las infraestructuras que transformaron el valle del río desde su nacimiento

Presa El Carpio, en Córdoba IAPH

ABC

Las infraestructuras construidas en el Valle del Guadalquivir hace décadas tenían varios objetivos primordiales: la modernización territorial por el control del agua, la mejora de la agricultura y la producción de energía. Se construyeron presas, centrales hidroeléctricas, industrias, poblados y hasta escuelas que, ahora, pueden conocerse más gracias a la ruta cultural propuesta por el Instituto de Patrimonio Histórico de Andalucía.

Un itinerario que acompaña al cauce del Guadalquivir desde su nacimiento y que deja vislumbrar a los visitantes el primer gran espíritu de modernidad andaluza que cambió gran parte del territorio. El recorrido comienza aguas arriba, en Sierra Morena, donde se construyeron en 1927 la presa y la central hidroeléctrica del Jándula , la más potente de las cuatro obras hidráulicas proyectadas por el arquitecto Casto Fernández-Shaw a lo largo del Guadalquivir, que cuenta con un gran torreón y está revestida de piedra para integrarse en el entorno.

La obra era de tal envergadura que se levantó un poblado para acoger a más de un millar de obreros que participaron en los trabajos y a sus familias. Se trataba de una ciudad completamente autónoma, con iglesia, hospital, cuartel, colegio para los niños e, incluso, teatro, de la que ahora solo quedan unos pocos restos. Aguas abajo se encuentra el salto y la central de Encinarejo, construidos para aprovechar el desnivel del río Jándula hasta su desembocadura en el Guadalquivir.

También formaban parte de la nueva estrategia de distribución de agua una serie de canales que se trazaron en el valle y que dieron pie a los nuevos cultivos de regadío. A su vez, esta nueva actividad agrícola requería de la construcción de nuevos pueblos, como es el caso de los Llanos del Sotillo , una localidad planificada según los nuevos dictados arquitectónicos.

Sin embargo, en los Llanos, al igual que en muchos otros pueblos, la iglesia y los espacios públicos se convirtieron en los puntos centrales del entramado urbano. La siguiente parada de la ruta es el complejo de El Carpio, compuesto por una presa y una central hidroeléctrica y levantado debido a la continua demanda de energía de la industria cordobesa en el primer tercio del siglo XX. Premiado con la medalla de oro de la Exposición de Artes Decorativas de París en 1925 y considerado Bien de Interés Cultural, fue obra de Casto Fernández-Shaw para Mengemor, la empresa encargada de electrificar Andalucía en aquella época.

Con inspiración neomudéjar y mezclando elementos historicistas y modernistas , supone uno de los mejores ejemplos de arquitectura industrial de la región. El sistema utilizado fue el de presa de compuertas, quedando integrada la doble función de presa y puente en un único conjunto, en el que destaca un magnífico pórtico con arco de herradura y torreta poligonal inspirada en la arquitectura militar islámica. En el interior del edificio hay una sala de exposiciones permanente donde se recoge gran parte de su historia.

Tras la central de El Carpio, el río endereza su curso hasta Villafranca de Córdoba, donde la «Escuela Nacional de Niños» , por un lado, y la de niñas, por el otro, son dos edificios que evidencian la modernidad arquitectónica de la época. Este espíritu también se ve en otros pueblos que acompañan al cauce del río como Maruanas, San Antonio, Encinarejo o Rivero de Posadas. Además, la concentración de actividad económica que sufrió Córdoba en aquellos años aún tiene su huella en las grandes estructuras industriales que jalonan la provincia: en el recorrido de la carretera nacional pueden distinguirse los silos de almacenamiento de la fábrica d e pastas Gallo, que tuvo su origen en una fábrica harinera que obtenía la energía del río . También destaca la fábrica de cervezas El Águila, construida en 1965.

Los Rosales

La primera gran industrialización de Andalucía también dio pie a la construcción de la fábrica azucarera San Fernando y destilería Los Rosales , una fábrica que aprovechaba la cercanía del Guadalquivir para conseguir el agua necesaria para el cultivo y el lavado de la remolacha. Su funcionamiento y gran número de trabajadores dio pie al origen de una nueva población, Los Rosales, cercana a la ya existente Tocina.

En la actualidad, el edificio se encuentra abandonado y corre peligro de derrumbe. La vinculación al territorio es clave, igualmente, para explicar la situación y funcionamiento de la fábrica de harina y tejidos de yute Sánchez Pastor, en Peñaflor: en la parte más próxima al río funcionaba la turbina y la bomba del transportador neumático del trigo y la parte final se ubicaba cerca de la estación de ferrocarril. También se encuentra en estado de abandono.

Casi llegando al final de la ruta, otra de las ubicaciones destacadas es Esquivel, una pedanía de Alcalá del Río con diseño racionalista. Fue creado por el Instituto Nacional de Colonización para dotar de viviendas a los labradores de las numerosas hectáreas de cultivos de regadío de la zona. Por último, el ambicioso proyecto de hacer navegable el Guadalquivir tenía como último salto la presa y central de Alcalá del Río, que también utiliza la tipología de castillo medieval y posee ocho compuertas móviles.

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