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LOS PALACIOS Y VILLAFRANCA

Víctor Manuel Jiménez, o cómo superar un tumor cerebral gracias al «poder de la música»

Un clarinetista palaciego ofrece conferencias en los conservatorios sobre su experiencia vital

Víctor Manuel Jiménez es un ejemplo de superación F.R.M.

Fernando Rodríguez Murube

Víctor Manuel Jiménez (Los Palacios y Villafranca, 1984) paladeaba en sus auriculares la quinta sinfonía de Chaikovski mientras enfilaba con apabullante parsimonia el frío pasillo de acceso al quirófano del hospital Virgen del Rocío . Corría el mes de junio de 2013, y el joven palaciego afrontaba la segunda operación en menos de un año del tumor cerebral que padecía.

«Los enfermeros no daban crédito a mi comportamiento», recuerda. ¿Cómo era posible que una persona a la que en unos minutos le iban a abrir literalmente la cabeza se pusiese a escuchar música? Así lo explica: «Esta obra en concreto me traía muy buenos recuerdos, porque la toqué en el Conservatorio Superior y el profesor más duro que he tenido se levantó y empezó a aplaudirme delante de mis compañeros; para mí fue un subidón y desde entonces siempre me ha transmitido mucha alegría, por eso pensé que me ayudaría a afrontar un momento tan difícil».

«La música es lo que más me ha ayudado» , insiste. Para entender esta afirmación hay que remontarse en el tiempo. A los 24 años, cuando Víctor Manuel estudiaba en el conservatorio, empezó a experimentar unos leves dolores de cabeza, pequeñas jaquecas. Poco a poco esas molestias fueron acentuandose en intensidad y en frecuencia, a lo que se añadió prácticamente a diario vómitos y mareos con fuertes dolores estomacales y pitidos en los oídos, pérdida de visibilidad y equilibrio .

«Tuve que ir muchas veces a urgencias del Hospital de Valme, allí los médico me decían que era migraña o reflujos e, incluso, que era un tema psicológico ; cuando escuchaba eso me sentía muy impotente, porque estaba convencido de que tenía algo más grave». Pese a todas las adversidades, Víctor Manuel obtuvo el título superior de música en la especialidad de clarinete por el Conservatorio de Sevilla , siendo el primero de su promoción.

Aconsejado por una doctora del centro de salud de su pueblo, que le derivó al Virgen del Rocío, el palaciego consigue una segunda opinión, y tras una resonancia el diagnóstico fue demoledor: tenía un tumor en el cerebro del tamaño de una pelota de golf , además en una zona muy complicada (en la unión de la médula con el cerebelo) y había que operar lo antes posible. Paradójicamente, Víctor Manuel confiesa que sintió «alivio» al conocer la noticia: «Me estaba volviendo loco, empecé a ir al psicólogo porque me decían que era estrés cuando yo sabía que no era eso» .

Durante la operación, que duró casi doce horas, el joven soportó dos paradas cardíaca s , y debido a ello los cirujanos tuvieron que concluir antes de tiempo, dejando un resto de tumor en su cabeza. Además, 24 horas después sufrió un derrame cerebral que provocó que le tuvieran que hacer una traqueotomía.

Una vez en casa y con la «traqueo» cicatrizada, estuvo un tiempo encerrado en su mundo, con miedos a haber perdido facultades o capacidades para tocar, quería a volver al hospital porque allí se sentía seguro. Pero cuando las circunstancias vitales le arrastraban hacia el abismo, tuvo la suerte de que un amigo le empujó hacia la dirección contraria .

Juan Manuel Busto, compositor y director de orquesta de reputación internacional y palaciego como él, tiró de Víctor Manuel. «Iba a visitarme al hospital, y luego se encargó de animarme y motivarme constantemente para que volviera a la banda de música Fernando Guerrero de Los Palacios, de la que él era director».

«Ven y haz lo que puedas, pero toca, verás cómo poco a poco recuperas tu gran nivel de antes», le decía Busto. Finalmente aceptó la propuesta y comenzó a asistir a los ensayos. «Me sentí el tío más feliz del mundo cuando hice sonar el clarinete, muy flojito, pero lo hice sonar». Recuerda con una sonrisa de oreja a oreja. Rápidamente recuperó sus facultades a base de esfuerzo, trabajo e ilusión. Tal fue su mejoría, que apenas cinco meses después de pasar por el quirófano protagonizó un concierto con la banda interpretando una de las piezas más complicadas que existen para clarinete. «Juanma (Busto) tiene pendiente una composición musical dedicada a mí que se va a llamar Fénix«, revela sonriente.

Su vuelta a la banda supuso un punto de inflexión. «La música es lo mejor que me ha ocurrido en la vida, es lo que más me ha ayudado, si no hubiese sido por ella yo estaría mucho peor, ya que la he utilizado para mejorar las secuelas del tumor . Por ejemplo, mi cuerda vocal izquierda la tengo paralizada; sin embargo, la derecha, al vibrarme tan fuerte a base de ejercitarla tanto, ha hecho que la izquierda vibre también».

El poder terapéutico de su gran pasión se le ha reflejado en numerosos aspectos: «Cuando salí del hospital tenía la lengua paralizada, y tocar me ha venido genial, ya que cada vez que se emite una nota, a través del clarinete en este caso, hay que ejercitar la musculatura de la lengua» . Además, para tocar este instrumento hay que tener una capacidad pulmonar importante, algo que Víctor Manuel consiguió realizando ejercicios musculares con el diafragma usando espirómetros (aún los sigue haciendo). El palaciego también destaca que tocar le ha beneficiado a nivel neuronal, ya que «la música es un lenguaje, es todo matemático: que si 4 por 4, que si cambio de compás, cambio de armadura, etc. Para ello es necesario ejercer la mente».

Segundo mazazo superado

Todo iba recobrando la normalidad, pero la vida le tenía preparado una nueva prueba. En una de las revisiones, apenas un año después de operarse, le confirmaron que el trozo de tumor que aún tenía estaba empezando a crecer otra vez , y lo aconsejable era volver a pasar por el quirófano. «Fue durísimo a nivel emocional, pero en poco tiempo me mentalicé».

En esta ocasión «todo fue genial». «No me ha vuelto a doler la cabeza, y retomé la música más fuerte que nunca, a los dos días estaba tocando» , celebra. De este segundo trance salió mucho más animado, y gracias a su amigo y profesor Pepe Benítez (del Conservatorio Francisco Guerrero), ha perfeccionado aún más su técnica. «Es la persona que más me ha ayudado a hacer que mi clarinete suene tan bien como lo hace actualmente».

Desde entonces no ha parado de tocar. Actualmente es miembro de la prestigiosa banda de música del Maestro Tejera , con la que esta Semana Santa tocará en Sevilla acompañando a la Hermandad de la Cena, Las Penas de San Vicente, Santa Cruz, Cristo de Burgos, Hermandad del Valle o la Hermandad de Monserrat . De ahí pasará a interpretar pasodobles en la Real Maestranza desde el Domingo de Resurrección hasta que concluya el ciclo abrileño.

Estas labores las compagina con su trabajo como profesor en el Conservatorio de Dos Hermanas y algunas colaboraciones puntuales, como las que lleva a cabo con el grupo Esencia Flamenca . Y todo ello pese a padecer diplopía (visión doble) , una de las secuelas de su paso por los quirófanos, con el hándicap que ello supone no solo para el día a día, sino también para leer un pentagrama.

Una vez dijo el genial Ray Charles que siempre había necesitado la música tanto como la comida o el agua. Al igual que le ocurría al bautizado como «padre del soul», la música ha sido un elemento esencial a lo largo de los 34 años de vida de Víctor Manuel, un reputado clarinetista cuya historia de superación se encarga él mismo de narrar en las numerosas conferencias que imparte por los conservatorios andaluces desde 2014, ya que, sin duda, es un faro de actitud para todos aquellos que prefieren no encallar en las costas del desamparo vital.

La charla se llama «El poder de la música» . «Pregunto si la música tiene poder, si es mágica. Luego explico que para mí sí lo es porque estuve enfermo y la música me ayudó», narra. «El público se emociona, mucha gente incluso termina llorando, pero yo no lo cuento para que lloren, porque la mía no es una historia de tristeza, es una historia de esperanza y de alegría : estoy vivo, con mi música, con mi familia, con mi novia. Tengo mi futuro por delante».

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