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Personajes

Alfonso Garrido, el último «ditero» de Utrera

Durante años, este utrerano ayudó a muchas familias humildes a comprar todo tipo de artículos a plazos

Alfonso Garrido es una persona muy conocida y querida en Utrera A. F.

Alberto Flores

Con solo diez años, el utrerano Alfonso Garrido ya estaba trabajando en una tienda de comestibles, ya que formaba parte de una familia de ocho hermanos en la que los más mayores tenían que arrimar el hombro. Ha sido siempre una persona que no se ha amilanado ante las dificultades y con 17 años entró en los albañiles, para pasar después a la fábrica de telares, donde su madre trabajó 42 años. Eran años en los que ganando una pequeña comisión comenzó a cobrar recibos para algunas tiendas, forjando la que después sería su profesión durante más de 60 años. 

Tras solicitar una excedencia en la fábrica, Alfonso comenzó a ejercer de lo que se conocía en Utrera como ditero, una persona que facilitaba la compra a plazos de todo tipo de artículos a ciudadanos más modestos que no tenían otra forma de acceder a esas compras y a los que no les fiaban ni vendían a plazos en las propias tiendas. « Fui uno de los primeros primeros diteros de Utrera, una figura que creo que cumplió con una importante función social en la localidad , porque gracias a nosotros muchos utreranos humildes pudieron adquirir electrodomésticos, muebles, ropa o productos de joyería. El ditero no tenía nada que ver con el usurero, no hay que confundir, el ditero afrontaba el riesgo de tener que pagar al comercio si el comprador no respondía», explica Alfonso, quien ha estado ejerciendo esta profesión hasta hace muy poco tiempo. 

Las personas como Alfonso compraban los productos a las tiendas y los vendían en pequeños plazos que se extendían en el tiempo, en años en los que los ciudadanos con menos recursos no podían afrontar de una vez el pago que suponían algunos artículos y no existían financieras ni facilidades para los préstamos. « Le he vendido a cuatro generaciones de utreranos durante 60 años , trabajaba con todos los comercios, muchos de mis clientes me consideraban como de su familia y he sido muy feliz con mi trabajo», asegura este utrerano. 

Además de su trabajo, fruto del conocimiento de como se movía la calle desde edad muy temprana, la otra gran pasión en la vida de Alfonso ha sido la música, especialmente el flamenco, la copla y la música clásica. Dentro de las figuras que han formado parte de su vida de manera imprescindible hay que destacar a las cantaoras utreranas Fernanda y Bernarda, con las que ha tenido la oportunidad de compartir momentos inolvidables. Alfonso promovió el reconocimiento a las dos como hijas predilectas , organizando una gran gala para casi 500 personas en el colegio de Los Salesianos, que tuvieran una avenida con su nombre en Utrera y es el fundador de la caseta de la feria 'Amigos de Fernanda y Bernarda', por la que han pasado en los últimos casi 40 años las más importantes figuras del cante, el baile y el toque. 

«He vivido momentos inolvidables en el Madrid de finales de la década de los sesenta, donde estaban artistas como Fernanda y Bernarda, Bambino o Pepa «la Feonga», actuando en diferentes tablaos. E n la Gran Vía a las cuatro de la mañana prácticamente no se cabía y tuve también la fortuna de asistir en directo al debú de Rocío Jurado», cuenta Alfonso. 

Otro aspecto importante de su prolífica vida ha sido su colaboración constante con la hermandad de la Vera-Cruz y Santo Entierro, donde ha formado parte de la Junta de Gobierno durante 37 años. Su despacho es un museo en miniatura donde guarda una completa discografía donde no faltan sus principales ídolos, clásicos de todos los tiempos e incluso las cartas que se ha intercambiado en los últimos años tanto con Juan Carlos I como con Felipe VI, ya que es un monárquico convencido

Alfonso no deja tiempo en su vida para el aburrimiento, entre otras cosas porque mantener sus macetas lo más bellas posibles es ya una tarea para la que hace falta mucho tiempo. Y es que su mirada se le ilumina cuando habla de sus plantas, ya que posee en su patio más de 150 macetas que cuida con mimo : «Además de los claveles de toda la vida y las gitanillas, me gusta mucho la hierbabuena, la tengo plantada en maceta y en arriate. La hierbabuena no puede faltar en ninguna casa, es la esencia».  

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