crítica de música
Un 'Barbero' para niños y no tan niños
El 'Barbero de Sevilla' supera las expectativas en el Teatro de la Maestranza
El Teatro de la Maestranza acoge una versión de 'El barbero de Sevilla' para todos los públicos
Qué hacer en Sevilla este fin de semana
'Jóvenes Audiencias': 'El barbero de Sevilla' de Rossini.
- Intérpretes: Román Bordón Méndez, Carmen Lázaro Alemany, Pepe Hannan, Willingerd Giménez y Mauro Pedrero de la Peña. Adriana Vieiro y Dani Flor (bailarines y Ambrosio y Berta).
- Dirección musical y piano: Rubén Sánchez Vieco.
- Dirección de escena y dramaturgia: Rita Cosentino.
- Diseño de escenografía: David Pizarro.
- Diseño de vestuario: Gabriela Hilario.
- Diseño de iluminación: Eduardo Bartrina. Coproducción del Teatro de la Maestranza y el Real Teatro de Retiro.
- Fecha: 27/12/2023.
Nuevo espectáculo pensado para niños, sin relación con la Navidad, pero en donde se aprovecha el período de las vacaciones escolares para plantear un entretenimiento educativo, a la vez que al teatro le libra de las constricciones de fechas a que la temporada le obliga. ... Nuevamente destacamos el acercamiento de una música no frecuente para los infantes, y en este caso seguramente la de más difícil proximidad: la ópera.
A su favor, la reducción de un título largo a poco más de una hora y además de presentar el texto mayoritariamente en español. Imaginamos que si no todo pudo ser fuese por no forzar en exceso la relación texto/música, inevitable al cambiar de idioma. También importó para el interés el seleccionar los momentos más conocidos y la búsqueda de una puesta en escena divertida, original y hasta infantil si se quiere.
También se pretendió dar una oportunidad a voces jóvenes para darse a conocer, aunque estos no lo aprovecharon todo lo que debieran. A pesar de estar ligeramente amplificadas las voces -desaparece la tensión de los diferentes registros en concentrarse en 'llenar' de sonido el teatro-, los resultados fueron desiguales incluso entre las mismas voces. La pareja protagonista cruzaba una voz impostada (La de Rosina de Carmen Lázaro) con otra que buscaba su voz natural (la de Pepe Hannan como Almaviva), casi al margen de la que se espera para un tenor; esto podría estar bien para la música antigua, pero el belcantismo exige otra cosa si se quiere sobrevivir a él. A pesar de su comicidad, o de que estamos acostumbrados a oírla a cantantes que parecen no esforzarse siquiera en levantar su rol, lo cierto es que conlleva años de estudio de una técnica considerada de las más difíciles. En el caso de Hannan, agradaba la frescura de su timbre, pero caló, a veces le faltó precisión en las coloraturas e intentó salir de las dificultades más con intuición que con técnica. A su lado, Lázaro contaba con un bonito centro, pero le costaba también llegar tanto a los agudos como a los graves, si bien se atrevió con el 'Si' sobreagudo del final de 'Una voce poco fa', así como con las tremendas escalas descendentes de este mismo pasaje. Posee un centro atractivo y, sobre todo, una facilidad para las coloraturas prodigiosa, por mucha velocidad que llevase.
De otra parte, el coprotagonista Fígaro estaba encarnado por el barítono Román Bordón, quien puso también su dosis de chispeante carácter resolutivo e interesado del famoso barbero, pero todavía le falta igualar todo su registro, a la vez que caracterizarlo vocalmente con plenitud. Esta terna se completaba con el Don Bartolo de Willingerd Giménez, quien seguramente se benefició de la leve amplificación, aunque luego cantó con claridad y comicidad un rol que no es el característico bufo tipificado por la tradición napolitana. Sus repetidos agudos (normalmente Fa) hablan de eso, de su humanidad dentro de su estereotipado rol. Y desde luego, muy bien en el canto 'sillabato' de 'A un dottor della mia sorte', un desafío para cualquier bajo-barítono. Por último, el Basilio de Pedrero de la Peña cumplió sobradamente, en especial en su conocida 'Calumnia', pero quizá hubiéramos disfrutado más con un ascenso hasta el 'cañonazo' final más marcado y una dicción más clara.
Lo mejor fue el empeño que pusieron todos para que la atención de los niños no decayese, y aquí el mérito recayó tanto en las dotes actorales de los cantantes como en una dirección escénica estupenda, cuando ya nos temíamos otra mamarrachada del último arribista de turno. Es decir, lo actualizó a un mundo roquero, pero con todos sus elementos y sin torcer la intención del libreto ni de la música. Esta traslación temporal, lejos de seguir por un carril al uso, pretendía traer el asunto a una 'cercanía' entrañable para los chavales (quizá han visto a padres, abuelos o programas de televisión con esas 'pintas`). Por otro lado, les permitía el uso de bailes que además de un dinamismo inesperado para ellos en una ópera, aportaba ese guiño de complicidad hacía ellos. Las intenciones de Rita Cosentino no son otras que poner de manifiesto la distancia generacional de los jóvenes protagonistas con el mundo rancio de sus mayores; y seguramente no ha habido un cambio de este tipo más abrupto que el habido entre el mundo conocido hasta entonces y la llegada del rock and roll, que puso a la juventud en la faz de la tierra. Hemos visto producciones de 'Barberos' que no nos han sacado ni siquiera la sonrisa; en cambio, Cosentino lo conseguía, como por ejemplo en el intento de Almaviva de introducirse en la casa de Rosina al disfrazarse de hippy haciendo el típico gesto de la paz cuando canta el 'Gioia e pace, pace e gioia' («alegría y paz, paz y alegría»), que verdaderamente suena -en italiano, pero da igual- a los lemas pacifistas de estos grupos. Los niños, de comportamiento ejemplar, se rieron con las ingeniosas ocurrencias.

Y un aparte para el excelente pianista, atento, oportuno, dinámico, con un sonido rico y expresivo para toda situación. Tuvo que recortar mucho, desde la obertura hasta la supresión del extenso final del primer acto y todo el segundo, excepto el 'finaletto II'. Pero nadie lo hubiera dicho. Y los que se dieran cuenta de lo que faltaba o se estén enterando ahora a buen seguro de que se quedarán con ganas de no perderse ni un pentagrama, oyéndola completa, ya viéndola en youtube y desde luego asistiendo al Teatro la próxima vez que la repongan.
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