Crítica de música Orquesta barroca de sevilla
Del disco al directo…
Sato se presentaba con un sonido mate, ocre, que parecía contagiar al resto de los músicos

Temporada 2022-23. Concierto nº 4. Programa: 'Ich bin vergniigt'. Obras de Buxtehude, Haendel, Rosenmüller, Kuhnau, Vivaldi y Bach. Intérpretes: Miriam Feuersinger (soprano). Orquesta Barroca de Sevilla. Dirección y violín: Shunske Sato. Lugar: Teatro Turina. Fecha: 06/03/2023.****
Tras el éxito en 'Acchille in Sciro' de Corselli de la OBS, en el que se ha reconocido una vez más la alta valía de nuestra orquesta, esta volvía a su 'espacio residente', el Turina, en su ser puro, menos sus violines II, pero con el añadido del violinista y director Shunske Sato, y la voz solista de Miriam Feuersinger. Esta ha grabado recientemente diferentes momentos musicales que se incluían en el programa.
Iniciaba el recital con la cantata BuxWV 38 de Buxtehude que fundía el estilo del concierto con el del aria, de manera que tuvimos la oportunidad de oír a los dos solistas desde el inicio, con una impresión estable en el caso de la cantante y cambiante en el concertino. Colocada atrás para permitir la visibilidad de los espectadores de las zonas más altas del teatro -que tal fue el lleno de público-, advertíamos un volumen moderado y una técnica que no ayudaba a potenciarlo (acaso lo contrario), añadiendo a esta primera opinión la disipación de sus graves entre los instrumentos orquestales que, recordemos, se limitaban a dos violines, dos violas, un chelo, un contrabajo, órgano/clave, oboe y tiorba; es decir, sólo diez músicos en los momentos en que participaban todos, con una acústica que ayuda incluso situándose la cantante 'detrás', que es 'delante' en el Maestranza o 'casi delante' en el Lope.
Sato, por su parte, se presentaba con un sonido mate, ocre, que parecía contagiar al resto de los músicos (es de suponer que opacando su habitual 'mordiente', su estilo energético-subyugante). En la 'Sonata à 5' en SibM HWV 288 de Haendel, no prevista inicialmente, el violinista se colocó en el centro de los músicos (en el mismo lugar que ocupó antes Feuersinger), buscando el equilibrio de la orquesta, pero mermando su luminosidad y sobre todo los contrastes intensos.
A pesar de su importancia, debida sobre todo a saber aunar armoniosamente la sensualidad de la música italiana con la austeridad alemana, la obra de Johann Rosenmüller se prodiga poco en los escenarios; sin embargo, la soprano austriaca dedicó en 2018 un álbum a la música de este compositor y su entorno. Así que 'Wie der Hirsch schreiet' la conocía bien, solucionando con solvencia las distintas coloraturas, en las que articuló las agilidades con suficiencia.
También ha grabado la cantata de Kuhnau que seguía, relacionada con la 'música del corazón' que propugnaba Georg Christian Lehms: «que el corazón se reanime a través de la fuerza de las palabras cantadas«. En 'Weicht, ihr Sorgen, aus dem Hertzen' («Oh miedos, salid de mi corazón») se conjuntan precisamente el gozo en la fe de Dios, la huida del mundo terreno y el 'arte de morir' barroco. La frecuencia de canto en la zona más aguda proporcionó a la soprano una audición más prominente sobre los instrumentos, cuya elevación le aportó comodidad y mayor presencia. Sobre un texto básicamente silábico, sólo los trinos parecían permitirse como único adorno, aunque la cantante no los definió siempre con justeza.
En la segunda mitad todo cambió para Sato a partir de Vivaldi. Siempre Vivaldi. Su concierto 'Il favorito' (RV 277) entusiasmó tanto al violinista que parecía haber cambiado de instrumento: ahora lucía brillante, radiante, atrevido, coloreando con ello al resto del grupo, que lo siguió entusiasmado. El concierto no es al uso en muchos aspectos, y acaso por ello Sato redujo instrumentos, concentrando los músicos del 'Andante' en un mágico e intimista conjunto de dos violines y una viola. En los extremos dio muestras del virtuosismo extremo que podemos esperar del compositor veneciano, y que fue ejecutado con una limpieza extraordinaria y dentro de esa flema aparente tan característica, y que ya destacamos hace dos años, cuando tocó y dirigió por primera vez a la OBS.
Por último, Feuersinger abordó la cantata 'Ich bin vergnügt mit meinem Glücke' BWV 84 de Bach, que también acaba de grabar recientemente, y con ella debió llegar quizá algo de la brisa marina del concierto de Vivaldi, o tal vez disfrutó de la frugalidad que resume en su primera aria la parábola del viñador, a la que el colorido que aportó el oboe de Jacobo Díaz ayudó. Acaso hubo un poco más de entrega, pero de alguna forma su expresividad parece verse reflejada en su rostro, de una cierta tristeza pareada perennemente con una sonrisa. Es verdad que aquí dirigió su registro hacia un modo algo más redondeado y cálido, menos tirante, pero siempre dentro de un arco limitado de expresividad. Del disco al directo puede haber un trecho.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete