crítica de música
Juventud y madurez
La Real Orquesta Sinfónica de Sevilla interpreta su tercer programa del ciclo 'Gran Sinfónico'
La Sinfónica de Sevilla inaugura su ciclo dedicado a compositoras andaluzas contemporáneas
Qué hacer este fin de semana en Sevilla

'Gran Sinfónico 3'
- Programa: 'Danzas de otoño'. Obras de Mendoza, Schumann y Rachmaninov.
- Intérpretes: Jaeden Izik-Dzurko, piano.
- Director: Antonio Méndez.
- Lugar: Teatro de la Maestranza.
- Fecha: 23/11/2023
Tras el 'parón' sinfónico de 'Norma', volvemos a la programación de temporada de la ROSS y también a la interpretación de música contemporánea a través de cuatro compositoras contemporáneas andaluzas -aquí el género da igual porque lo importante es de donde partan. Elena ... Mendoza lo ha hecho de donde se espera, de la desconexión. Al negarse a cualquier tipo de melodía o armonía, y cuando los 'efectos' con los instrumentos de la orquesta prácticamente se han agotado (es decir, cuando se tocan de cualquier manera, siempre que sea contraria a la forma para la que fueron concebidos) entonces hay que empezar a sacar latas de tomate, botellas de cerveza (de cerveza no, a lo mejor de té matcha) o copas de vino (bueno, tampoco; quizá agua de iceberg -que también se usa para hacer un exclusivo vodka), y construimos con ellas un zumbido, un elemental ritmo o explosionamos algunos instrumentos en forma más 'tradicional' como los trombones haciendo el elefante, los chelos al borde de 'psicosis', etc. Luego lo emparejamos todo con un trasunto 'filosófico', 'existencial', 'trascendente' ya desde el título ('Stilleben mit Orchester') y listo. Con un aforo por debajo de la mitad de su capacidad esto no ayuda, aunque sabemos que hay cuotas que cubrir. Para situarnos mejor sólo tenemos que recordar cuando Halffter se deicidió a 'educarnos' en esta música y la gente terminaba llegando un cuarto de hora tarde.
Seguían dos protagonistas verdaderamente jóvenes, uno en el piano y otro en el podio. El primero es reciente ganador del premio 'María Canals', así que nos garantizaba un virtuosismo y unas condiciones técnicas en general extraordinarias para ejecutar el 'Concierto para piano y orquesta' en La menor, Op. 54 de Schumann. Empezó muy tenso, acaso debido a su falta de costumbre de tocar con una gran orquesta, aunque poco a poco se fue soltando; de hecho, nos pareció una ejecución impoluta, respetando la partitura escrupulosamente. Pero precisamente tuvimos la sensación de que era el papel el que mandaba y no él. Nunca hacemos comparaciones con otros intérpretes ni otras versiones, pero permítasenos traer a colación una interpretación en video de este mismo concierto a cargo de una Martha Argerich a sus 81 años (la grabación es del año pasado), donde se evidencia que es ella quien imprime carácter al concierto, la que lo domina, la que lo libra del apresto del principiante, y la que conoce todos sus entresijos y sabe cómo tratarlos. Fijémonos en un momento al final de la 'cadenza' del primer movimiento donde expone el tema con la mano izquierda y hace un prolongado trino mientras con la derecha, lo que supone un desequilibrio por dos razones: si el pianista es diestro, la fuerza la tiene en esa mano y un trino es difícil darlo con homogeneidad y precisión; pero la prioridad la tiene el tema principal en la izquierda. Para colmo, Argerich se coloca en una posición elevada sobre el teclado para obtener una fuerza extra que inconscientemente va a su mano 'solista', la derecha. Así que ¿cómo lo resuelve? Pues baja la muñeca derecha para hacer el trino, con lo que pierde fuerza al tocar desde abajo para no recurrir a la sordina, atacando el tema con su muñeca izquierda elevada. Izik-Dzurk dejó sus muñecas a la misma altura, y tema y acompañamiento sonaron parejos. Son detalles mínimos, pero que si se repiten durante toda la obra, marcan la diferencia de la que hablamos. Como decimos, no supone ningún descrédito al imponente solista, sino que la lozana veteranía de Argerich (a su vez nos recordó a la subyugante de Pires que oímo hace poco con igual edad en el Maestranza) tiene todavía mucho que decir. Querríamos que esta interpolación es sólo para hacernos entender y no se trata de potenciar la carrera de la longeva pianista ni ningún sello, porque la grabación está en youtube para quien la quiera oír libremente. Por cierto, también hay que reseñar que, al igual que antes protestábamos ante la senectud de nuestros Steinway (no de la marca, que ya hemos visto que suena maravillosamente en pianos nuevos), debemos aplaudir el haber podido contar con un flamante Yamaha CFX, otra maravilla.
Debut de Antonio Méndez con la Sinfónica
El emergente director mallorquín Antonio Méndez concurría por vez primera al podio de nuestra orquesta, trabajando seriamente la obra de Mendoza y la de Schumann, si bien a esta quizá no le pudo dedicar tanto tiempo como a las 'Danzas sinfónicas' de Rachmaninov. En el mismo arranque del concierto de piano ya permitió que las maderas no dejasen oír suficientemente al oboe y, aunque se entendió perfectamente con el pianista, potenciando cada uno de sus dinámicas y expresiones, diríamos que también emuló la interpretación del canadiense: muy bien leído, pero no profundizado.
Y hemos de confesar además que las 'Danzas' rachmaninovianas nunca han sido de nuestra devoción, tal vez porque hay demasiada repetición, quizá entendida desde una carencia de recursos de un compositor al final de su carrera. Nos referimos, por ejemplo, a la célula que inicia el movimiento en forma de arpegio descendente que reaparece una y otra vez, casi siempre por triplicado. La aportación de Méndez fue providencial para realzar sobre todo la cuerda, que se implica como un solo instrumento en el sostén del movimiento, en el bailable acompañamiento, mientras que diferentes instrumentos repiten el motivo matriz, borboteando de uno a otro; de igual modo, la entrada de una corpulenta sección de metales, en estado de gracia durante toda la obra, conformarán un fresco realmente espectacular, que se irá disolviendo hasta que un ácido oboe, que prepara y se entrevera en la llegada del famoso segundo tema a cargo del saxofón alto de Antonio Pérez, que la cuerda en bloque continuará con una sedosidad, una intensidad y avenencia modélicas.
El segundo movimiento nos trajo, entre otras cosas, un solo hermoso de Alexa Farré y luego entraron en otro bailable, un vals esta vez, donde nuevamente la cuerda de forma apabullante repitió aciertos, al igual que los metales, mientras las maderas decidieron ir en solitario con distintas intervenciones muy certeras.
El tercero fue también intenso, pero de una manera más explosiva y chocante, ya que convivieron las campanas que anticiparon la aparición del tema del 'Dies irae' y cantos ortodoxos rusos con la pandereta festiva correspondiente a secciones más profanas. Las oleadas sonoras nos llevaban de un lado a otro con desenvoltura y atrevimiento, con gran maestría y madurez, impropia de un director tan joven.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete