crítica de música
Pasiones
La 'Pasión según San Mateo' en versión de Vox Luminis y de la Orquesta Barroca de Friburgo, un broche de oro la XL edición del FeMÀS
Lionel Meunier: «En la 'Pasión según San Mateo' cada coral es mejor que la anterior»

La 'Pasión según San Mateo'
- Intérpretes: Raphael Höhn (tenor), Sebastian Myrus (barítono). Vox Luminis. Freiburger Barockorchester. Escolanía de Nuestra Señora de los Desamparados.
- Director: Lionel Meunier.
- Lugar: Teatro de la Maestranza.
- Fecha: 02/04/2023.
Cerraba la 'Pasión según San Mateo' de Bach la 40 edición del FeMÀS, una cifra redonda que difícilmente hubiésemos podido soñar cuando empezó. Y lo hace dejándonos la impresión -es de imaginar que nos darán los datos en breve- de que es seguramente la de mayor duración, la de más reiterada calidad y la de respuesta de público más amplia. Los dos últimos conciertos del ciclo, Orliński y esta 'Pasión' que comentamos, llenaban el Maestranza por completo a tan sólo 13 horas uno del otro (noche del sábado y mañana del Domingo de Ramos): no está mal, tal como está todo. Y en el caso de la 'Pasión' bachiana, además, arriesgando, ya que la salida del teatro coincidía con el inicio de la gran Pasión de Sevilla, y ya alguna hermandad estaba en la calle (La Paz). O sea, que podemos explicar como queramos las ausencias, pero los llenos está claro que vienen de una oferta que al público le parezca interesante, capaz de superar escollos como apostar por un contratenor cuya fama le alcanza de lleno con la pandemia o programar una obra religiosa de dos horas y media con la Semana Santa hispalense iniciada. Otra cuestión para reflexionar en estas fechas.
No hemos dejado de señalar en los comentarios a los conciertos a los que hemos asistido aspectos como la concurrencia de muchos compositores poco o nada conocidos, casi todos muy atractivos, o el interés de muchos grupos por destacar el aspecto tímbrico-escénico, que podemos ejemplificar sin salir de esta 'Pasión', porque también en eso ha sido una interpretación muy llamativa.
La obra consta originalmente de dos orquestas, que aquí se dispusieron en espejo, emulando las que ocupaban cada una de las dos tribunas existentes en la iglesia de Santo Tomás de Leipzig donde se estrenó, cada una con un coro y un órgano. Esto permitía distinguir los efectos policorales de las obras, al estar todos 'enfrentados', y con la escolanía al fondo en el centro (un tercer punto de atención sonora). Parece obvio, no sólo por seguir una disposición parecida a la que ideó Bach, sino porque además el efecto es sorprendente: es una suerte de estéreo natural, tan barroco; sin embargo, no suele hacerse así y generalmente vemos el coro y la orquesta frente al director, de espaldas al público.
Luego tuvimos las figuras del Evangelista y Jesús al fondo, por ser el sustento narrativo y protagónico de la obra, y los diferentes personajes representados -solistas pertenecientes al coro- que se adelantaban hasta el proscenio cuando les tocaba cantar. Aunque la mayor sorpresa, innovación o como le quieran llamar es que el director no dirigía, sino que ocupaba un sitio en uno de los coros como cantante y, todo lo más, daba la entrada de una manera completamente discreta -sobre todo cuando atañía a todos-, pero en la mayoría de los casos dejaba que todos fuesen entrando cuando les tocaba sin intervenir. La cosa salió increíblemente bien, pero ¿cuánto ensayo añadido implica esto? ¿y cómo pudo salir con niños tan pequeños? ¿quería demostrar que la figura del director en vivo no es imprescindible? Desde luego a Lionel Meunier no se le vio apurado en ningún momento; si acaso, algo conmovido al cantar o dirigir alguna parte necesitada de expresión, pero no porque pensase que el 'invento' no iba a funcionar.

Vox Luminis ha estado con nosotros en distintas ocasiones y sabemos que es un coro de altura, compacto, expresivo y bien disciplinado; ahora bien, de eso a que participasen algunos de sus miembros como solistas hay un trecho. Algunos lo merecieron: el contratenor británico Alexander Chance nos dio primero la impresión de un niño de coro gigantesco, que había cumplido el sueño de conservar su voz -ligeramente más grave- sin recurrir a la castración, que tal es la naturalidad con la que imposta, valga el oxímoron. Al principio estuvo algo indeciso, pero fue evolucionando hasta firmar un 'Erbarme dich' memorable, que el público supo agradecer al final, arrancándole su única sonrisa en toda la velada. En el otro coro destacamos al bajo Felix Schwandtke, de voz corpulenta y bien torneada y al también contratenor William Shelton, no tan expresivo como Chance -tampoco de actitud-, pero con un registro muy bien trabajado, homogéneo y distendido.
El Evangelista de Raphael Höhn tiene una voz dulce y agradable, pero no es la más adecuada para el narrador, que ha de implicarse más en lo que cuenta (nada que ver con la tensión que imprimió José Pizarro en la anterior 'Pasión' de Keiser: qué ejemplo el de Conductus Ensemble de coro donde todos los que oímos eran solistas plenos). El Jesús de Sebastian Myrus estuvo mejor construido, sin ser ningún derroche de expresividad, pero con el mérito de ir adecuándose al desarrollo del texto con convencimiento y una voz tanto apacible como agitada. Los niños de la Escolanía de los Desamparados de Valencia, que tantas veces cantaron el 'Redde' ('Miserere', Eslava) estuvieron bastante bien, con buenas voces y superando la posible 'limitación' del no-director.
Con la Orquesta Barroca de Friburgo seremos bastante breves: son un ejemplo de buen hacer, de hermoso y templado sonido, de gran colorido, de musicalidad, incorporando los oboes da caccia, que también hemos visto en otras agrupaciones de este FeMÀS. Gran broche a una edición de lujo que terminó aunando Pasiones.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete