crítica de música
Pérez Floristán imbuido de 'realismo mágico'
El pianista sevillano actúa en Espacio Turina y presenta un programa contemporáneo con homenajes a Borges y el jazz
Juan Pérez Floristán: «He grabado un disco con las obras que he querido y como yo he querido
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'Teatro y Música'. Concierto de Juan Pérez Floristán.
- Programa: Obras de D. Salim, Crumb y Moreno-Gil y Escudero.
- Intérpretes: Juan Pérez Floristán, piano y performer. Juanlu Montoro interpretación electrónica y automatización.
- Coproducción: Espacio Turina y Clammy.
- Lugar: Teatro Turina.
- Fecha: 01/11/2023.
La juventud de este pianista y su inquietud natural creemos que le han llevado a buscar caminos distintos a los habituales. Nos presentaba así un programa fruto de sus lecturas (Borges), sus audiciones (en este caso, jazz) y las novísimas tecnologías que aúnan video, computación ... y música tanto pregrebada como en directo. Aprovechaba igualmente esa locuacidad tan suya para participar sus reflexiones vitales con el público, que le aplaudió con entusiasmo.
En el primer caso nos introducía en el mundo borgiano mediante un fragmento de una entrevista (de aquellas míticas que realizó todavía en blanco y negro Joaquín Soler Serrano), en donde se movía en aquel 'realismo mágico', entre un sillón y la banqueta del piano, entre la lectura y la memoria, entre el mensaje y la dramatización de los textos. A partir de tres relatos se nos ofrecía una correspondencia con otras tantas piezas compuestas para que las tocase él, compuestas por el también pianista sevillano Daahoud Salim, quien ya nos sorprendía en abril pasado con el estreno de un concierto para saxo y orquesta a cargo de la OJA. En este caso los 'Tres poemas sobre relatos de Borges' [2023] se instalaban en una intimista propuesta sobre las bases de un evocador impresionismo, y en el que no encontramos alusión alguna al jazz (es hijo del ilustre Abdu Salim y él mismo gran jazzista), a no ser por las escalas pentatónicas, modales, que sustentaban las piezas. Como suele ser habitual, la última supuso un explosivo final de virtuosismo deslumbrante.
La segunda propuesta sí que miraba directamente al jazz, al menos en su enunciado musical, al basarse en un conocido estándar jazzístico, 'Round Midnight', si bien en el título nominal de la obra mirase a Mozart: 'Eine Kleine Mitternachtmusik' [2001] ('Pequeña música de medianoche'), en el que básicamente partía del breve tema y de vez en cuando iba repitiendo su cabecera, sin que el resto apenas guardase relación melódica con él. Hay que improvisa a modo de 'variaciones' y hay quien sigue unos patrones escalísticos basados en los acordes correspondientes a las mismas, y sólo repiten el tema al final. Aquí se optó por lo que suele hacerse en un piano con criterios 'contemporáneos', una visión percusiva, notas agudas y graves extremas, golpes con una baqueta -o con la mano- en el arpa del piano o tal vez sustituir los 'clusters' por dificilísimas escalas cromáticas de gran densidad. Terminaba en un progresivo 'decrescendo' contando las doce campanadas.
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La última proposición era la más personal, porque no sólo es que estaba también dedicada a él, como la de Salim, sino que hablaba sólo de él, a modo de un currículo de trabajo. 'BIO, The Work About Your Pianist Life' [2018-2023], obra de Belenish Moreno-Gil y Óscar Escudero, que 'es una pieza para pianista que interpreta un keyboard y un piano situados en escena, vídeo mapping y una mezcla de electrónica en vivo y pre-producida', según reza en el programa de mano. Y, efectivamente, Floristán iba del teclado sintetizador, en el que tocaba esporádicamente el intérprete, al piano situado en la otra esquina del escenario, sin que la música electrónica dejase de sonar en todo momento. El montaje estaba muy bien hecho, a partir de fechas, datos, indicaciones relacionadas con Pérez Floristán, adobado con escenas de videojuegos, maps, filmaciones, etc. Fue meritorio el disciplinado seguimiento entre tanto del pianista para estar donde debían iluminarse o proyectarse las distintas imágenes, resultando sorprendente en especial la interacción de una proyección sobre un cuadrado pequeño que tapaba el teclado del piano en donde se proyectaban unas manos tocando el piano, alternando con las del pianista que las alzaba u descendía, dando ese efecto de realidad-ficción. Finalmente, el joven dejó su torso desnudo en escena (no sabíamos si haría un Carlos Mena), seguramente para dejar claro que no escondía nada, que lo había contado todo en esta 'performance'.
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