crítica de música
Siempre Rossini
La mezzosoprano Viva Genaux vuelve a triunfar en Sevilla tras su recital en Espacio Turina
Vivica Genaux y Juan Pérez Floristán, entre los más de 140 conciertos de Espacio Turina de Sevilla

'Lied en Turina'
- Programa: Obras de Haydn, Schumann/Liszt, Loewe y Rossini.
- Intérpretes: Vivica Genaux (mezzo) y Marcos Madrigal (piano).
- Lugar: Teatro Turina.
- Fecha: 27/01/2024.
Nos visitaba el año pasado dejándonos una impresión excelente… poco a poco. Ese sería el resumen de su vuelta. Aunque si en la temporada anterior nos traía a un guitarrista al que había que animar, dada la indiferencia con que se tomaba el repertorio, en esta ocasión elegía a un pianista que nunca podría haber sido clavecinista: necesita los pedales del piano para todo. Estos existen para ayuda del intérprete, pero nada más. Si empezamos con el pie izquierdo -que empezó- se trata del pedal de la sordina. En los instrumentos de cuerda frotada esta ofrece no sólo una disminución del sonido sino un color distinto, sin que termine de perder su brillo; en cambio, en el piano este desaparece y las melodías suenan opacas, apagadas, borrosas, que fue lo que oímos cada vez que apianaba y que nos ofuscó durante los tres minutos de la introducción a la cantata 'Arianna a Naxos' Hob XXVIb:2 de Haydn; apianar es un arte que se debiera conseguir a base de dedos; el pedal sólo en determinados momentos.
Por otro lado, Genaux debió pensar que la cantata estaba bien para empezar a calentar la voz, y poco a poco ir cogiendo volumen, pero nos parece que es conocer poco su canto, ya que en la falta de intensidad dinámica es donde se encuentra más desprotegida y donde ni siquiera su técnica puede cubrir la voz suficientemente para no dejarla medio impostada, medio descubierta. Haydn cuando compuso esta cantata se encontraba en un gran dilema: cansado de una vida en Esterhazy, se sentía como «en un desierto, como un pobre huérfano»; la muerte del príncipe y el escaso interés por la música de su hijo lo hacían sentirse así; una oferta desde Londres lo sacó del dilema, y aceptó su marcha a la capital británica, donde triunfó; pero antes pudo estrenar con éxito esta cantata en Esterhazy y luego llevársela a Londres donde tuvo igual acogida. La componen dos arias precedidas de dos recitativos, formando en conjunto un enorme 'crescendo', pero con unos recitativos muy expresivos y unas arias evolutivas que conducen a la explosión final. Aquí es donde Genaux quería llegar, aunque sufrió tanto como la Arianna a la que representaba.
Después Madrigal le daba un breve descanso a la voz interpretando cuatro lieder de Schumann transcritos por Liszt. Como se imaginan, ahora -podíamos haberlo hecho en Haydn también- hablaremos del pie/pedal derecho, el de 'fuerza'. Une partes, crea 'atmósferas', sugiere… Pero muchos pianistas usan la punta del zapato para la punta del pedal, es decir, lo rozan para no abusar de él; Madrigal lo pisa a fondo generalmente, de manera que tiene siempre una fusión de sonidos en la caja acústica que, aunque pertenezcan al mismo acorde, sobresalen en exceso. Es más, al final de cada pieza (tanto en estas instrumentales como en las vocales), el último acorde lo prolonga sistemáticamente todo lo que puede. En la última transcripción de Liszt sobre los lieder elegidos de Schumann y sobre el más famoso, titulado 'Widmung', los decibelios y acúmulo de armónicos fueron un no parar, sobre dinámicas que sobrepasaban el 'forte' requerido. Es verdad que es Liszt, pero no lo es menos que se basa en un lied. Sin embargo, procuró mantener las melodías de las canciones originales y técnicamente sorteó todos los escollos pianísticos que el austrohúngaro exigía.
Schumann, muy presente en el recital
La figura de Schumann no apareció directamente en el recital, pero sí que estaba en la base de los lieder anteriores y en la memoria del aficionado, que cuando oye hablar de 'Amor y vida de mujer' no puede dejar de pensar en el ciclo de Schumann y no en el de Carl Loewe. Pero lo cierto es que a este compositor le interesaron los versos de Adelbert von Chamisso cuatro años antes que a Schumann. Y fue precisamente este compositor opinaba de Loewe: «Si tuviéramos que nombrar a un compositor vivo que... haya manifestado el espíritu y el talante alemanes y los haya expresado en su forma más tierna y salvaje, tanto en el lenguaje del primer amor como en el estallido de la rabia más profunda, entonces tendríamos que nombrar a Loewe». Escribió nueve poemas, pero publicó siete, aunque habitualmente se oyen completos, como es el caso. La variedad de su contenido dio pie a una Genaux que había mejorado, y no sólo por el descanso, sino porque la tesitura le era más afín, si bien cuando apianaba volvían a aparecer ciertas irregularidades (continuos cambios de color originados por una impostación más o menos presente).
El intermedio le vino muy bien, además de que el repertorio de la segunda mitad del programa caía inexorablemente en su zona de seguridad absoluta: Rossini. El año pasado comentábamos lo bien que habla español; este no ha dicho ni una palabra, pero sí cantó tres perlas rossinianas en nuestro idioma sin asomo de acento alguno y con una claridad reseñable, y eso que tiene una tesitura con tendencia a la 'oscuridad'. 'La veuve andalouse', 'À Grenade' fueron compuestas unos treinta años después que la 'Canzonetta spagnuola', pero a pesar de su distancia en el tiempo y de que se ha hablado de que la letra de esta última podría haberse debido a su primera mujer, la madrileña Isabel Colbrán, a quien estaba dedicada, las tres canciones recogen el carácter y la 'raza' española, naturaleza con la que sintonizó increíblemente el canto 'entero', desbordante y apasionado de Genaux, ya por fin con un registro pleno, sin apenas fisuras, espectaculares adornos, agilidades y capacidad de afrontar cualquier cosa.
Ya así, volvió a arriesgar con una cantata poco conocida de Rossini, 'Giovanna d'Arco', de una estructura similar a la inicial de Haydn, aunque aquí incluye un 'Maestoso', en el que Genaux anticipaba las coloraturas que oiríamos posteriormente al subrayar el carácter ardiente de la 'Vittoria'. Pero es que apenas empezar la obra ya alcanzó una nota grave -que luego se volverá a repetir varias veces (Sol). Volvían las dificultades de Haydn, pero ahora eran sorteadas sin esfuerzo. Porque ambos recitativos podíamos decir que nos resultaban 'ariosos' y que su flexibilidad expresiva obligaba a todo tipo de recursos vocales, ya que el primero recogía una reflexión sobre la tierra y la familia de la protagonista; y de hecho dedicará la primera aria a su madre. Pero el ángel de la muerte traerá estas referidas coloraturas, que parecían cinceladas con la voz, perfectamente articuladas y con una pronunciación diáfana. La 'cabaletta' con la que acaba permite añadir cualquier ornamento posible y Genaux posiblemente no se olvidó de ninguno: qué manera de cantar, qué registro belcantista tan subyugante, cuánta emoción, sobre un virtuosismo imparable, suficiente para dar vida a la mujer luchadora que representaba.
Los aplausos casi se convirtieron en vítores (y no contamos los de una clac interesada, seguramente su agente artístico/a) y así obtuvimos otro regalo de esta inigualable mezzo: 'Cruda sorte' de 'La italiana en Argel'. Por cierto, antes de cantarla sólo dijo: 'Sempre Rossini'. Y tanto: el maestro de Pésaro la volvió a poner como un referente del mejor belcantismo posible.
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