crítica de música
Viola 'da gamba' vs violonchelo
Johanna Rose presenta en Espacio Turina su último disco, '7 Movements'
Pérez Floristán imbuido de 'realismo mágico'
Qué hacer este fin de semana en Sevilla

Música Antigua en Turina. 'Presentación discográfica. Made in Seville'
- Programa: Obras de Monsieur de Sainte-Colombe, le père et le fils, y Bach.
- Intérpretes: Johanna Rose, viola 'da gamba'
- Lugar: Teatro Turina.
- Fecha: 03/11/2023
A Rose la vemos habitualmente en el formato habitual de la Accademia del Piacere, pero a la vez ha procurado mantener una carrera individual y paralela a través del disco, como este que nos presentaba en esta velada, creemos que el cuarto en ... solitario. Para ello ha llamado a las puertas de lo imposible, al elegir las dos suites consideradas más difíciles no sólo de entre las seis bachianas, sino de la literatura violonchelística. Además, presenta el rasgo poco común de llevarlo a cabo con viola 'da gamba', cuando Bach la escribió para violonchelo. Ello la condujo a transcribir la 'Suite nº 5' desde su tonalidad original de Do menor hasta la de Re menor, suponemos que para evitar aumentar las dificultades añadidas de la escritura original para un violonchelo piccolo de cinco cuerdas a las viola. Este cambio de tonalidad enlaza con el 'Preludio' de Sainte-Colombe que lo precede, también en Re menor y con la 'Suite nº 6' en Re mayor que lo sucede.
El chelo se iba imponiendo en toda Europa, lo que suponía la progresiva desaparición de la 'gamba', al igual que ocurría con tándem clave/piano. Sin embargo, aunque Bach conocía de primera mano la evolución del instrumento, siguió escribiendo para el clave. En cambio optó por el nuevo instrumento para estas suites, una forma musical 'antigua' que el maestro conocía y llevó hasta sus límites.
Creemos que esta decisión no sólo se debió a la potencia del nuevo instrumento, sino también al hecho de que le permitía amplificar con mayor claridad los armónicos, lo que entre otras cosas aportaba 'cuerpo' a su sonido, a la vez que concedía una definición más clara de los pasajes contrapuntísticos (y no nos referimos a los imitativos o fugados, sino a los que conllevan coincidencia de voces).
El primer aspecto pudimos verlo sobre todo en la 'Suite nº 5' por su carácter más acórdico (se dice que pudiera proceder de una anterior compuesta para laúd), excepto en la sarabanda, mientras que la condición de la 'transparencia' textural podríamos destacarla en la nº 6. De hecho, en el último Saint-Colombe y el posterior Abel de propina la sala entera pareció iluminarse ante la expresividad sin coacciones del instrumento y las manos de su intérprete.
Porque si su intención última es la que apuntábamos de reivindicar su carácter solista tanto como miembro de la Accademia, lo consiguió plenamente. Pensemos en ese trampantojo de la 5ª en su extenso 'Preludio', cuando un cambio de compás nos lleva a un episodio fugado y nos parece oír dos instrumentos por su juego de pregunta y respuesta a distintas alturas (más agudo, más grave). Y ya desde este primer momento nos hizo ver su renuncia casi excluyente al 'vibrato', así como su delicadeza exquisita por notas solitarias, sobre todo en los finales, como un filado en el canto, sin que el instrumento se resintiese en forma de algún chirrido o siquiera roce. Por otro lado, quienes quisieran virtuosismo técnico no lo tuvieron que esperar a la giga final -en ella en todo caso se pudo oír elegancia y expresividad- sino en la segunda gavota, en la que los dedos corrieron y corrieron.
Uno de los peligros de la nº 6 es que saca al intérprete de zona de confort, como se dice ahora, y lo lleva a la más extrema de los agudos y ahí no se lo pone fácil, por las posiciones que deben presentar los dedos en algunos arpegios o pequeñas escalas. En el 'Preludio' Rose lo superó razonablemente bien, incluso en momentos en los que hemos visto a algún intérprete en apuros. Su brillantez se corresponde con un tema encantador, que Rose dibujó con dinamismo sugerente, a lo que contribuyó la sucesión de 'fortes' y 'pianos' que el propio Bach escribió y la gambista aprovechó para destacar sus contrastes.
Otro punto de interés fue el carácter llamémosle 'melismático' de la 'Allemande', por cuanto se construye con largos pasajes de notas seguidas, salpicadas de aislados acordes. Otro momento para que las notas más agudas pusieran a prueba la capacidad del intérprete para sortearlas. Pero más allá de la dificultad técnica, sobresaldríamos la expresividad y lirismo con el que las expuso.

La 'Courante' que le seguía fue efectivamente tan corriendo como la 'Gavote II' de la suite anterior, si acaso esta algo más articulada, lo que es decir mucho porque la velocidad es endemoniada. Las sarabandas de una y otra suite fueron los momentos de mayor concentración expresiva, de intimidad y recogimiento más logrado, a lo que en esta última se añade la frecuencia de las dobles cuerdas.
Sin entrar en la belleza misma de las dos últimas danzas, fue la referida sucesión de una suerte de 'staccato' acórdico a una velocidad elevada lo que parecía crispar la interpretación, aumentado en la giga al alternar con pasajes muy difíciles, tanto de notas rápidas como encadenamiento sucesivos de otros retos como arcos veloces con dobles cuerdas, que desvirtuó un tanto el carácter de danza al obligar a la intérprete a estar más centrada en acudir a todo. De ahí que las obras Sainte-Colombe y Carl Friedrich Abel (por cierto, a quien se considera el último violagambista) nos parecieron que daban la máxima expresividad al arte de Rose, por su bellísimo sonido, cuidadas articulaciones. de fraseo subyugante y una expresividad exultante.
Desde luego el disco será una referencia, sobre todo dentro de ese 'subgénero' que constituyen en sí mismas las suites de Bach y a buen seguro que harán pensar a muchos chelistas sobre la diversidad de sus matices y enfoques.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete