Crítica de música/danza
La fascinante fusión de la danza con la música contemporánea y antigua
El nuevo trabajo de François Chaignaud y el director de orquesta Geoffroy Jourdain, 'Tumulus', estrenado en Sevilla
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Crítica de Música/Danza
'Tumulus'
- Composición François Chaignaud y Geoffroy Jourdain
- Coreografía: François Chaignaud
- Dirección musical Geoffroy Jourdain
- Teatro Central Estreno en España
- Día: 3 de marzo de 2023
'Tumulus' es el nuevo trabajo del polifacético François Chaignaud, en esta ocasión de la mano del músico y el director de orquesta Geoffroy Jourdain. La obra abrió el Festival de Vienna 2022, y se trata de un proyecto interdisciplinar para trece intérpretes ... muy bien elegidos, porque además de bailar, se les plantea el desafío de cantar, y no de forma desenfadada o espontánea, sino de realizar verdadera polifonía.
En el centro del escenario un túmulo, como si fuera un monumento funerario en el que hay dos entradas en su base frontal. Sobre y desde este elemento, se deslizarán, subirán, bajarán los bailarines-cantantes a lo largo de la obra. La polifonía de la obra es la pieza fundamental y absolutamente determinante, en un discurso coreútico donde Chaignaud impone a los bailarines que éstos ejecuten movimientos al mismo tiempo que cantan, movimientos además, en posturas nada cómodas para poder realizar bien la conjunción polifónica de las voces.
El primer golpe de efecto es cuando los trece intérpretes se incorporan al escenario a través del patio de butacas, luciendo un estrafalario y amplio vestuario de abrigos y capas con cola incluida, diseñados en tonos plateados y dorados, como si fueran grandes acolchados que los envuelven.
Geoffroy Jourdain ha escogido para esta obra la música del Renacimiento de Jean Richafort, William Byrd o Josquin Desprez, y el fragmento del Requiem (Dies irae) de Antonio Lotti, así como la música contemporánea del compositor canadiense Claude Vivier.
El elenco se sienta a boca de escenario frente al público y poco a poco va componiendo un espacio sonoro polifónico a través de repeticiones y sonidos monocordes, algo que se repite al final de la obra añadiéndose una audible y fuerte respiración. No hay instrumentos, tan sólo alguna percusión, o elementos de viento que al agitarse producen sonidos.
Los intérpretes corren alrededor del gran túmulo, parece una ceremonia propia de la antiguedad, o de culturas como la tibetana, dando siempre vueltas alrededor del espacio sagrado, como cuando los intérpretes pronuncian el mantra 'Om mani padme um' de forma repetitiva. Es como una procesión sagrada, donde en la segunda parte los componentes se colocan cada uno un sombrero diferente que al final de la obra dejan solemnemente sobre el túmulo.
En esta pieza lo principal es el trabajo polifónico y la gran ductilidad escénica de trece personas que son incalificables en la disciplina, por su gran trabajo tanto de movimiento como de voz. Se pierde una en ocasiones en la dramaturgia, a veces insistentemente lenta, casi imperceptible, pero vuelves a reconciliarte con la escena cuando suenan las imponentes voces de los trece cantantes-bailarines.
Un trabajo muy propio de la nueva concepción que Chaignaud quiere imponer a sus obras, donde las fronteras entre las artes están cada dia que pasa mucho más diluidas. Ya no es el futuro, es el presente.
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