El cliente, en el centro

Francisco Galnares
Presidente de Syrsa

Hay pocos sectores que se enfrenten a un momento de tantos cambios como el de la automoción. En el caso del mercado europeo, estos cambios tienen que ver muy especialmente con el vehículo eléctrico y los planes de descarbonización de la Unión Europea.

La comercialización del vehículo eléctrico en Europa ha seguido un ritmo desigual hasta la fecha. Se estima que, en 2030, habrá en el continente unos 75 millones de automóviles eléctricos e híbridos enchufables. Pero durante el año 2024, la tendencia apunta claramente a la desaceleración. Tras una fase inicial de fuertes ventas entre los early adopters de esta tecnología, los militantes de la movilidad sostenible y el ecologismo, llega el momento de convencer a los consumidores comunes. Y aquí los argumentos de venta pierden fuelle: el vehículo eléctrico resulta caro y las redes de recarga son insuficientes. En consecuencia, las ventas están cayendo en todo el mundo.

El continente europeo se sitúa claramente a la vanguardia en el compromiso con las políticas de descarbonización, siendo la región que está dando pasos más firmes en el cumplimiento de la Agenda 2030 de Naciones Unidas. Las recientes elecciones al Parlamento Europeo resultaban decisivas para conocer si continuábamos con la misma hoja de ruta en materia de electrificación. Pero en julio, Úrsula von der Leyen, presidenta reelegida de la Comisión Europea, confirmó que se mantiene la senda de la apuesta por el vehículo eléctrico, aunque abre la puerta a alargar la vida de los motores de combustión a través de los combustibles sintéticos.

En este contexto, el gran reto está ahora en ser capaces, desde Europa, de desarrollar una industria del vehículo eléctrico verdaderamente competente. Josep María Recasens, presidente y director de Renault Group Iberia y recién nombrado presidente de la patronal de fabricantes de automoción, Anfac, daba en la diana hace unos días: «Tenemos que conseguir que el vehículo eléctrico se convierta en un medio de generación de valor y tecnología para este país. Y, además, lo tenemos que hacer rápido porque si no perderemos el tren y otros países ocuparán este espacio». Una oportunidad para que el vehículo eléctrico sea el motor de una nueva reindustrialización del automóvil en España, el segundo mayor fabricante en Europa y el octavo mundial, según Recasens. 

Hablar de electrificación es hablar también de sostenibilidad. Supone reafirmar el compromiso europeo con las políticas de disminución de CO2 y la descarbonización. 

Pero es un compromiso que debe apuntalarse sobre un enfoque estratégico, en el que la  industria y las administraciones han de ir de la mano, con políticas serias que garanticen la viabilidad del desarrollo del mercado del vehículo eléctrico. 

La descarbonización es, pues, uno de los retos indudables del mercado europeo de la automoción. Pero no el único. Otro muy importante tiene que ver con la entrada de los fabricantes asiáticos, y de qué manera Europa puede y debe asimilar a los nuevos competidores. Porque lo que parece claro es que esta entrada ya no tiene marcha atrás. 

Pero conviene aprender de los errores del pasado para no repetirlos. La penetración de los vehículos japoneses en EE.UU. en los años 70 produjo una crisis en la industria automovilística norteamericana que tardó décadas en cicatrizar. Con la llegada a Europa de los vehículos asiáticos, tenemos la oportunidad de no repetir esos errores, exigiendo que, de forma acompasada con la comercialización, se produzcan también inversiones en la industria, para que los vehículos o parte de ellos se produzcan en Europa y se mantenga el empleo. La alianza entre EBRO y el grupo chino Chery para reactivar la histórica fábrica de Nissan en Barcelona es, en este sentido, un perfecto ejemplo. 

En este contexto, ¿qué papel debe jugar la distribución? En el caso de la descarbonización, los concesionarios podemos contribuir de forma significativa a la reducción de la huella de carbono en la cadena de valor de los vehículos, de la mano de los fabricantes. Es lo que en SYRSA, por ejemplo, hemos hecho junto a Volvo, asumiendo sus compromisos para la neutralidad de las emisiones. Y es lo que hacemos también en nuestros centros de trabajo, con instalaciones fotovoltaicas con las que perseguimos el autoconsumo.

En el caso de la penetración de las nuevas marcas asiáticas, para los concesionarios representan una innegable oportunidad. Los concesionarios vivimos de vender vehículos, y los nuevos vehículos de los fabricantes chinos son fiables, innovadores y competitivos. Puede ser entendible que esta comercialización genere suspicacias entre otros fabricantes, pero estamos convencidos de que la competencia es buena para todos.

La distribución se enfrenta a un cambio de modelo, de concesionarios a agencias. Más allá de las implicaciones de este cambio, lo que está claro es que supone también una oportunidad para profundizar en uno de los principales activos que tenemos como distribuidores: la experiencia cliente. Porque la relación física con el cliente seguiremos manteniéndola nosotros. Y la calidad del servicio es la que seguirá determinando su fidelidad. 

El cliente es el eje de nuestra actividad, y también una oportunidad para seguir creciendo. En este gran proceso de tránsito al que se enfrenta el sector, los grupos de automoción también deben reconfigurarse, repensarse y caminar hacia un nuevo modelo, y ese nuevo modelo apunta a un enfoque más integral, en el que se diversifican los servicios, ampliando las soluciones que ofrecemos a los clientes. Más oferta y también más escucha, poniendo al cliente en el centro, y siendo capaces de ofrecer respuestas a todas sus demandas, con un enfoque 360º en todo lo que atañe a la movilidad. De grupos concesionarios debemos realizar el camino hacia grupos de servicios avanzados de movilidad, sin perder nunca de vista la atención a los fabricantes, pero generando nuevas oportunidades de negocio que nos permitan crecer. 

Y en todo caso, siempre, de la mano de los clientes. Ellos son los que nos han traído hasta aquí. De nuestra capacidad para seguir respondiendo con satisfacción a sus necesidades dependerá que sigamos caminando juntos.