El sector de la formación en España y en el resto del mundo está atravesando una transformación significativa, impulsada por cambios tecnológicos, económicos y sociales. Estas dinámicas están redefiniendo no solo cómo se aprende, sino también qué se aprende y para qué. En este contexto, la formación dirigida a empresarios, directivos y profesionales con experiencia está adquiriendo un papel central, con instituciones como San Telmo Business School a la vanguardia.
Los nuevos modelos de negocio, la adaptación de los tradicionales a la era digital, así como las motivaciones y experiencias de las distintas generaciones de profesionales, entre otras tendencias, deben encontrar respuesta en la formación de management. Los programas dirigidos a empresarios y directivos están poniendo énfasis en este sentido.
San Telmo Business School, por ejemplo, ha desarrollado programas que no solo forman en las herramientas tradicionales de la dirección y gestión, sino que también fomentan la capacidad de sus participantes para pensar de manera disruptiva, identificar oportunidades de negocio y liderar el cambio en sus organizaciones. Esto se alinea con una demanda creciente por parte de los profesionales que buscan no solo gestionar, sino transformar sus empresas y entender los avances del siglo XXI.
En este sentido, en un mundo en constante evolución, la sinergia entre la visión, la innovación y la consolidación en el ámbito educativo está generando una transformación importante en la forma en que se prepara a las futuras generaciones. La educación está evolucionando para preparar a los estudiantes no solo para el presente, sino también para un futuro lleno de cambios y posibilidades. Tanto es así, que debemos entender y sensibilizar que muchos de los retos a los que nos enfrentamos son nuevos, no encuentran antecedentes en la historia, por ejemplo, hacer sostenible el planeta con la necesidad de un constante crecimiento económico y un bienestar para toda la sociedad… Somos todos actores en el diseño y construcción del nuevo mundo.
Sin lugar a dudas, la tecnología está en el epicentro de todo, promovida por unos avances a un ritmo vertiginoso, máxime con la popularización de herramientas de Inteligencia Artificial (IA). Es por ello que las habilidades necesarias en el mercado laboral se están transformando rápidamente: empleos de hoy dejarán de existir en los próximos años, al tiempo que surgirán nuevas ofertas laborales que no existen en la actualidad.
En las instituciones educativas debemos prepararnos para ello y despertar una actitud proactiva, con criterio y perspectiva de colaboración y enlace en los distintos procesos formativos de la vida personal, según la edad. Desde los colegios de Infantil, Primaria o Secundaria, pasando por la Universidad y por supuesto por las Escuelas de Negocio.
Esta velocidad en los cambios está haciendo que la actualización y formación permanente de los propios centros docentes se vuelva cada vez más relevante. También para los alumnos. Ya no es suficiente obtener un título académico o adquirir conocimientos y habilidades en una etapa temprana de la vida. La formación continua se ha convertido en una necesidad para mantenerse actualizado, competitivo y adaptarse a los cambios en los entornos laborales y profesionales.
Es por esto que debemos fomentar la incorporación de nuevos modelos de enseñanza, contenidos adaptados y potenciar el desarrollo de habilidades que favorezca la empleabilidad a largo plazo. El mercado laboral está en constante cambio, y las habilidades y conocimientos que eran altamente valorados en el pasado pueden volverse obsoletos en poco tiempo. La formación permanente permitirá a los profesionales estar a la vanguardia de las demandas del mercado y mejorar su empleabilidad a medida que adquieren nuevas competencias y conocimientos. Esto hará que aumenten las oportunidades de encontrar empleo y de avanzar en la carrera profesional. Las empresas necesitan de personas con esta mentalidad y la atracción, retención y potenciación del talento, la convivencia intergeneracional y proyectos de largo plazo son más validos que en cualquier otro momento.
San Telmo Business School lleva algo de ventaja en esto, dado que trabajamos desde hace más de 40 años innovando en el diseño y actualización permanente de los contenidos para la formación de la alta dirección, al tiempo que incorporamos a nuestras aulas las tecnologías más punteras que nos permiten llegar a muchos más rincones del mundo. Y todo ello gracias al conocimiento del tejido empresarial y la cercanía con los empresarios y directivos, que nos facilita adelantarnos en muchos casos a las tendencias que están por llegar. Esto nos ha permitido consolidar nuestro modelo formativo desde la innovación y con una visión de futuro, que favorece el desarrollo de las habilidades directivas y el arte de la toma de decisiones empresariales. La creación de Cátedras y Consejos Asesores tienen un rol muy significativo para aunar realidad empresarial y formación enfocada.
En última instancia, el reto de la formación en esta nueva era, que además es la razón de ser de San Telmo Business School desde sus inicios, es formar mejores personas, lo que a su vez se traduce en mejores empresas y, por ende, en una mejor sociedad en general. Es necesario que la formación tenga un impacto no solo a nivel empresarial, sino también en organizaciones, en la política y en la sociedad en su conjunto.
Para lograr una transformación efectiva en el modelo educativo, es necesario adoptar una nueva mentalidad y enfoque por parte de las instituciones formativas. Esto implica un cambio en la forma en que se enseña y se evalúa, fomentando la participación activa de los estudiantes, la colaboración, la creatividad y el pensamiento crítico. Las clases tradicionales, basadas únicamente en la transmisión de conocimientos, deben evolucionar hacia un enfoque más interactivo y práctico. Es importante utilizar herramientas y recursos innovadores, como plataformas digitales y simulaciones, para mejorar la experiencia de aprendizaje y mantenerse relevantes en un mundo en constante cambio.
En este proceso de transformación, la colaboración entre diferentes actores también juega un papel fundamental. Las instituciones formativas deben trabajar en estrecha colaboración con empresas, gobiernos y organizaciones de la sociedad civil. Esta colaboración permitirá comprender las necesidades del mercado laboral y adaptar la oferta formativa en consecuencia. Además, es esencial involucrar a los estudiantes y a la comunidad educativa en la toma de decisiones, fomentando una cultura de participación y empoderamiento.
En definitiva, al invertir en la formación, la actualización permanente y el desarrollo personal de los profesionales, podemos crear individuos capacitados y éticos que estén preparados para enfrentar los cambios que se están produciendo y contribuir a una sociedad más justa y próspera. La formación continua y el desarrollo de habilidades relevantes para el siglo XXI son fundamentales para construir una sociedad preparada para lo que está por llegar. Para ser actores del diseño del mundo que queremos.
Las instituciones formativas, por su parte, deben estar preparadas para adaptarse a estas nuevas circunstancias, desarrollar habilidades en las personas desde temprana edad, ofrecer una variedad de especialidades, invertir en tecnología de vanguardia y colaborar con diferentes actores. Solo así podremos preparar a las generaciones futuras y construir una sociedad preparada y próspera que sea capaz de enfrentar los desafíos del futuro.