Es necesario flexibilizar el sistema y sus estructuras para garantizar la salud y el bienestar de las personas

Maria José Daza Sierra
Directora Territorial de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en Andalucía y Canarias

El sistema de bienestar del que gozamos en nuestro país consiste en garantizarle a la población, entre otras cosas, el acceso a una sanidad de calidad que los atienda, cuide de su salud y los acompañe en sus procesos sanitarios. Esto lo entendió perfectamente nuestro fundador hace casi 500 años, cuando decidió que su lugar en el mundo era el de procurar alivio a las necesidades de “sus pacientes”, muchos de ellos personas sin recursos que, en plena enfermedad, vivían en las calles de Granada, la ciudad en la que nació la Orden de San Juan de Dios.

La sanidad, la salud, el bienestar de las comunidades en las que vivimos, concretamente la de Andalucía, han de adaptarse a las necesidades que plantean las personas que la constituyen. Se trata de la prestación de un servicio que está vivo y debe diseñarse atendiendo a las características de una población que nos plantea nuevos retos y necesidades.

La pirámide poblacional nos devuelve la imagen de una población madura, en la que nacen pocos niños y que se encamina hacia longevidad. Los gestores en salud debemos estar muy atentos a esto y a lo que implica, ir por delante y hacer un análisis de cuáles son las necesidades emergentes en este perfil poblacional. Y es por esto que se hace fundamental atender la inmediatez de aquellas patologías ya prevalentes que requieren de una intervención rápida y coordinada, como pueden ser las enfermedades de gran complejidad cada vez más frecuentes en la población joven, para lo que se requieren hospitales altamente preparados y a la vanguardia en la práctica y equipamientos clínicos, una red de recursos hospitalarios privados que venga a complementar y a disminuir la presión de la atención pública para garantizar ese acceso universal. Porque en este punto es importante puntualizar que la salud no tiene precio, la presten los sistemas públicos de salud de manera directa o indirecta, por lo que debemos gestionar los recursos disponibles de la forma más eficiente posible.

Pero también se hace primordial reparar en un área del bienestar y la sanidad que quizá no está siendo analizada con la prioridad que requiere, que vemos especialmente en la Orden de San Juan de Dios, y es que el hecho de que nuestras comunidades están formadas por más personas mayores y con mayor esperanza de vida nos arroja una situación sociosanitaria de cronicidad y dependencia sobre la que hay que poner el foco para ofrecer una respuesta digna y a tiempo.

No solo necesitamos ser impecables médica y tecnológicamente a la hora de curar, por ejemplo, enfermedades oncológicas; como gestores sanitarios tenemos que estar a la altura de todo, y esto implica replantearse la situación de muchas personas que atraviesan situaciones de vulnerabilidad porque padecen patologías que les van a acompañar hasta el final de sus vidas, y que requieren y van a requerir ingresos puntuales recurrentes; personas de edades avanzadas que no viven en núcleos urbanos y para las que el acceso a recursos sanitarios, de cuidados y acompañamiento es, cuando no imposible, muy complicado; hay que reparar en que la salud, la sanidad y lo sociosanitario hay que encontrarlos dentro de un edificio que se llame hospital; pero también deben salir de ahí para ir a buscar a aquellas personas, pacientes, que por múltiples circunstancias no pueden acudir a estos centros para recibir esa atención.

Atención Intermedia
En la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios estamos trabajando firmemente en esta línea de atención, que no implica abandonar otras que ya están en marcha. Ejemplo de ello son nuestros dos hospitales en la provincia de Sevilla, el del Aljarafe y el recientemente renovado San Juan de Dios de Nervión, donde prestamos una atención hospitalaria a la vanguardia, con grandes equipos médicos y sanitarios y medios muy avanzados. Pero, al mismo tiempo, estamos dando grandes pasos para atender una realidad más que palpable, y es que cada día es más complicado trazar una línea entre la sanidad y lo social, porque la salud de las personas va de la mano de la protección, inclusión y cuidados a los que pueden acceder. Por ello, hemos apostado por el concepto de Atención Intermedia Hospitalaria, es decir, esa área de especialización enfocada en las personas de edad, con enfermedades crónicas o enfermedades incurables, que promueve una recuperación más rápida de la enfermedad, evita el incremento del grado de dependencia y maximiza la autonomía de las personas atendidas, evitando el ingreso innecesario en un hospital de agudos. Cuando una persona mayor abandona su contexto habitual para ingresar en un hospital, generalmente sufre un desajuste, se desubica en muchos casos, y el ingreso en un hospital durante mucho tiempo implica la institucionalización del paciente ocupando, además, recursos hospitalarios que, por su clínica, no están siendo aprovechados por otro paciente que sí los necesita. Aquí es donde entra la Atención Intermedia, un recurso en el que ya trabajamos en el Hospital San Juan de Dios de Nervión, San Rafael de Granada o San Juan Grande de Jerez de la Frontera, todos ellos pertenecientes a la Orden Hospitalaria, y que está alcanzando muy buenos resultados en la experiencia de estos pacientes y sus familias.

Además, y en esta línea de llevar la salud y el bienestar dónde se necesitan más allá de las paredes de un centro, estamos trabajando en un proyecto que ya funciona en otras comunidades autónomas de la mano de San Juan de Dios, como es el ‘Rural Domus’, que consiste en movilizarnos nosotros, el personal sanitario y sociosanitario, para llevar la salud y el bienestar a aquellas personas que no pueden desplazarse por su edad, por sus dolencias o por la lejanía de sus residencias, hacia un centro u hospital.

Para todo ello, una institución como la nuestra está haciendo grandes esfuerzos, ideando y diseñando y proponiéndose ante las Administraciones Públicas como parte de la solución ante situaciones de las que debemos responsabilizarnos. Porque es lo que toca si de verdad estamos pensando en las personas, flexibilizar el sistema sanitario y sociosanitario y sus estructuras, ponérselo fácil a quienes ya encuentran demasiados escollos en su día a día.

Se lo debemos a nuestros mayores y a las personas que dependen de otra mano para seguir adelante con dignidad. Porque desde la sanidad también construimos inclusión, y una sociedad inclusiva es aquella en la que nadie se queda atrás, es una comunidad que afronta junta, con todos los recursos disponibles a su alcance, los públicos, los privados, los resultantes de alianzas estratégicas entre instituciones, las desigualdades que afectan a los más vulnerables.