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Fuensanta de la Paz, la experiencia de quien ha cuidado en silencio a la Virgen del Rocío
A sus 73 años, la jefa de restauración del Museo de Bellas Artes de Sevilla será la encargada de realizar las tareas de conservación a la patrona de Almonte

Han pasado poco más de 24 horas desde que el pueblo de Almonte puso en sus manos la salud patrimonial de su bien más preciado y, desde entonces, su teléfono no ha parado de sonar. Fuensanta de la Paz (Sevilla, 1950) ha recibido casi ... tantas felicitaciones por el encargo de la restauración de la Virgen del Rocío como peticiones de entrevista que, por ahora, ha preferido declinar por respeto al trabajo que tiene por delante y por ser muy rigurosa -como lo ha sido desde que inició su carrera profesional- con aquellos que le han encomendado esta tarea de una magnitud tan importante como controvertida a la vez.
La jefa del taller de restauración del Museo de Bellas Artes de Sevilla, cargo que asumió hace ya 25 años, es una apasionada de su trabajo, un oficio que ella misma define como «un ejercicio de búsqueda constante». Prueba de ello es que a sus 73 años es habitual verla con su bata blanca por los pasillos y los patios del antiguo Convento de la Merced Calzada -hoy convertido en la segunda pinacoteca de España- donde ha convivido con esculturas de Juan de Mesa, Roldán, o Martínez Montañés, y pinturas de Murillo, Zurbarán o Valdés Leal, entre muchos otros que sería imposible enumerar. De todos ha ido aprendiendo a lo largo de su vida. Como también lo hizo del profesor Francisco Arquillo, de quien fue una de las alumnas más aventajadas durante su paso por la Facultad de Bellas Artes de Sevilla.
En los casi cincuenta años de su vida que ha dedicado al estudio, protección, investigación y restauración de numerosas obras del Patrimonio Cultural ha asumido la responsabilidad -y el riesgo- de ponerse frente a frente del Cristo de la Clemencia de Montañés, de la Virgen de los Reyes o del Señor del Silencio de la Hermandad de la Amargura, además de participar en la restauración de la Esperanza Macarena de 1978. Sobre alguna de ellas decía hace un par de años en una entrevista concedida a ABC que se sentía «fuerte» para «discutir sobre criterios» y que no era partidaria de las limpiezas a fondo, «porque el tiempo también pinta, como decía Goya».
El reto que asumirá en los próximos meses no es cualquier cosa y ella es consciente de ello. No lo esconde. Pero Fuensanta conoce bien a la Virgen del Rocío, muy bien. En los últimos diez años la ha visto de cerca en varias ocasiones y ha acudido a la llamada de la Hermandad Matriz cada vez que se le ha requerido para valorar el estado de la imagen. Seguramente por eso, ella también sería consciente de las advertencias que realizaron las hermanas camaristas a la Junta de Gobierno hace ya algún tiempo, en las que mostraban su preocupación por la conservación de la talla.
El respaldo del pueblo de Almonte a estos trabajos ha sido unánime, porque para los almonteños la Virgen es cosa seria y siempre han querido lo mejor para Ella. Lo que toca ahora es intervenir para restaurarla, aunque eso suponga que durante tres meses no presida el camarín de la Ermita. Esas largas semanas de ausencia, la Virgen del Rocío estará con Fuensanta de la Paz, la restauradora que la ha cuidado en silencio en la última década. «Sólo pido que salga todo bien», dice. Son, por ahora, sus únicas palabras. El resto de lo que tenga qué decir lo hará a través de su experiencia y su profesionalidad desde el primer instante en que la tenga delante.
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