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El camino de... Hinojos

El Rocío 2019: Pilas o la amistad

Tribuna del periodista Francisco Robles

El Simpecado de la Hermandad de Pilas ABC

Francisco Robles

Si alguien quiere saber qué es el Rocío, que haga el camino con Pilas y que lea el pregón que le escribió Juan José Borrero este año. Ahí están las claves de esta fiesta que tanto se parece a la vida, de esta forma de vivir que se condensa en esos momentos irrepetibles que reconcilian al cuerpo con el alma, al alma con Dios, a Dios con la naturaleza. Fue al mediodía, con el sol santificado por el Ángelus rezado en medio de un verdor digno de una égloga de Garcilaso . Caminábamos bajo esa luz de plomo refrescada por el poniente marino. Al compás de las sevillanas donde los juncos le cantan a la Virgen poemas hilvanados por el tiempo y por el pueblo. Solo se oía el rasgueo suave de la guitarra, el susurro del cante templado por el camino. Como dijo Muñoz y Pabón en la crónica de la Coronación, a uno le gustaría tener algo más que una pluma o que un teclado de ordenador para describir el momento: una gubia, un pincel, el trino de un ruiseñor.

El alma elevada y el cuerpo refrescado por la cerveza fría que nos trae Juan el Pinguino, cohetero de la dinastía Pinguina que se empeña en hidratarnos con Cruzcampo de la carriola que sufraga la hermandad. Este buen samaritano es más terco que los bueyes que llevan el Simpecado que marca la fecha barroca de la fundación: 1650. Llevarle la contraria a un Pinguino o a una Pinguina es imposible. Como inevitable es recordar ese pregón de Borrero que fue capaz de emocionar sin salirse de los cauces del camino, de retratar lo que habíamos vivido y lo que íbamos a vivir para demostrar que la literatura es el reflejo stendhaliano del mundo. A la salida del pueblo habían caído pétalos de flores y confesiones a media voz. «No puedo ir al Rocío por la enfermedad de mi hija». La penitencia rima con la ausencia. Y el gozo, con el recuerdo a los que se fueron para quedarse con nosotros bajo esa luz infinita. Alguien se lo dijo al pregonero de Pilas. Tranquilo, Juanjo, que no va a llover. Y no ha llovido.

Si alguien quiere saber qué es el Rocío, que lea ese pregón encargado por la familia de Isidro Limón , hermanos mayores de la hermandad pileña. Y luego, que se acerque a estos caminos que se dirigen al imán de oro y memoria que nos llama con su presencia en la ermita con hechuras de santuario. Todo es tan normal, tan sencillo y tan auténtico, que no hace falta echarle más palabras al momento.

De pronto surge el cante. Espontáneamente. Sin que nadie lo fuerce. Mantavieja: así llaman al cantaor que esculpe sevillanas antiguas en el aire con voz de bronce ligeramente desgarrado. Sevillanas de otro tiempo para dejar en el camino una verdad como un templo: la amistad verdadera es un regalo de Dios. Amén.

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