Diez curiosidades sobre las naranjas de Sevilla que no conocías y te sorprenderán
Hércules, fundador mitológico de Sevilla, separó Europa y África antes de robar «naranjas» del jardín de las Hespérides - EFE/Jose Manuel Vidal

Diez curiosidades sobre las naranjas de Sevilla que no conocías y te sorprenderán

Descubre la relación de la fruta más sevillana con Hércules, Al-Mutamid, la reina María Mercedes, el Mundial de España '82 o la Expo del 92

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Descubre la relación de la fruta más sevillana con Hércules, Al-Mutamid, la reina María Mercedes, el Mundial de España '82 o la Expo del 92

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  1. ¿Trajo Hércules las naranjas a Sevilla?

    Hércules, fundador mitológico de Sevilla, separó Europa y África antes de robar «naranjas» del jardín de las Hespérides
    Hércules, fundador mitológico de Sevilla, separó Europa y África antes de robar «naranjas» del jardín de las Hespérides - EFE/Jose Manuel Vidal

    Cuenta la leyenda que el héroe de origen griego Hércules es el fundador mitológico de la ciudad de Sevilla. Su figura llegó a la actual tierra sevillana sobre el año 1.000 antes de Cristo como parte de los primeros navegantes fenicios que arribaron España. El mito de Hércules es conocido por todos los sevillanos por ello, pero la historia lo recuerda especialmente a partir de la leyenda de los doce trabajos que le encomendó su envidioso primo Euristeo.

    El décimo de ellos consistió en robar el ganado del gigante Gerión, que vivía en la isla de Eriteia, la actual Cádiz. Para llegar al encuentro con el monstruo de tres cuerpos, Hércules hubo de romper las montañas que unían África y España dando lugar, según la leyenda, al Estrecho de Gibraltar. Tras batir al gigante y apoderarse del mercado de cueros y pieles de toros que éste ostentaba, Hércules encaraba la recta final de su cometido.

    La undécima de sus labores consistía en robar la «manzana de oro» del Jardín de las Hespérides. Se pensaba que este fruto, que algunos identifican con las naranjas, otorgaba la inmortalidad. Pero no fue fácil para Hércules hacerse con la preciada pieza. Tuvo que viajar hasta un lejano jardín situado cerca de la cordillera del Atlas en el Norte de África y robar la ansiada «manzana dorada» después de superar, eso sí, a Ladón, el feroz dragón de cien cabezas que la protegía.

    Tras estos dos trabajos el encargo de Euristeo estaba práctiacamente cumplido. Sólo quedaba capturar al perro de tres cabezas Cerbero y sacarlo de los infiernos. Pero, ¿quién sabe si antes de terminar con sus tareas no decidió Hércules recuperar fuerzas descansando en la ciudad de Sevilla portando consigo «la manzana dorada» de la inmortalidad?

  2. ¿Quién introdujo realmente las naranjas en Sevilla?

    Más allá de diatribas mitológicas, la historia cuenta que las naranjas son el fruto de los árboles cítricos de origen chino que los comerciantes genoveses introdujeron en Europa durante el siglo X. Existe la certeza de que fueron los musulmanes quienes impulsaron en España el cultivo de la naranja y la creencia de que no lo hicieron interesados en su belleza, su olor, ni sus frutos. Cuando el árbol se importa de China lo acompaña la tradición de que aseguraba la felicidad de su dueño. Ese pudo ser, se piensa, el motivo principal de su rápida expansión por Al-Andalus.

    Puede sonar descabellado, pero esta superstición cobra cierto sentido si se contextualiza. En torno al siglo X el imperio musulmán ya ocupaba buena parte de la península ibérica, sin embargo el Califato de Córdoba o de Occidente pasaba por un periodo de decadencia que llevaría a fragmentar el Estado omeya en multitud de reinos conocidos como taifas . Poco después, en 1039, nacía Al-Mutamid, rey taifa de Sevilla, quien logró devolver cierto esplendor cultural a la ciudad. Si esta eclosión del imperio musulmán estuvo acompañado por el florecimiento del azahar en los naranjos que se extendían por las orillas del Guadalquivir solo la Historia lo conoce.

    De igual modo, solo un viaje pasado podría confirmar si es cierto o no que Ibn Ammar, el favorito de Al-Mutamid, mordía hojas de naranjo mientras disputaba su célebre partida de ajedrez con Alfonso VI de León, con quien el rey taifa había apostado el destino de la ciudad durante el asedio que el rey cristiano mantenía sobre Sevilla en el año 1078. Lo que si está constatado es que apenas un siglo después de estos hechos, entre 1172 y 1186, los naranjos entraron a formar parte importante de la religión musulmana en Isbiliya...

  3. El Patio de los Naranjos de la Catedral de Sevilla

    El patio de los naranjos de la Catedral de Sevilla
    El patio de los naranjos de la Catedral de Sevilla - rocío ruz

    Lo dicho. Los naranjos pasaron a mediados del siglo XII de los patios particulares a los lugares religiosos. Lo hacen para formar parte de los sahn, que es el nombre que dan los musulmanes a sus patios religiosos, que en el caso de encontrarse en una mezquita (también los hay en patios privados), son usados para las abluciones. Este es el rito por el que los musulmanes lavan su cuerpo para purificarlo antes de comunicarse con Alá mediante la oración.

    En los sahn era imprescindible la existencia de dos factores, fuentes con agua para para que los fieles puedan desprenderse de lo terrenal y algo de sombra para sobrellevar el calor y mantenerse limpios. En la antigua mezquita almohade de Isbiliya esta función la cumplían los naranjos plantados por los musulmanes. Actualmente, estos árboles siguen poblando el ahora conocido como Patio de los Naranjos de la Catedral de Sevilla, lugar al que se accede por la Puerta del Perdón. Los naranjos que allí se encuentran pueden ser, junto a algunos ejemplares del Alcázar, los más longevos de la ciudad con aproximadamente cien años de edad.

    Algo menos popular pero de igual solera es el patio de los naranjos que, sin poder visitarse, se encuentra en la iglesia del Salvador. Su caso también tiene origen religioso, pues el enclave era el antiguo sahn o patio de las abluciones de la mezquita de Ibn Adabbas que existía en ese mismo lugar y que mandó construir Abd al-Rahman II en el año 829.

    Sin embargo, el de la Catedral hispalense y el del Salvador no son los únicos patios de naranjos con arraigo dentro del conjunto monumental de Sevilla. También son conocidos los naranjos que acogen el Patio de Banderas próximo a la Catedral o el del Patio de la Doncella de los Reales Alcázares.

  4. Sevilla, la ciudad con más naranjos del mundo

    Naranjos bajo el Puente de Triana, con la capilla del Carmen al fondo
    Naranjos bajo el Puente de Triana, con la capilla del Carmen al fondo - millán herce

    No solo estos enclaves históricos pueden presumir de oler a azahar cuando florecen los naranjos. Son incontables los lugares de Sevilla en que se pueden encontrar naranjos. De hecho, el núcleo urbano de Sevilla es posiblemente el que mayor número de árboles de naranja amarga reúne en el mundo. En la actualidad son más de 40.000 los naranjos en la vía publica, patios y plazuelas hispalenses, situando a la capital de Andalucía como la primera ciudad del mundo en cantidad de árboles de esta especie.

    Cada año se recogen la friolera de 1'2 millones kilos de naranjas amargas de las calles de Sevilla. Por cierto, hablando del callejero hay que mencionar que el nomenclátor hispalense no se olvida de la importancia de este cítrico en la ciudad. Existe una pequeña vía, peatonal y sin salida, conocida como calle Naranjo. Es muy probable que usted no la conozca, pues se encuentra escondida tras la calle Baobab, una perpedincular a la avenida de las Juventudes Musicales, en las proximidades de la Glorieta Olímpica.

    Además, en el conocido como barrio de las Flores de Sevilla, en las inmediaciones de la Ronda de Pío XII, se encuentra la calle Azahar, en homenaje a la flor de los miles de naranjos que visten Sevilla. Apenas dos kilómetros de distancia separan ambas calles. Unos veinte minutos de paseo en que resulta casi imposible no cruzarse con alguno de estos árboles.

  5. La poesía más ilustre sobre los naranjos de Sevilla

    El patio interior de la Casa de las Dueñas, propiedad de la Duquesa de Alba, continúa poblado de naranjos
    El patio interior de la Casa de las Dueñas, propiedad de la Duquesa de Alba, continúa poblado de naranjos - abc

    No sólo el nomenclátor rinde culto a la importancia de los naranjos en la capital andaluza. La más rica literatura también ha puesto en valor este árbol. Sirva como ejemplo el caso del ilustre sevillano que fue Antonio Machado. El poeta, nacido en el Palacio de las Dueñas, pasó su infancia corriendo y jugando entre los naranjos de los patios y jardines interiores de esta casa señorial. Así recordaba aquel tiempo en su poema «A un naranjo y un limonero»:

    Naranjo en maceta, ¡qué triste es tu suerte!

    Medrosas tiritan tus hojas menguadas.

    Naranjo en la corte, ¡qué pena da verte

    con tus naranjitas secas y arrugadas!.

    ...

    De los claros bosques de la Andalucía,

    ¿quién os trajo a esta castellana tierra

    que barren los vientos de la adusta sierra,

    hijos de los campos de la tierra mía?

    ¡Gloria de los huertos, árbol limonero,

    que enciendes los frutos de pálido oro,

    y alumbras del negro cipresal austero

    las quietas plegarias erguidas en coro;

    y fresco naranjo del patio querido,

    del campo risueño y el huerto soñado,

    siempre en mi recuerdo maduro o florido

    de frondas y aromas y frutos cargado!

    También es célebre el «Romance de la Reina Mercedes» que versó la pluma del ilustre sevillano Joaquín Romero Murube en su obra «Canción del amante andaluz», fechada en 1941. Entre sus estrofas tienen cabida alusiones al naranjo tales como:

    El palacio de San Telmo

    tiene patios y escaleras,

    salones grandes de espejos,

    balcones, mirandas, rejas.

    galerías acristaladas,

    estatuas, fuentes, saletas.

    Y en el fondo del jardín,

    entre naranjos y adelfas,

    un merendero morisco

    junto a las Delicias Viejas,

    donde la Infanta Mercedes

    canta y ríe, borda y sueña.

    ....

    En San Telmo. junto al río,

    hay un bello naranjal.

    Están limpias las acequias.

    Los caños limpios están.

    Las albercas rebosantes.

    Las norias sin descansar.

    Para mantener la tierra

    en una tibia humedad,

    y que los naranjos cuajen

    en el más fino azahar.

    Porque con el Rey de España

    Mercedes se va a casar.

  6. Antonio «El Naranjero», padre de la reina María Mercedes

    El duque de Montpensier, conocido popularmente como Antonio «El Naranjero», tenía a mediadios del siglo XIX las inmediaciones del Palacio de San Telmo repleta de naranjas
    El duque de Montpensier, conocido popularmente como Antonio «El Naranjero», tenía a mediadios del siglo XIX las inmediaciones del Palacio de San Telmo repleta de naranjas - abc

    El «bello naranjal» junto al Palacio de San Telmo al que alude Romero Murube en su «Romance de la Reina Mercedes» fue célebre durante un tiempo en la ciudad. La vasta huerta que llegó a formar parte de los jardines de este enclave, actualmente ocupados por el Parque de María Luisa, era propiedad de Antonio de Orleans, duque de Montpensier, a quien la guasa sevillana llegó a bautizar como don Antonio «El Naranjero» por la enorme cantidad de tierras que dedicaba al cultivo de este frutal en la ciudad y sus aledaños.

    Este príncipe, hijo menor del último rey que ha conocido Francia, se casó con la infanta española María Luisa Fernanda de Borbón, también hija de María Cristina y hermana de Isabel II. Los duques de Montpensier se instalaron en Sevilla y desde su residencia en el Palacio de San Telmo hicieron fortuna, merced en parte, a su vasta producción de naranjas. El poder y la ambición de «El Naranjero» lo empujaban a disputar el trono a su cuñada, la reina Isabel II. Lo más cerca sin embargo que estuvo de de la corte fue al ver coronar a su hija María de las Mercedes, que se casó con su primo, el rey Alfonso XII. Apenas cindo meses después la joven reina murió a causa del tifus, con dieciocho años recién cumplidos.

    La relación de Antonio de Orleans con las naranjas la llegó a constatar el dramaturgo Benito Pérez Galdós en «La de los días tristes». En este obra relataba al referirse al duque de Montepensier que «Los que le critican por vender naranjas de los jardines de San Telmo, son esos manirrotos que no saben mirar el día de mañana, y viviendo solo en el hoy dan con sus huesos en un asilo». Aunque los designios de Antonio «El Naranjero» no fueron demasiado fructíferos, las chanzas a las que alude Galdós llegaban en parte de los miles de recolectores que el duque empleaba en sus extensos naranjales. El acervo popular reconoce que cantaban coplas sobre «El Naranjero» mientras recogían sus naranjas.

  7. La recolección de la naranja en Sevilla

    Una cuadrilla de operarios municipales lleva a cabo la recogida de la naranja agria en la trianera calle Betis
    Una cuadrilla de operarios municipales lleva a cabo la recogida de la naranja agria en la trianera calle Betis - josé galiana

    Desde aquellos tiempos de Antonio «El Naranjero» en Sevilla hay cosas que han cambiado en el proceso de recoger naranjas. La recolecta se sigue llevando a cabo para descargar los miles de naranjos que pueblan la ciudad pero las labores ya no las llevan a cabo cientos de jornaleros a las órdenes de un noble, sino que son trabajos que encomienda el propio Ayuntamiento de Sevilla a su personal funcionario de Parques y Jardines. Las labores se llevan a cabo durante unos tres meses en los que las cuatro brigadas que conforman 45 operarios recorren los once distritos de la ciudad para recoger la fruta.

    Sin embargo la técnica para recoger naranjas no ha cambiado desde hace siglos. Ésta se divide en cuatro etapas:

    1.- El zamarreón. Un peón va por delante de la cuadrilla con una escalera. Se sube a la copa del naranjo y desde arriba lo zamarrea hasta que caen las naranjas a mansalva al suelo.

    2.- El vareo. Como si de un olivo se tratara, otro peón pasa por los naranjos zamarreados y, con una vara, va eliminando las naranjas que queden.

    3.- Al macaco. El resto de la cuadrilla cierra el procedimiento recogiendo las naranjas del suelo y metiéndolas en un macaco o espuerta tras eliminar todas las ramas.

    4.- Al saco. Las espuertas se vacían en un gran saco que posteriormente recoge un camión. Mientras, los peones limpian las ramas del suelo.

  8. La naranja amarga, de Sevilla al mundo

    De la naranja amarga de Sevilla se extraen numerosos productos, como mermeladas, licores o pasteles
    De la naranja amarga de Sevilla se extraen numerosos productos, como mermeladas, licores o pasteles - josé galiana

    Tanta naranja amarga se puede recoger en Sevilla que su manufactura supone todo un negocio. Existe un dicho que admite que «del cerdo se aprovechan hasta los andares». Esta máxima bien podría atribuirse a los miles de naranjos que pueblan las calles, patios y plazas de Sevilla. Y es que, aunque los chinos y los musulmanes no lo sabían, el ingenio sevillano se encargaría de sacar numerosos productos a partir de este árbol cítrico.

    En el año 1923 las fabricas de transformación e industrialización de Destilerías Bordas Chinchurreta S.A se afanarían en sacar provecho de la naranja amarga, según recogen Sabina Rossini y José Elías Bonells en un conocido estudio. Tan sólo del fruto de la naranja amarga, que no se puede consumir directamente, se obtenía piel de naranja amarga deshidratada, aceite de esencia de naranja amarga, oleorresina y mermelada. Pero es que además, de las hojas de su árbol se extraían productos como el Aceite esencial Petitgrain Bigarade o el Absoluto Aguas de Petitgrain Bigarade. Además, de la flor del naranjo amargo, célebre y olorosa, se obtenía la decorativa flor de Azahar y se producen licores como el Agua de Azahar, el Aceite Esencial de Azahar, el Absoluto de Azahar o el Concreto de Azahar.

    Actualmente, buena parte de las naranjas de Sevilla se destinan a la elaboración de mermeladas. Es célebre que la fruta sevillana es la materia prima idónea para conformar una de las mermeladas más apreciadas en Buckingham Palace, y es que se cuenta que la «Seville Orange Marmalade» está presente hasta en la misma mesa de la reina Isabel II a la hora del té o del desayuno. No obstante, Gran Bretaña es uno de los principales importadores de la naranja amarga que se recoge en Sevilla. Otro de sus usos curiosos es el de emplear las cáscaras de naranja en los alambiques para dar matices a la ginebra Beefeater.

    Otro reciente uso para la naranja de Sevilla es la de servir de fundamento para los platos gourmet que hasta una treintena de establecimientos de la ciudad servirán hasta este próximo 23 de febrero dentro de la III Jornada de la Naranja de Sevilla.

  9. Naranjito, icono del Mundial España '82, es sevillano

    Los diseños finalistas para representar el Mundial de España '82. El célebre Naranjito fue el ganador
    Los diseños finalistas para representar el Mundial de España '82. El célebre Naranjito fue el ganador - abc

    ¿Quién no recuerda a Naranjito, la célebre mascota del Mundial de fútbol celebrado en España durante el año 1982? Seguro que es difícil dar con alguien a quien no le traiga recuerdos la imagen de este sonriente y patriota cítrico que vestía los colores de la selección nacional en un evento en que participaban decenas de países y seguido en todo el mundo. Lo que quizá pocos saben es que nació en Sevilla de la «relación» entre la cordobesa María Dolores Salto y el publicista sevillano José María Martín Pacheco. Según ha narrado con anterioridad el padre de la criatura, la idea le vino al caer a sus pies una naranja amarga de un árbol de la Plaza Nueva de Sevilla. El diseño nació así al más puro estilo newtoniano, el científico a quien el golpe de una manzana caída sobre su cabeza le llevó a enunciar la ley física de la gravedad terrestre: «Vi las naranjas y me pregunté ¿por qué no? Quería evitar lo del toro y la pandereta como mascota del Mundial», narraba Martín Pacheco. Parece que la Federación Española pensaba igual, puesto que el segundo premio del certamen lo encarnaba un torero-futbolista y el tercero recayó en la imagen de un toro con forma de balón de fútbol.

    Aunque en un principio la mascota elegida entrañó ciertas críticas, la imagen de este fruto tan sevillano, clásico también en las huertas de Murcia y Valencia, logró hacerse un hueco en el imaginario colectivo nacional. A sus creadores les reportó un millón de pesetas de las de entonces; mientras la Federación Española de Fútbol vendió los derechos a una empresa de merchandising por 1.400 millones de la época. Las camisetas, las tazas, los llaveros... todo eso llegaría más tarde, al igual que una serie de animación de 26 episodios llamada «Fútbol en acción» que protagonizaba Naranjito junto a su novia Clementina, sus amigos Citronio e Imarchi y el archienemigo de todos, un terrorista llamado Zruspa al que acompañaba una banda de sicarios conocidos como los Cocos. Aquí algunas imágenes:

  10. El cartel de la Expo '92, un naranjo sevillano

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    Diez años después de que los estadios Ramón Sánchez-Pizjuán y Benito Villamarín de Sevilla concentraran parte dela atención mundial con motivo de la celebración del Mundial de España, otro gran evento internacional convertiría Sevilla en foco de atención universal: la Expo '92.

    Poco queda por contar sobre la Exposición Universal que permitió a la ciudad proyectarse hacia el futuro. Pero hay un detalle para muchos olvidados. El cartel elegido para representar el evento mostraba, nada más y nada menos, que un naranjo cuyos frutos y sombra se desparramaban sobre un inmenso solar vacío (quizá la calle Betis) con el río Guadalquivir al fondo. Esta metáfora ilustrada por el francés Guy Billout consiguió seis de los trece votos de un jurado que tuvo que valorar las creaciones de 33 de los mejores cartelistas del mundo. La ocasión lo merecía, no solo por la repercusión mundial que llegó a alcanzar la Expo '92, sino porque el premio por ser el cartel elegido ascendía a tres millones y medio de pesetas. La decisión estuvo cargada de polémica, pero el concurso no podía quedar desierto. Es por eso que finalmente todos los carteles finalistas compartieron protagonismo. Entre ellos, el diseño de Jacobo Pérez Enciso que mostraba un dibujo de la Torre del Oro tras algunas palmeras o la creación de Jean Michel Folon que centraba su fuerza en una cifra clave para Sevilla, el 92.

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