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Don Juan, vecino de Sevilla

El «Tenorio» y «Don Giovanni», emblemáticas recreaciones del mito donjuanesco, coinciden en sendos escenarios sevillanos la segunda quincena de noviembre, su mes por excelencia

Don Juan, vecino de Sevilla JUAN FLORES

JAVIER RUBIO

No hay mito como el de Don Juan, que ha estimulado la imaginación de dramaturgos, poetas, músicos, coreógrafos, cineastas y artistas plásticos durante los últimos cuatro siglos de vigencia. En el imaginario colectivo europeo, la figura del libertino -hoy lo tildaríamos como depredador sexual- al que el convidado de piedra defenestra a los infiernos tras su negativa a arrepentirse de su actitud disoluta comparte podio con nuestro Don Quijote y el shakespeariano Hamlet. Pero a diferencia de sus dos compañeros arquetípicos, Don Juan tiene asiento en una ciudad que parece soñada para él: Sevilla.

Se trata de una urbe mítica también, la capital metropolitana de la Carrera de Indias, cabeza aristocrática de linajes señoriales e hidalgos calaveras que cruzan apuestas sobre la honra de las mujeres a las que mancillan por puro goce y destino de monjas y novicias que aguardaban en ella el salto al Nuevo Continente a bordo de un galeón. Pero también la ciudad de los rufianes, los arrebatacapas y las busconas arracimadas en el compás de la Laguna, no muy lejos de los muelles del Arenal donde la Flota de Indias aguardaba su partida flameando los gallardetes. No es extraño pues que Tirso de Molina situara en aquella ciudad su obra «El burlador de Sevilla y convidado de piedra», manantial inagotable y salutífero del que han bebido todas las versiones, actualizaciones y extrapolaciones que en el mundo han sido.

Don Juan tiene asiento en una ciudad que parece soñada para él: Sevilla

Por si ese ambiente no resultara suficientemente propicio, el terreno terminó de abonarlo la leyenda del venerable Miguel de Mañara, cuya biografía legendaria muchos confundieron con la inspiración del mito de Don Juan a pesar de que las fechas en que vivió el hermano mayor de la Santa Caridad no concuerdan con las de publicación de la primigenia obra sobre el burlador sevillano. Pero disparó la imaginación de los autores y ligó para siempre al incorregible seductor con la ciudad barroca de Mañara.

La casualidad ha querido que este año coincidan en cartel dos visiones del mito donjuanesco en la misma ciudad que lo vio alumbrar. En el Teatro de la Maestranza, se va a representar entre el 21 y el 29 de noviembre la ópera «Don Giovanni»de Mozart, una de las grandes composiciones de todos los tiempos y acaso la más acabada de las obras maestras del compositor salzburgués. El mito lo han visitado también Gluck, Richard Strauss y Stravinsky, entre una pléyade de autores de todas las épocas.

Y sobre las tablas del teatro municipal Lope de Vega podrá seguirse el «Don Juan Tenorio» de Zorrilla, la obra dramatúrgica responsable de la popularización y hasta vulgarización romántica del mito a partir de su estreno en 1844, casi medio siglo después de la ópera de Mozart y más de doscientos años después de la primera publicación de Tirso de Molina, lo que da idea de la pervivencia de un personaje inagotable.

La coincidencia de ambas obras en los dos primeros teatros de la ciudad a mediados de noviembre se presenta como una ocasión propicia en todos los sentidos para explorar el mito. Cada año, además, son numerosas las representaciones callejeras y actividades en torno al personaje, con recitado de los versos y escenificaciones en la plaza de Refinadores, en pleno barrio de Santa Cruz, donde Sevilla erigió una estatua en 1975 a su hijo más universal. La fecha tradicional de representación de la obra de Zorrilla en noviembre para hacerla coincidir con intención catequética con la festividad de Todos los Santos y la fecha que en el calendario litúrgico recuerda a los fieles difuntos con la visita a los cementerios, justo donde el libertino acaba sus días condenado por su vida disipada.

El «Don Juan Tenorio» es la obra de teatro más representada en España y habrá pocas de las que una gran mayoría de ciudadanos sea capaz de recitar al menos un par de estrofas, como es el caso. La versión que se pondrá sobre el escenario del teatro Lope de Vega es una adaptación del dramaturgo Juan Mayorga con dirección de la también actriz Blanca Portillo.

En el caso de la producción operística del «Don Giovanni» mozartiano, el barítono malagueño Carlos Álvarez se reencontrará con el público sevillano incorporando el rol del burlador como cabeza de un reparto de excepcionales voces españolas. La dirección musical de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla corre a cargo de Maxim Emelyanychev, en tanto que la dirección artística corre a cargo de Mario Gas.

Curiosamente, no hay ni una sola cita ni frase en el libreto de Lorenzo Da Ponte sobre el que trabajó Mozart para su composición que nombre a Sevilla, sino que sitúa la acción en una indeterminada ciudad española. Pero basta estar en Sevilla para darse cuenta de que el mito universal sólo podría vivir aquí.

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