Feria de Abril 2015
Los Remedios no tiene remedio
Los vecinos urgen medidas para sobrevivir a la celebración

Robos, vandalismo, suciedad, botellona, ruidos, problemas para acceder a sus casas, peleas, caballos por las aceras, derrama comunitaria para pagar a un vigilante, éxodo forzoso a las playas, venta ambulante...
Los vecinos de Los Remedios ya están acostumbrados a todo eso y más, antes, durante y después de la Feria.
Desde que se trasladó la celebración al real colindante al barrio las molestias no sólo han ido creciendo con el paso de los años sino que ningún equipo de gobierno municipal ha puesto pie en pared «consintiendo que en la zona residencial se haga lo que no se puede hacer en el recinto y desoyendo un año tras otro las quejas de los vecinos», según Hipólita Tovar, afectada y líder vecinal que ha participado en muchas reuniones del Distrito; y, Emilia de la Serna, abogada y portavoz de la asociación de vecinos Guadalquivir.
De la Serna denuncia que «el Distrito no se ha dignado tratar el tema con las asociaciones, no da explicaciones de cómo van las propuestas hechas por cualquier asunto del barrio ni de por qué no se ejecutan tras meses y años de estar aprobadas; y, en cuanto a la Feria, tampoco se toman medidas».
A todo ello el delegado de Fiestas Mayores, Gregorio Serrano, contesta que se está intensificando los controles para garantizar el descanso de estos vecinos que sufren por vivir cerca de la Feria pero que también tienen ventajas por tenerla a dos pasos.
Además, se dedicará diez equipos policiales durante la Feria de manera exclusiva y sin ningún otro cometido, a perseguir las botellonas. El Ayuntamiento ha decidido tomar esta medida después de los problemas que esta práctica generó el año pasado, sobre todo en la Portada y en las calles de Los Remedios más próximas al real.
«En Los Remedios —sigue De la Serna— hay botellón sin control que se centra en Lipasam, reyertas y pequeñas botellonas por todo el barrio. En Feria hay enormes concentraciones de este tipo en la entrada y en la zona de Virgen de la Antigua y Asunción. Los caballos se suben en las aceras e incluso consumen en la puerta de bares. En entradas de estaciones de metros, especialmente en la de Plaza de Cuba, hay grandes aglomeraciones, hay problemas de tráfico para residentes, porque, a veces no nos deja entrar la Policía en nuestra calle, a pesar de estar vacía y a pesar de tener nuestros aparcamientos allí».
Agrega que si se quiere entrar por el final de República Argentina, desde la SE-30, «te echan para atrás y te obligan a dar toda la vuelta por el Altozano y todo ello a pesar de tener tu DNI indicando que vives en dicha avenida principal del barrio».
Relata el vandalismo que sufren, especialmente en las zonas más cercanas a la Feria así como la presencia de botellas rotas, orines, restos fisiológicos, peleas y una «falta de policías por las calles que aumenta aún más la inseguridad». El ruido no se queda atrás.
«No se controla ni el volumen de ruidos de la calle del Infierno ni el de las casetas. El ruido de la música de casetas cercanas a la entrada de la Feria es insoportable en las viviendas.
La hostelería, como el resto del año, «especialmente respecto a los veladores, incumple toda la normativa ante la pasividad del Ayuntamiento» dice Emilia de la Serna quien lamenta que ignore tanto a las asociaciones que ya «ni nos recibe ni invita a la caseta de Feria porque no somos de interés».
Reconoce que los vecinos asumen y entienden que una celebración masiva como la Feria ha de conllevar ciertos cambios en la vida normal del barrio y que tienen que aceptarlos con comprensión y buena voluntad.
«Lo que no podemos aceptar es la falta total de planificación para la llegada masiva de personas al barrio y la falta de reuniones con las asociaciones vecinales y partidos de la oposición para planificar la Feria», termina.
Hipólita Tovar recuerda que llevan años solicitando más control y medidas para garantizar la tranquilidad. Los vecinos quieren que «las calles aledañas a la Feria sean tratadas como el real en materia de limpieza y seguridad, que aumente la presencia policial desde la semana anterior en el barrio como medida disuasoria y que se recuerde a los responsables de los bares la obligación de respetar estrictamente las leyes, y las ordenanzas municipales».
Tovar no deja atrás a los «individuos de conducta no deseable que frecuentan el barrio, roban en tiendas, comunidades y viviendas, pernoctan y duermen las borracheras en los descansillos de las escaleras e, incluso, algunos hacen sus necesidades».
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