Día de la Policía Nacional
Los ángeles custodios de carne y hueso
José Jiménez, un sevillano de 74 años, se ha reencontrado este lunes con los dos policías nacionales que le salvaron la vida aquel 29 de diciembre de 2022, cuando el corazón se quebró

El 29 de diciembre de 2022 es una fecha inolvidable para José Jiménez, un sevillano de 74 años a quien se le quebró el corazón aquel día en mitad de la avenida Marqués de Pickman. Cayó fulminado al suelo y a punto estuvo de ... no contarlo. Dos policías nacionales que patrullaban por la zona, desplegaron las alas como dos ángeles custodios y le dieron la energía suficiente a su débil corazón.
Este lunes los tres protagonistas de esta historia se han vuelto a reencontrar en la plaza de San Francisco de Sevilla, donde el Cuerpo Nacional de Policía ha celebrado la festividad de sus patronos, los Santos Ángeles Custodios. José había sido invitado para que pudiera presenciar en directo la imposición de la medalla al mérito policial para Israel y Pablo, los dos agentes de Seguridad Ciudadana destinados en la comisaría de la Macarena que le devolvieron la vida.
«Yo volví a la vida aquel día. Por eso siempre digo que tengo una fecha de nacimiento y otra de renacimiento», sonríe un José emocionado. En uno de los puños de su camisa se ha pegado la pegatina que el personal de protocolo había puesto en el asiento que le habían asignado: «Persona salvada por la Policía Nacional» se podía leer. «Esto me lo llevo de recuerdo. Para mi es un orgullo».
A los pocos segundos se suman a la conversación los dos agentes que ya se han hecho un hueco en el corazón de José y su familia. «Estábamos patrullando y observamos que había un grupo de personas que se había arremolinado sobre alguien que estaba tirado en el suelo. Cuando llegamos había perdido la conciencia, así que iniciamos la RCP y estuvimos con la maniobra unos 13 minutos«. Un tiempo que fue clave porque José entró en parada hasta el cuatro ocasiones.
Y se comieron las uvas
Cuando llegaron los servicios sanitarios, lo trasladaron al hospital donde permaneció en la UCI 19 días. Los policías confiaban en que José «se comería tarde o temprano las uvas con ellos», dice uno de los agentes entre risas.
Y así fue, en marzo, cuando ya se encontraba recuperado, su familia le preparó una fiesta sorpresa a la que acudieron, como no podía ser de otra manera, los dos ángeles custodios que el destino le había puesto en su camino. José enseña un vídeo que tiene guardado en su teléfono móvil del momento en el que abrió la puerta de la cochera donde le esperaban todos para cantarle con su poquita de guasa aquello de «no estaba muerto, que estaba de parranda».
Cuando se les pregunta a estos policías qué sintieron al saber que aquel hombre había salido de un trance muy difícil. La respuesta es inequívoca: «Satisfacción porque habíamos ayudado a un buen hombre y ésa es la mejor recompensa».
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