URBANISMO
Arquitectura internacional de autor, eterna asignatura pendiente de Sevilla
La ciudad acumula décadas de encontronazos con reputados proyectistas con encargos fallidos o paralizados
Aldo Rossi, Álvaro Siza, Ricardo Bofill, James Stirling, Zaha Hadid... la lista de proyectos fracasados es larga
La intervención de Kengo Kuma en la fábrica de tabacos de los Remedios, nueva oportunidad para los 'arquistars'

Ya casi nadie se acuerda, pero Sevilla dejó perder la oportunidad de contar con un edificio de Aldo Rossi. Y de Álvaro Siza. Y de James Stirling, como también de Zaha Hadid, Norman Foster, Ricardo Bofill, Jean Nouvel, Arata Isozaki… A ... Moneo se le frustró un proyecto cuando estaba en marcha y dos de los mejores pabellones internacionales de la Expo92 se perdieron para siempre. La colección de nombres reputadísimos de la arquitectura internacional -lo que dio en llamarse el 'star system' de los arquitectos- que no pudieron dejar su huella en Sevilla sobrepasa con creces a la de quienes finalmente pudieron hacerlo, aunque en medio de controversias sin número y polémicas ciudadanas.
La arquitectura internacional de autor, incluso si se critica su indiferencia hacia la historia y el contexto urbano de proyectos clonados de ciudad en ciudad, es una asignatura pendiente de Sevilla. En los últimos lustros, sólo Richard Rogers pudo completar sin mayores incidencias su proyecto de oficinas sostenibles en Palmas Altas como sede de la empresa Abengoa. La matriz de la multinacional está en fase de liquidación y los inmuebles se convertirán en sede de la Ciudad de la Justicia, por lo que Junta de Andalucía tiene ahora que presentar la rehabilitación y reforma de los siete edificios administrativos con el riesgo siempre latente de desvirtuar el proyecto original. Rogers, muerto en 2021, no estará para hacerse valer.
La visita esta semana del arquitecto japonés Kengo Kuma, que va a encargarse de la reurbanización de la antigua (pero reciente) fábrica de tabacos de Los Remedios ha traído a la primera línea de la actualidad la intervención de estos arquitectos estelares capaces de construir un estilo propio pasando por encima, si hace falta, del paisaje urbano donde se insertan sus proyectos. Pero su nombre y su marca asociada no bastan en muchos casos para sacar adelante sus iniciativas, que acaban embarrancados en la burocracia, en el rechazo vecinal o estrecheces presupuestarias sobrevenidas.
La que sigue es una relación, en absoluto exhaustiva, de proyectos de esa arquitectura estelar que se adueñó del panorama internacional en la última década del siglo XX y la primera del milenio siguiente. No siempre son sinónimos de excelencia del proyecto y, en algunos casos, sus nombres fueron utilizados como coartada para encubrir operaciones urbanísticas de dudoso encaje para el interés de la ciudad. Sin embargo, a la vista de la pésima arquitectura y su capacidad para destruir el tejido a la vez que el paisaje urbanos que nos está dejando la proliferación de residencias universitarias, casi se echan de menos aquellos augustos nombres y sus proyectos de nombradía.
1

1978 y 1989
Aldo Rossi
Corral del Conde y teatro flotante
Aldo Rossi (1931-1997) llegó a ser el más influyente de los teóricos europeos sobre arquitectura de la posguerra. Con una visión sobre el urbanismo y la ciudad a escala humana que creó escuela, su obra 'La arquitectura de la ciudad' fue libro de cabecera de generaciones de jóvenes arquitectos españoles en el tramo final de la dictadura franquista. En Sevilla no tuvo nunca suerte. Y eso que la amaba y la visitaba con asiduidad, por ejemplo, para dictar una conferencia en 1975, con Franco vivo todavía, titulada 'Cuestiones de los centros históricos' como extensión de la exposición sobre Walter Gropius en el Museo de Arte Contemporáneo en la antigua cilla del Cabildo que dirigía un jovencísimo Víctor Pérez Escolano.
Rossi tropezó dos veces con las mismas piedras de la calle Santiago y quedaron frustrados tanto la rehabilitación del Corral del Conde que le había encargado la empresa Pro Sevilla en los años 70 como la del exconvento de Santa María de los Reyes por parte de la Consejería de Obras Públicas de Jaime Montaner con José Ramón Moreno como director general de Arquitectura y Vivienda.
El propio Aldo Rossi confesó con pesar ambas circunstancias en una minientrevista publicada en ABC cuando el debate en torno a la ampliación del museo del Prado: «Amo mucho a Madrid y al Museo del Prado. En realidad, mi relación cultural y personal con España no ha sido afortunada. He proyectado el Corral del Conde en Sevilla, que luego ha sido transformado con una solución comercial; he recibido el encargo para el Museo de Santa María de los Reyes de Sevilla y nunca más he sabido nada». En el antiguo cenobio iban a levantarse cincuenta viviendas protegidas y un museo de la arquitectura.
Todavía hubo otra intentona que no pasó del nivel de idea sin materialización: un teatro flotante a la manera del Teatro del Mundo que había diseñado para la Bienal de Venecia de 1980. La Comisión de Arquitectura de Andalucía llegó a estudiar en marzo de 1989 la propuesta para construir un escenario que podría navegar entre San Telmo y la Barqueta. No hay ni que decir que el proyecto del teatro flotante se hundió incluso antes de soltar amarras.
2
1986
Álvaro Siza
Corral de las Vírgenes
Álvaro Siza (1933) es el más venerable de los arquitectos portugueses y como tal lo reconoció la Universidad de Sevilla con su doctorado honoris causa en 2011, pero su propuesta para el corral de las Vírgenes en la calle Tromperos nunca salió adelante. El entonces rector, Joaquín Luque, lamentó en la ceremonia de doctorado que aquella iniciativa se frustrara por diversos motivos administrativos. En 1986, ABC publicaba que «edificios de interés histórico, corrales antiguos de vecinos, inmuebles y áreas completas o barrios de especial interés en todas sus construcciones están siendo comprados por la Junta de Andalucía en las ocho provincias de la comunidad, por un valor que el próximo año alcanzará tres mil trescientos millones de pesetas, para convertirlos en viviendas de alquiler no superior a seis mil pesetas mensuales». Era el caso de los corrales de las Vírgenes y Tromperos, cuyas dos fincas se habían agrupado, cuya rehabilitación se encargó a Siza, pero acabó en una maraña administrativa durante ocho largos años hasta 1994 en que un nuevo proyecto recibió permiso para la demolición de los patios y la alteración de su fisonomía. Tampoco tuvo suerte en el concurso de ideas para el diseño de la Expo92, al que había sido invitado y cuyo primer premio ganaron ex aequo Emilio Ambasz y José Antonio Fernández Ordóñez.
3
1989 y 2009
Ricardo Bofill
Marina de Sevilla y Puerto Triana
Ricardo Bofill (1939-2022) estaba en la cresta de la ola a mediados de los años 80 cuando el Gobierno de Felipe González iba a nombrarlo comisario de la Expo92. La resonancia que obtuvo con su intervención en el antiguo mercado de Les Halles de París le había granjeado popularidad internacional desde mediados de los 70. Bofill nunca comisarió la Expo92 ni levantó proyecto arquitectónico alguno en Sevilla. Su relación con la ciudad fue de desencuentro en desencuentro. Manuel del Valle había intentado encargarle la ordenación de las márgenes del río en su tramo urbano al estilo de los 'waterfronts' norteamericanos, pero la propuesta naufragó. En 1989, la empresa de Manuel Prado y Colón de Carvajal Trebolquivir presentó el proyecto Marina de Sevilla para convertir la cabecera del antiguo brazo fluvial de los Gordales (donde está el Club Náutico y la calle Curro Romero de la Feria) en un complejo turístico con atraque de yates, hotel de gran lujo, tiendas y espectáculos vagamente inspirado en el modelo de Las Vegas, pero la marina se fue también a pique. Más de dos décadas después, Bofill firmó la primigenia ordenación urbanística de Puerto Triana, la zona comercial y de servicios al sur de la isla de la Cartuja en la que planteaba un proyecto aterrazado con 73.000 metros cuadrados de superficie comercial en la que sobresalía una torre que tuteaba a la del pabellón de la Navegación de Vázquez Consuegra. La operadora holandesa Rodamco impulsó la ordenación hasta que el cambio de comercial a administrativo de hasta 50.000 metros cuadrados la sacó del proyecto, que claramente iba apostando por un rascacielos como el que luego se levantó.
4

1989
James Stirling
Centro comercial en Nervión
Sir James Stirling (1926-1992) era una institución cuando presentó, en el despacho del gerente de Urbanismo, su proyecto de edificios comerciales para la pastilla de suelo recalificada a última hora en el PGOU de 1987 justo delante del estadio Ramón Sánchez Pizjuán. Aquella decisión de los planificadores fue muy controvertida, porque de la noche a la mañana concedía multimillonarias plusvalías por un suelo que siempre se había usado como aparcamiento. El nombre de Stirling apareció entonces como un salvoconducto para acallar las críticas dada su indiscutible trayectoria profesional. En 1989 planteó dos edificios de 25 plantas abrazando una gran plaza que sirviera de acceso a la tribuna del estadio, pero su propuesta de colocar jardines en altura no pasó el corte administrativo y el proyecto se estancó cuando se había completado la losa y las paredes de cimentación. Pasaron los años, vinieron las lluvias y con ellas patos y aves protegidas que hubo que retirar antes de dar luz verde al reinicio de las obras. Sólo que para entonces el proyecto de Stirling había volado también: lo que se ve hoy no tiene nada que ver con lo que diseñó el escocés. Eso sí, los aprovechamientos permanecieron intactos.
5
1998
Rafael Moneo
Edificio administrativo del Prado
Rafael Moneo (1937) fue el primer arquitecto español en recibir el prestigioso premio Pritzker en 1996. Sevilla luce dos edificios salidos de su estudio. El primero, la sede de Previsión Española, hoy Helvetia, pasa por ser uno de los mejores inmuebles contemporáneos en diálogo con el caserío sevillano por la pureza de líneas que exhibe y la marcada horizontalidad que no le resta protagonismo a la Torre del Oro que tiene enfrente. El otro, la terminal del aeropuerto para la fecha emblemática de 1992 presenta más sombras que luces. El edificio administrativo en el Prado de San Sebastián que le encargó el Ayuntamiento presidido por Soledad Becerril iba, en cierto modo, a deshacer ese empate, pero no pasó del papel. Alfredo Sánchez Monteseirín se encargó de revocar la obra ya adjudicada a Dragados aplicando el demagógico argumento de que iba a costar 6.000 millones de pesetas, aproximadamente la cuarta parte de lo que importaron las Setas de la Encarnación que auspició en su mandato. Más de dos décadas después y una reclamación judicial por parte de Dragados, el solar donde iba a levantarse el edificio administrativo de Moneo sigue baldío para que aparquen los autobuses de Tussam retirados de línea.
6
2006
Zaha Hadid
Biblioteca universitaria del Prado
Zaha Hadid (1950-2016) se hizo un nombre entre los 'arquistars' con sus propuestas deconstructivistas de formas casi imposibles. En Sevilla, su proyecto de 2006 para una biblioteca universitaria en el Prado de San Sebastián fue paralizado por orden judicial y, más tarde, demolido hasta los cimientos para que no quedara ni rastro. La broma costó 9,2 millones de euros entre la estructura que se completó y los trabajos de demolición una vez que el Supremo dictaminó en 2011 que la construcción era contraria al PGOU y, por consiguiente, imposible de legalizar. Las autoridades municipales y universitarias -que nunca asumieron responsabilidades por el despropósito- buscaron en Hadid el burladero perfecto tras el que parapetarse de las críticas vecinales por haber violentado el planeamiento urbanístico. ¿Quién iba a osar oponerse a que Sevilla incorporara un edificio de tan prestigiosa arquitecta angloiraquí aunque fuera casi de catálogo con desprecio absoluto del contexto urbanístico? Pues hubo quien se opuso -entre ellos, preeminentes ex altos cargos de la Gerencia de Urbanismo- con mucho fundamento soportando terribles presiones hasta que los tribunales acabaron dándoles la razón. Fin de la historia.
7
2006
Nouvel, Foster, Isozaki, Vázquez Consuegra
Nuevo barrio en terrenos de Heineken
Cuanto quedó del proyecto de ordenación de los suelos de Heineken (en la avenida de Andalucía) y Abengoa fue una foto. En plena euforia económica de la primera década del siglo, el alcalde Monteseirín se asomó en mayo de 2006 al balcón de la Alcaldía con la flor y nata de la arquitectura internacional: Jean Nouvel, Norman Foster, Arata Isozaki y Guillermo Vázquez Consuegra. Iba a ser un barrio nuevo, una fastuosa operación inmobiliaria con una inversión de 330 millones de euros para incorporar al catálogo arquitectónico de la ciudad de un solo golpe edificios de tres de los más famosos arquitectos internacionales del momento. Era una de esas combinaciones de billar a tres bandas en las que todas las bolas embocan a la vez. O no y el choque las despide violentamente. Fue que no: la carambola se frustró con la crisis inmobiliaria de 2008 iniciada por la caída del banco Lehman Brothers en Wall Street y la repercusión del terremoto se llevó por delante a Urvasco, la compañía que iba a acometer la promoción y cuyo propietario también se fotografió ufano en el Ayuntamiento. Nunca se vieron planos de la ordenación del barrio ni queda constancia en los porfolios virtuales de los arquitectos. Sólo en el de Foster se alude de pasada a un «masterplan for Seville» del que nunca más se supo.
8
2020
Cruz y Ortiz
Reordenación del entorno de Santa Justa
El proyecto de los arquitectos sevillanos Antonio Cruz y Antonio Ortiz para la reordenación urbanística del entorno de su estación de trenes de Santa Justa puede engrosar la lista de ideas fallidas. El gestor de las infraestructuras ferroviarias y el Ayuntamiento de Sevilla se resisten a admitir su propuesta y prefieren un modelo más impersonal. Se trata de reducir costes y maximizar beneficios, aunque el paisaje urbano pierda un elemento de construcción visual en una zona sin mucho protagonismo.
9

1992
Nicholas Grinshaw
Pabellón del Reino Unido
Nicholas Grinshaw (1939) firmó un impecable pabellón para el Reino Unido en la Exposición Universal de Sevilla: un ejercicio práctico de construcción modular sin soldaduras, ecosostenible y muy ajustada al entorno con una fachada de cristal recorrida por una catarata de agua mirando al este y contenedores cerrados hacia el oeste para mitigar la radiación solar. En el techo, paneles solares y velas en las caras norte y sur para crear diferentes ambientes de luz. El crítico y arquitecto Colin Davies dijo del pabellón que hacía «varias proposiciones sobre la relación del hombre con el medio ambiente y el potencial beneficioso de la tecnología, demostrando que la ecología y la alta tecnología no tienen por qué ser mutuamente excluyentes». Pero se desmontó y Sevilla sólo pudo presumir de él durante el tiempo de la Expo92.
10
1992
Tadao Ando
Pabellón de Japón
Tadao Ando (1941) fue el responsable del mejor pabellón de la Expo: el de su Japón natal, una soberbia construcción en madera ensamblada (se publicitaba que no tenía ni un solo tornillo ni clavo) como los antiguos palacios de los shogunes (señores feudales) nipones. Aquella obra, impresionante, le abrió muchas puertas a Ando, como él mismo ha reconocido en alguna ocasión: «Tengo la obra de Sevilla muy arraigada en el corazón. Para mí fue un gran desafío construir un gigantesco pabellón de 30 metros de altura de madera, y además en España, cuya base cultural está en la construcción de piedra. Sobre un trabajo siempre planea el fracaso, pero si uno tiene miedo al fracaso nunca puede plantearse desafíos». Luciano Benetton, dueño de la marca de ropa, quedó impresionado y lo llamó para construir el cuartel general de la compañía en Treviso. Y también lo catapultó para intervenir en Venecia y en la Bolsa de París. Lo único negativo de aquel majestuoso edificio asombroso fue su carácter efímero, conforme el Gobierno japonés se había comprometido: acabó la Expo, lo desmontaron y sólo queda su recuerdo.
11
2007
César Pelli
Torre Sevilla
César Pelli (1926-2019) había diseñado las Torres Petronas en Kuala Lumpur en 1992 y eso lo convirtió en un referente internacional de la construcción de rascacielos y edificios en altura. Así que cuando las cajas de ahorro sevillanas tomaron el control de Puerto Triana fueron a buscarlo para que proyectara el rascacielos en la isla de la Cartuja con la pretensión -completamente en serio- de convertir esa zona en el distrito financiero de la capital de Andalucía. La construcción pasó por todas las vicisitudes imaginables: se fusionaron las cajas de ahorro y acabaron absorbidas por la Caixa, los partidos políticos se dividieron a favor y en contra y la Unesco objetó el impacto paisajístico que tendría la torre sobre el conjunto monumental de la Catedral, el Alcázar y el Archivo de Indias declarado Patrimonio de la Humanidad en 1987. Juan Ignacio Zoido, que había hecho bandera en contra del proyecto como concejal en la oposición, acabó de alcalde defendiéndolo en San Petersburgo en una reunión de la Unesco en la que hubo que maniobrar con sutileza por debajo de la mesa para que el rascacielos no acarreara desposeer a Sevilla de su patrimonio mundial. Finalmente, tras una inversión que la propia entidad financiera cifró en 320 millones de euros, el rascacielos se inauguró en 2018. Caixabank eligió como nombre comercial Torre Sevilla aunque durante su construcción se conoció vulgarmente como Torre Pelli.
12
2010
Jürgen Mayer
Metrosol Parasol
Jürgen Mayer (1965) se impuso en el concurso internacional de ideas del año 2004 para construir un edificio que respetara el yacimiento arqueológico descubierto en el subsuelo de la plaza de la Encarnación cuando el Ayuntamiento se propuso completar la trama urbana cuatro décadas después de haber demolido el antiguo mercado minorista en la zona. El suyo era un diseño por ordenador con unas formas que semejaban hongos gigantes, de ahí surgió el nombre vulgar con que todo el mundo empezó a conocerlo desde entonces: las Setas de la Encarnación. En un principio, se trataba de un edificio metálico pero hubo que desistir y cambiar el material por madera, lo que obligó a recalcular el proyecto y lo encareció notablemente. Se fue de madre, no sólo en sentido económico (se calcula que la factura total ascendió por encima de los 120 millones de euros) sino para el propósito inicial de conservar los restos arqueológicos y reordenar la plaza pública.
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