Locura por la loza de la Cartuja en Sevilla: colas de una hora para aprovechar las ofertas
El outlet de la fábrica, que saca a la venta piezas con descuentos de hasta un 75 por ciento, provoca grandes colas en la fábrica de Salteras
El Supremo evita la liquidación de la centenaria fábrica de loza La Cartuja Pickman
«Vivo sólo en casa, tengo tres vajillas y aquí estoy de nuevo comprando piezas y buscando gangas». Así se pronunciaba este jueves Antonio, uno de las decenas de personas que desde esta mañana han llenado la fábrica de La Cartuja en Salteras en la ... venta especial que ha sacado como suele hacer todos los años.
Porque la vieja fábrica de Santiponce ha comenzado este jueves su outlet o venta especial que suele hacer todos los años desde hace más de una década en la que saca platos, tazas y otros elementos de estas vajillas con descuentos de hasta el 75 por ciento. Por eso desde primera hora (abrieron a las nueve) había una hilera de coches aparcados en las puertas de la nave en el polígono Los Llanos de Santiponce donde se ubica la fábrica.
Decenas de personas, en su mayoría mujeres, hacían cola para comprar. Platos hondos, llanos, tazas de café, teteras, de consomé, fuentes y numerosas piezas de las clásicas y de las contemporáneas a precios de ganga. Desde la blanca a la del dibujo clásico, al canasto floral, el modelo yedra, u otras más moderna. También hay ceniceros, palanganas, lámparas, mugs... y un sinfín de piezas, algunas de ellas descatalogadas que estarán en venta hasta el próximo sábado o hasta fin de existencias si las que hay se acaban antes de esas fechas.
Había colas para coger un carro ya que como estas piezas pesan se ofrece esa posibilidad a los clientes. Pero también colas para pagar. Algunas, ya expertas en este tipo de ofertas que se hacen desde hace años, traían el carro de casa preparado para llenarlo.
«Llevo tres año viniendo y no me pierdo uno. El año pasado vine embarazada de mis mellizos y no me llevé más porque me daba miedo cargar. Este año compro más«, decía Marta que esperaba pacientemente en la cola para pagar pese a que llegó poco después de las 9 de la mañana a la fábrica. En el caso de esta mujer tiene hasta un grupo de whatsapp con varios compañeros de trabajo denominado «La loza» en alusión a las vajillas sevillanas. Otro caballero andaba haciendo fotos y enviándoselas a su mujer para que le diera el visto bueno a la elección hecha. «Me la llevo», decía.
«Ya no sé si esta la tengo en la playa pero de todas maneras voy a comprar más», decía otra señora que había llegado la primera y tenía el carro lleno antes de las 9.15. En otra estantería estaba el dueño de un bar que andaba interesado en algunos platos con imágenes de la Giralda, la torre del Oro o la Plaza de España. Seguramente todo un aliciente para poner en la mesa de un local de tapas sevillanas.
Las piezas están ordenadas por estanterías, en cada una de las cuales están los distintos modelos. Se trata en realidad de los stocks de piezas de la fábrica de lo que ellos denominan el «almacén de segunda» y, aunque este año hay menos volumen que en ediciones anteriores, hay muchos modelos entre los que elegir.
Por ejemplo se pueden encontrar platos del modelo básico a 3,60 euros la pieza, teteras del mismo modelo a 11,20, tazas de café a 3,20 o fuentes grandes a 11.20. Unos precios impensables el resto del año. Una vez compradas las piezas, se embalan y un trabajador de la fábrica se ofrece amablemente a llevarlas hasta el coche si pesan demasiado.
Desde 18441
Toda una locura por la loza cartujana, un clásico sevillano que sigue resistiendo en Sevilla pese al paso de los años y que sigue adornando las mesas de muchas familias. La fábrica lleva en Sevilla desde comienzos del siglo XIX cuando una familia de comerciantes ingleses, llamados Pickman, decide establecerse en Andalucía.
El fundador de La Cartuja de Sevilla, el Marqués Charles de Pickman, llega a Sevilla en 1841 con la idea de establecer una nueva fábrica de loza fina de la mayor calidad, para competir con el dominio de las marcas inglesas. Aprovechando la desamortización decretada por Mendizábal, adquiere el Monasterio Cartujo de Santa María de las Cuevas donde encuentra las condiciones idóneas para su propósito.
La primera tarifa de precios surgió en 1844. Ahí fue cuando nacieron los colores, las formas y decorados clásicos y el estilo propio que se convierte en la principal seña de identidad de la fábrica. Unas piezas decorativas, vajillas y juegos de mesa que, desde 1841 hasta nuestros días, se fabrican en Sevilla. Hoy por hoy La Cartuja sigue levantando pasiones. Y más cuando se venden sus piezas a precio de ganga.
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