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FERIA DE ABRIL DE SEVILLA

Trabajar en la Feria «es nuestra vida»

Miles de personas trabajan en el Real desde las primeras horas del día para que todos podamos disfrutar de una semana inolvidable

El cabo Ramón Macías -primero por la derecha- con varios compañeros en la caseta del retén de bomberos P. Y.

PEDRO YBARRA

Cocheros, peones, farolilleros, repartidores, camareros, porteros, feriantes,... trabajan durante toda la semana para que los sevillanos y visitantes podamos disfrutar de la Feria de Abril en todo su esplendor. Desde el alba, el Real empieza a llenarse de personas que con su esfuerzo consiguen, además de un digno jornal, que todos podamos disfrutar de esta ciudad efímera que en 2017 permanecerá abierta al menos durante un día más .

J.C. Baena, A. Jiménez y M. Aragón P.Y.

José Carlos Baena es peón de Lipasam y lleva muchos años trabajando también durante la Feria en varios turnos desde las siete de la mañana. Le sigue sorprendiendo «la cantidad de basura que se saca». Se siente afortunado de tener un trabajo y si puede «viene al real un día» con los suyos. «Lo mejor que tiene trabajar en la Feria es que ves el ambiente cada día. Me sigue sorprendiendo mucho la cantidad de basura que se saca durante toda la semana del Real»

Igual que Antonio Jiménez , que regenta el puesto de flores que hay junto a la Portada «desde que venía a ayudar a mi padre», recuerda. «Hasta que no acabe la semana no sabré si ha merecido la pena o no, aunque de momento, el hecho de empezar el sábado se ha traducido en que la Feria de este año comience bien para nosotros», añade.

Lo contrario que para Mari Aragón , que lleva 41 años con un puesto de helados en el Real: «El año pasado fue ruinoso y este año con el agua ha comenzado regular», dice. Lo mejor es que «la gente es muy agradable y educada y lo peor de todo es el espacio, el puesto es muy pequeño y el precio que hay que pagar es elevado», añade. «Todo el día me preguntan por el nombre y situación de las calles. Aunque el diseño se parezca bastante, esto es una heladería y no un puesto de información a los visitantes», dice.

Diego Gil y Ángel Budiño trabajan como porteros en la caseta del Real Círculo de Labradores de Sevilla, «desde el año en el que la Feria se mudó a Los Remedios», afirma Ángel. «Contentos de venir a trabajar, aunque sea Feria, tal y como está el panorama laboral», añade Diego Gil, quien repite desde hace 21 años. «Muchos se intentan colar en las casetas. Hay que tener mucha mano izquierda, sobre todo con aquellos que quieren saltar la valla o te dicen que vienen a «traer el hielo» para intentar entrar», dicen.

José Manuel López es farolillero y ayer, una vez pasada la amenaza de lluvia, colocaba los de la calle Juan Belmonte: «Es muy gratificante el resultado de este trabajo cuando ves todo acabado después de varios días de trabajo, porque se quedan todas las calles muy bonitas». Aunque viene a la Feria desde hace tres años, «lo que se hace más duro es estar arriba poniendo farolillos cuando hay demasiada gente en la calle», dice. «Lo peor es la lluvia, porque una vez finalizada tu misión, tener que ver todos los farolillos tirados por el suelo hace que te entren ganas de llorar porque el trabajo no se puede lucir», afirma.

Manuel Núñez y Rafael Ángel Sánche z son repartidores. Comienzan el reparto a las cuatro de la mañana y creen que lo mejor de la Feria es «el ambiente que hay». Igual que Juan Parrado , que lleva ya 27 años de camarero en una caseta, donde «conoces a mucha gente, las amistades y las relaciones de muchos años. Siempre sabemos cuándo se empieza a trabajar, pero nunca cuándo salimos», dice. «Hay mucha diferencia entre trabajar de camarero en una caseta con socios que en una que sea abierta al público en general. Aquí suele ser más sencillo porque se conoce a todo el mundo», afirma también.

J. Parrado, R. Lara, A. Martín y L.Fernández P.Y.

Ramón Macías es cabo de bomberos en el retén de la calle Joselito el Gallo, 94. Acude a la Feria desde el año 89, en el que entró a formar parte de los Bomberos de Sevilla, y cree que durante los últimos años aunque los incendios en las casetas «suelen se muy escandalosos y necesitan una intervención rápìda, se ha avanzado mucho en prevención». Recuerda especialmente «un año malo de agua, en el que había muchas inundaciónes y los toldos de las casetas se hundían».

Para Rocío Lara , que lleva un par de años trabajando en un puesto de tiro de la Calle del Infierno, «lo mejor es que se gana dinero, y lo peor, que se echan muchas horas». «Siempre quieren conseguir un peluche, y generalmente la escopeta suele tener más demanda que los dardos», dice.

Antonio Martín lleva más de 20 años viniendo como cochero y lo que más le gusta «son los enganches porque es algo típico de Sevilla. En otros sitios quieren imitar la Feria, pero es imposible», afirma.

Como Luisa Fernández , feriante en el puesto «La Burrica», que lleva viniendo a la calle del Infierno desde que se casó hace 32 años y quien afirma que «me gusta todo. Me parece fenomenal. Trabajar en la Feria es nuestra vida».

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