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Un funeral muy flamenco despide a María Jiménez en su barrio de Triana

La parroquia de Santa Ana, abarrotada de público en el funeral de la cantante sevillana

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Entrada del féretro de María Jiménez al interior de la parroquia de Santa Ana de Triana Juan Flores
Mercedes Benítez

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Un funeral muy flamenco en Santa Ana, en Triana, ha dicho adiós este viernes a María Jiménez, cuyos restos mortales han sido despedidos en una parroquia abarrotada de público en la que no cabía un alfiler.

Ha sido una misa en la 'catedral de Triana' impregnada de pinceladas flamencas. Desde la guitarra que ha sonado a los inicios a los constantes cantes o fandangos que se han sucedido durante la ceremonia. Sevillanas como 'Triana contigo vida mía' o 'Tiempo detente' se han escuchado en la iglesia provocando grandes aplausos del público. La salve rociera ha puesto punto y final y en la puerta el público le ha cantado 'Perdónala'.

El funeral ha estado presidido por Alejandro Sancho, hijo de la cantante, que ha portado el féretro y que hoy vestía traje de chaqueta de cuadros y corbata de lunares. Allí ha estado en primera fila junto a sus dos hijos menores y su hermana Isabel. Entre el público, además del alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, se han visto numerosos rostros populares como Silvia Pantoja, Manuel Lombo, Siempre Así, Rafa Almarcha o Eugenia Rivera y su hija Tana llorando.

«María disimulaba muy bien el dolor. La recordaremos por su gran humanidad y por su arte», han dicho en la parroquia, donde también han recordado que María Jiménez era «buena madre, buena hija, y buena hermana», han comentado en el funeral.

La parroquia estaba tan llena de gente que en un momento el torero Francisco Rivera, uno de los que estaba en primera fila, ha tenido que pedir a la prensa y al público que se hiciera a un lado para que los familiares pudieran ver el féretro.

Y es que el funeral de María Jiménez y el paseo de su féretro por las calles de Sevilla, desde que salió del Ayuntamiento hasta su llegada a Triana, ha estado acompañado por numeroso público que ha aplaudido el féretro a su paso con palmas por bulerías, aplausos, flores, fotos y muchos vivas.

Si en la Plaza de San Francisco o la Avenida de la Constitución había gente, el número de personas que acompañaban a la comitiva ha ido creciendo a medida que se acercaba a Triana. Por el puente y la calle Pureza no cabía un alma. La locura se ha desatado al llegar a la iglesia donde han tocado las campanas y los aplausos han sido mayores.

Una vez concluida la ceremonia el cortejo fúnebre va camino del cementerio de San Fernando, donde será enterrada junto a su hija Rocío, fallecida los 16 años en un accidente de tráfico.

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