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EN LA MUERTE DE ANTONIO BURGOS

La historia de cuando Antonio Burgos rechazó tener una calle en Sevilla

Hubo un movimiento, mediante una recogida de firmas, para que el Ayuntamiento de Juan Ignacio Zoido incluyera su nombre en el nomenclátor

Muere Antonio Burgos

Abel Infanzón, el genial pseudónimo que Antonio Burgos usó en 'Casco Antiguo' para defender el patrimonio sevillano

Antonio Burgos agradece la ovación de Sevilla tras pronunciar su pregón de la Semana Santa J. M. serrano

J. M. R.

Sevilla

A Antonio Burgos, Hijo Predilecto de Andalucía, le llegó siempre tarde el reconocimiento de la tierra donde nació. La gran ciudad que cupo en un recuadro cada día, a la que cantó como nadie y sublimó el costumbrismo de sus calles y plazas, y de sus gentes, no tiene su nombre incluido en el nomenclátor. Sevilla, que suele ser una ciudad desagradecida con sus hijos más destacados, dedicó una calle a la actriz Pilar Bardem -cuyo vínculo con la capital de Andalucía nunca fue más allá de su lugar de nacimiento- antes que a personajes ilustres y literatos como es el caso del columnista de ABC.

Con la polémica aún fresca por la rotulación de la vieja avenida del General Merry como Pilar Bardem, y de otros cambios de nombre por la Memoria Histórica que llevó a cabo el gobierno municipal de Alfredo Sánchez Monteseirín, hubo un movimiento firme para que el Ayuntamiento incluyese a Antonio Burgos en el callejero. En 2011, gobernaba ya Juan Ignacio Zoido -quien volvió a rebautizar la citada avenida para dedicarla a la Virgen de las Mercedes de Santa Genoveva- cuando dos periodistas jóvenes de la ciudad que cubrían la información municipal recogieron innumerables firmas entre colegas de profesión, políticos, particulares y personalidades relevantes de la ciudad. Eran Alberto García Reyes, actual director de ABC de Sevilla, y Carlos Navarro Antolín, actual subdirector de Diario de Sevilla, que se unieron por iniciativa de un grupo de personas que les animaron a hacerlo.

Lo primero que hicieron fue ir a hablar con el afectado. Antonio Burgos aceptó en principio. Se pusieron en marcha y llamaron a la puerta de toda la profesión periodística, que firmó, y de los exalcaldes de la ciudad, que también lo hicieron. Manuel del Valle, a quien Burgos bautizó en su recuadro como 'Manolo del Bache' y con quien mantuvo una fría relación, no quiso hacerlo. Pero luego llamó y aceptó firmando un escrito de adhesión en el que señalaba que había nacido y se había criado «en la tolerancia y el respeto», por lo que sería traicionarse a sí mismo si no apoyaba la iniciativa, pese a sus discrepancias con el escritor.

También se adhirieron Monteseirín y Rojas-Marcos, y el por entonces líder de la oposición municipal, el socialista Juan Espadas. El alcalde, Juan Ignacio Zoido, mantuvo una conversación con él para solicitarle que, de cara al Pleno donde se debía aprobar la moción, no se opusiera para evitar que la rotulación de la calle estuviera envuelta en una nueva polémica política.

Firmaron también expresidentes de la Junta de Andalucía, hermanos mayores de las cofradías, los rectores de las universidades, empresarios y personalidades como la duquesa de Alba. En total, más de mil firmas apoyando la iniciativa.

Y fue entonces, cuando todo estaba encarrilado a falta de la aprobación por parte de la Corporación municipal, cuando Antonio Burgos telefoneó a Zoido para rechazarlo, al no percibir que la ciudad lo demandase. Todo se frustró y hoy, casi 13 años después, el inventor del artículo costumbrista, el columnista más influyente que ha dado la ciudad en el último siglo, no tiene una calle en la ciudad.

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