Lipasam ha gastado más de dos millones de euros en «evaluar la limpieza de las calles de Sevilla»
La empresa municipal licita desde 2014 un contrato anual por 240.000 euros para controlar la labor de sus operarios
El pliego obliga anualmente a perseguir «orines, malos olores, grafitis, manchas y desperfectos en el pavimento»
Lipasam sanciona con 200 euros a una sevillana por dejar fuera del contenedor una caja con sus datos

El Ayuntamiento de Sevilla acaba de licitar un nuevo contrato para «el servicio de la evaluación continua del estado de la limpieza de la ciudad». Un proceso de fiscalización a Lipasam por el que se destinarán 240.000 euros ... de las arcas públicas para inspeccionar la labor de los operarios municipales, detectar posibles fallos en su gestión y evaluar la suciedad en las calles de la capital.
El anuncio de este nuevo pliego podría parecer una medida urgente contra el endémico problema de suciedad que asuela la ciudad, de no ser porque viene licitándose y ejecutándose desde 2014 con unas condiciones prácticamente idénticas: dos inspecciones cada veintiocho días por todas las zonas de actuación de Lipasam para «enviar incidencias de residuos, limpieza y/o mobiliario urbano de recogida que se consideren urgentes».
Desde su primera adjudicación hace ocho años, el Ayuntamiento de Sevilla ya ha destinado más de dos millones de euros en evaluar el nivel de limpieza de «todas las calles» de sus barrios y distritos. Unas inspecciones que, según el pliego, deben perseguir: «orines y malos olores, excrementos, colillas, papeles y cartones, restos vegetales, residuos orgánicos, incidencias en el mobiliario urbano, estado del pavimento (roturas, manchas, etcétera), señalizaciones verticales con incidencias y grafitis diferenciando su ubicación», entre otros aspectos.
Sin necesidad de acceder a los respectivos informes anuales de estas auditorías, el resultado no evidencia haber sido especialmente fructuoso para el «estado de la limpieza de la ciudad de Sevilla». De todas las variables exigidas para las inspecciones, no hay una sola que haya mejorado desde el año 2014: ni el problema con los orines, ni los acusados malos olores, ni el deplorable estado del pavimento, ni la proliferación de los grafitis...
Este servicio obliga a la adjudicataria a controlar la labor de los operarios de Lipasam «sin que tengan conocimiento del plan de inspección a ejecutar cada día ni la zona de la ciudad que será objeto de evaluación. El plan deberá ser externamente secreto y deberá garantizar la cobertura establecida».
Según explica el pliego, «habrá de obtenerse un índice de la calidad de la limpieza bajo un enfoque integral (a ojos del ciudadano), junto a otros que permitan diferenciar elementos directamente atribuibles a Lipasam y también a otros actores. Se trata de conocer el estado de limpieza de manera objetiva sobre el territorio e identificar puntos fuertes y débiles, tendencias, zonas y variables de especial atención y, en general, aspectos directamente relacionados con la percepción de limpieza y también elementos de los que Lipasam no es responsable pero que pueden incidir en la percepción de limpieza de la ciudadanía (estado de parques, estado de veladores, pintadas o estado de señalización vertical)».
Explicación municipal
Cabe recordar que este periódico publicó ayer una información sobre la sanción que había recibido una sevillana por haber encontrado Lipasam una caja con sus datos personales fuera de un contenedor. Fuentes del Ayuntamiento han pedido puntualizar que «los equipos de Lipasam actúan siempre de acuerdo con la normativa municipal: en ningún caso se abre expediente sancionador a ningún usuario o establecimiento en caso de que el contenedor esté rebosando o no se pueda arrojar la basura. Sólo cuando hay una infracción clara por abandono de basura e incumplimiento de la norma». A raíz de esta publicación fueron varias las llamadas que recibió esta redacción de sevillanos afectados por sanciones similares, asegurando los sancionados haber depositado «correctamente» sus residuos en el interior de los cubos y reconociendo otros que se habían visto obligados a colocarlos en el exterior por estar rebosantes. Versiones que contrastan con las del Ayuntamiento, que asegura en todo momento que se tratan de «casos concretos».
Expertos en la recogida de residuos explican una casuística más: «Los cubos de reciclaje se recogen de manera automática sin necesidad de que el conductor se baje del camión. Así, la máquina vacía un contenedor pero en el exterior se quedan restos que no han podido ser introducidos por encontrarse el contenedor rebosante. Es posible que los técnicos hayan pasado a la mañana siguiente, observando los cubos vacíos y encontrado restos que parecen no haberse introducido por capricho de los usuarios».
Además, desde el Ayuntamiento han querido justificar la otra información publicada sobre el plan que pretende eliminar los cubos colectivos del Casco Antiguo: «Hay que destacar las dificultades que generan la colocación de contenedores en la zona histórica de Sevilla, caracterizada por las dimensiones de las calles, la falta de espacio para ubicarlos y las dificultades para el acceso de los vehículos».
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