Sevilla
Fuga de sanitarios: Ana Luque, veinte años interina hasta que decidió irse a Francia
«Aquí me siento reconocida y los pacientes me respetan, como ocurría en España en los años 80», asegura
Crece la fuga de médicos de familia en Sevilla que mitiga sólo en parte la contratación de extracomunitarios sin esa especialidad

Ana Luque nació en Málaga pero se crió y estudió en Sevilla. Cuenta que empezó a trabajar en 1989 en el centro de Salud de Huerta del Rey. «Me ofrecieron un contrato por la baja de un compañero y toda mi carrera laboral como ... medico de familia ha sido con contratos temporales, en situación de interinidad, a veces contratada al 75%, con contratos basura. Nunca fui parte de la plantilla fija del SAS. Este organismo me iba moviendo dentro de su estructura dependiendo de sus necesidades para cubrir la falta de personal«, cuenta a ABC desde la localidad francesa de Beaufay, situada en la región de los Países del Loira, donde trabaja desde unos meses antes de la pandemia.
Esta experimentada profesional, que se estuvo formando durante diez años (seis años de Medicina y cuatro años como MIR de Medicina Familiar), cuenta que «la situación se fue volviendo insostenible por la escasez de personal y porque la relación medico-paciente en Sevilla era casi nula. Sufrí una agresión en 2011 de una paciente del centro de salud de la Candelaria, donde prestaba servicio interinamente«, cuenta sin dar más detalles, aunque dice que aún está esperando que la administración se ponga en contacto con ella por esa agresión.
Ana no logró formar parte nunca de la plantilla fija del SAS y fue de un puesto a otro según las necesidades de ese organismo. «Tuve contratos basura, del 75 por ciento, y sufrí una agresión en el centro de salud de la Candelaria»
Esta médico de familia nacida en Málaga y criada en Sevilla dice que en Francia respetan su profesión «y siento cada día el reconocimiento de mis pacientes»
Ana estuvo trabajando después en el SUAP (Servicio de Urgencias y Emergencias de Andalucía) y en 2018 un compañero le informó de que el Gobierno francés buscaba profesionales de la sanidad en zonas poco pobladas del interior del país. «Hablé con compañeros que ya habían venido y constaté que su situación, al margen de las ventajas económicas (el sueldo dobla al que percibía en Sevilla), era como en la España de los años 80. Una relación cercana, basada en el respeto y la educación, entre médico y paciente».
Ana cuenta que en esta localidad francesa se encontró «con unas personas amables, educadas, y con muchas ganas de ayudar a los profesionales que los atiendan en sus necesidades sanitarias. Y en ese momento decidí que mi puesto de trabajo estaba aquí y que mi etapa profesional en España había llegado a su fin por el momento», cuenta.
No lo tuvo fácil porque su marido no pudo venirse a Francia con ella, ni sus dos hijos, que estudiaban ya en la universidad, pero se siente feliz porque puede organizar sus vacaciones y días de descanso para ir a verlos con frecuencia. «En noviembre de 2019 empecé a trabajar, época difícil con la pandemia, en un país que no conocía, pero todo fueron ayudas del Gobierno francés por nuestra implicación en la pandemia. Para poder trabajar en este país hay que hacer una serie de entrevistas en el Colegio de Médicos y pasar una especie de exámenes, sobre todo, para verificar tu nivel de francés. Para mi fue difícil porque nunca estudié este idioma, pero aquí estoy. Hoy me encuentro muy integrada en mi pueblo, y siento cada día el reconocimiento de mis pacientes a mi profesión como medico», asegura.
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