La mirada de Olia Lykhobyrska: de refugiada ucraniana a fotógrafa en Sevilla
Llegó en marzo junto a sus tres hijas tras huir de Ucrania y hoy filma con mucha sensibilidad la ciudad hispalense desde distintas ópticas
Santa Marta volverá a ir a la frontera de Ucrania para acoger refugiados

Con la compañía de sus tres hijas, Anastasia, de 15 años; Valeria, de 11; y Veronika, de 9; y una cámara de fotos, y mientras trata de rehacer su vida «con la ayuda de tantas personas buenas», Olia Lykhobyrska es todo sensibilidad y agradecimiento. Llegó ... a Sevilla huyendo de la barbarie de Ucrania hace ocho meses con la iniciativa de la Hermandad de Santa Marta en la «Primera Misión Ucrania», y hoy resume su experiencia con una palabra. «Gracias, gracias, gracias a mucha gente... estamos mis hijas y yo aquí». Parece necesitar tiempo para mostrar tanta gratitud. «No me quiero olvidar de la Hermandad de Santa Marta; gracias (silencio y mucha emoción). Sin conocernos, nos lo dieron todo. En los momentos más duros de mi vida, ¡estuvieron ellos! Yo vivía a miles de kilómetros y allí aparecieron. Jamás me podré olvidar de lo que hicieron, y siguen haciendo por nosotros. Son grandes seres humanos. Nos fueron a buscar a la frontera de Ucrania. Están muy pendientes de nosotras en todo momento. ¿Te acuerdas que en un principio yo me quería bajar en Valencia?», dice mientras observa a su amiga y compatriota Svitlana Soich, también madre de tres hijos.
Las miradas hablan. «Menos mal que llegamos a Sevilla», responde la propia Olia tratando de recordar. «En Ucrania tengo a mi madre, mi hermano y mi hermana. No sé qué pasará en un futuro. No sé cuándo volveré. Es muy dura la situación. Gracias a tanta gente de Sevilla puedo estar bien con mis hijas. Le estoy también muy agradecida a Víctor del Valle, peluquero, que me está ayudando».
Gracias al empresario español, Olia ha vuelto a encontrar la ilusión con su cámara de fotos. «Yo era fotógrafa en Ucrania. Hacía fotos en las bodas. Me iba bien, la verdad. Llevaba diez años… hasta que Rusia nos invadió. Lo primero que pensé era en salvar a mis hijas. Pero ahora, con la ayuda de Víctor del Valle, he vuelto a hacer fotografías. Víctor me llama para hacer distintos reportajes. Hago fotos en sesiones de todo tipo. Sevilla tiene una luz especial», relata mientras rememora el día que hizo sus primeras fotografías en la ciudad hispalense. «Apenas llevaba unas semanas. Fui con la cámara de fotos a ver la Semana Santa. Estaba en la Plaza de España, y vi llegar un paso. Me encantó. Me transmitió mucho ese momento. Yo no sabía cómo se llamaba la Hermandad. Después me dijeron que era la Hermandad de la Paz». Paz, en la que ahora viven sus hijas. «Para mí, lo más importante es que ellas estén bien. Van muy bien en los estudios. Notamos siempre el cariño de la gente».
Durante el día, trata de encontrar con su mirada particular la belleza de Sevilla, y durante la tarde ocupa su tiempo en cuidar a sus hijas. «Tuvimos que irnos de Ucrania. Pero debo seguir luchando por mi familia. Yo en mi país tenía mi propio estudio. Ahora lo que estoy tratando es de hacerme con un nombre y poder hacer trabajos. Tengo una cuenta en Instagram donde voy poniendo las fotos que hago en Sevilla, @sevilla_art_foto. Soy autónoma. Espero que me vaya bien en Sevilla», sostiene.
Las horas más complicadas las pasa hablando con su amiga y confidente, Svitlana Soich, madre de Hlib, de 11 años; Zlata, de 9; Vladyslav, de 6. Los ocho viven juntos: «Compartimos mucho porque a las dos nos ha pasado lo mismo. ¿Quién me puede entender mejor que una persona que está sufriendo lo mismo? Nos llevamos muy bien y los niños saben que estamos ante una nueva oportunidad». En Sevilla. Con la mirada de Olia Lykhobyrska.
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