El Museo Arqueológico de Sevilla exhibirá el tesoro del Carambolo en una cámara acorazada

El edificio original de Aníbal González constaba de dos niveles: un semisótano a base de bóvedas de ladrillo de escaso valor constrictivo -donde hasta la reciente mudanza se encontraban los almacenes y la muestra de la prehistoria- y la planta principal. Al contar con un solo nivel destinado a la exposición, carecía de una escalera principal en el interior. Así, Vázquez Consuegra transformará el sistema de recepción y de circulación del público sin barreras arquitectónicas.

Se llevará a cabo mediante el citado núcleo vertical de comunicaciones que se anexionará a la fachada sur, que alojará una amplia escalera y un ascensor. Según la memoria descriptiva del proyecto, este espacio estará «localizado estratégicamente en la fachada trasera, velado por la tipuanas de gran porte que allí se emplazan y completamente oculto a los paseantes desde la Plaza de América, que permanece inalterada». Se recubrirá de vidrio y transparencias que «no alteran en lo sustancial la composición de la fachada» y ofrece «una correcta legibilidad e interpretación histórica y cultural del bien».

Pese a ello, un grupo de arquitectos ha criticado el proyecto al considerar que afecta a la concepción original del edificio. Vázquez Consuegra, no obstante, propone una rehabilitación integral para eliminar las intervenciones posteriores que «devaluaron y anularon» el potencial del espacio y, aunque considera imposible la recuperación del diseño primitivo, pretende asemejarse al original con los nuevos criterios arquitectónicos.

El acceso del público será por el pórtico central de la fachada norte, la que da a la Plaza de América. Atravesando la puerta de madera se llega a la sala oval, que es el 'elemento clave' del proyecto: acceso a la exposición permanente y a las temporales, información, áreas de descanso o venta de entradas, como ideó originalmente Aníbal González. Se potenciará la comunicación entre las fachadas norte y sur con la apertura de la gran puerta situada al fondo y que hoy está clausurada, desde donde se accede al núcleo vertical acristalado.

El óvalo tiene un lucernario central que se mantendrá. Sin embargo, recuperará su cota original, modificada en la reforma de 1945, que alteró la cubierta de cristal original, mucho más valiosa que la actual. Por ello, Vázquez Consuegra sustituirá el lucernario por otro elemento de control solar, situado más arriba -como en el diseño de Aníbal González-. Y, en el nivel superior, se incorporarán dos pasarelas curvadas para conectar en altura las dos alas del edificio a ambos lados del óvalo y que, a su vez, conecten con el núcleo exterior de cristal. Estas pasarelas tendrán una anchura suficiente para el paso de las personas y para el transporte de las piezas y, según el arquitecto, «mantienen inalterable la percepción global del espacio actual».

Por otro lado, sustituirá los forjados de las plantas baja y alta por otros más acordes y que otorguen coherencia a todas las salas, incluyendo la oval y que, al mismo tiempo, resuelvan los problemas de iluminación y climatización. En este sentido, unificará la cota de pavimento a 5,19 metros. En las cubiertas del edificio, recuperará los lucernarios originales, que ahora están cegados, instalando acristalamientos para recuperar la iluminación cenital.

Otra de las intervenciones será la recuperación de los espacios construidos del edificio, poniendo en uso los extremos como recintos cubiertos y abiertos, que actualmente están abandonados. Allí estará la sala multiusos -en el ala este- y la cafetería -al oeste-. Esta última tendrá un acceso desde el exterior, con una escalera mecánica y un ascensor envuelto en vidrio que conectará el Parque con la terraza.

En este sentido, todas las logias que recorren el edificio en sus cuatro fachadas, algunas de ellas cegadas,se abrirán al paisaje para recuperar la imagen original del pabellón, y se protegerán con cerramientos de vidrio transparente por donde entrará la luz.

En la planta semisótano se rebajará la cota de forma que la altura de las bóvedas de cañón superen los tres metros. Para ello, se construirá un patio inglés en la fachada sur, que sirva de acceso para el personal del museo de para los bienes culturales, que permita también ventilar e iluminar de forma natural esta planta. Aquí se expondrá el material prehistórico, «un espacio óptimo a nivel expositivo, revelando una atmósfera recogida e íntima que contrasta con las grandes salas del nivel superior y armoniza las piezas». De ahí, a la 'sala de los tesoros', bajo el óvalo, «una especie de caja fuerte rodeada por un anillo de reflejos dorados» para albergar las piezas del Carambolo.

El nuevo vestíbulo distribuirá al público entre la exposición permanente, la temporal, el auditorio, la biblioteca, el guardarropa, las salas de participación social, las multiusos o la ludoteca. Y, en la fachada sur, estará la tienda. A falta del plan museológico, se cuenta con tres recorridos a elegir. El primero llevará por la prehistoria en el semisótano, llegando a la sala de los tesoros. El recorrido 2, por la planta baja, engloba la colección íbero-romana hasta la visigoda. En el óvalo central se expondrán algunas de las piezas principales (como la Venus). Y, el recorrido 3, mostrará en la planta 2 el origen del museo y una última sala de exposición temporal para la cultura islámica.