EL RINCÓN DE FRANCISCO LUIS DÍAZ TORREJÓN
«Napoleón en Santa Elena dijo que debió fusilar a Soult por ser un gran ladrón»
Especialista en temas napoleónicos, a los que ha dedicado cuarenta años de investigación, acaba de publicar un capítulo en un libro colectivo dedicado al clérigo ilustrado ursaonés, Manuel de Arjona y Cubas
«Para que al Bellas Artes no lo trasladen a la Universidad hay que ampliarlo»

-¿La calle Arjona sevillana tiene alguna relación con este clérigo?
-Con su hermano. El hermano de este clérigo fue el famoso asistente de Sevilla en la década de 1820.
-Pero tengo entendido que, si su hermano fue eminente, lo de este clérigo ... es absolutamente asombroso.
-Fue lo que hoy llamaríamos un niño superdotado. Con trece años fue investido como licenciado y maestro en Arte. Con 16 bachiller en Derecho Civil. Y antes de los 18 era doctor en Derecho Canónigo.
-Con once años, precisamente, abrió el curso académico de la Universidad de Osuna con un discurso escrito de su puño y letra.
-Así es. Y sorprendió al claustro. Tanto es así que lo eximieron de los trámites de matriculación y evaluación pedagógica. El caso de Arjona es una rareza académica en la universidad española.
-En Sevilla lideró los círculos ilustrados compartiendo ideas con Blanco White, Lista, Reinoso, Mármol…
-La crema ilustrada de la época que luego serían los afrancesados sevillanos. En torno a Arjona se agrupan un círculo de jóvenes que son la semilla de la cultura sevillana. Se reunían clandestinamente para leer libros de la Francia revolucionaria prohibidos en España por la Inquisición y el gobierno.
-¿Está probado que fue un afrancesado de manual?
-Naturalmente que sí. Está probado. En la Chancillería de Granada, durante mis investigaciones, me topé con el expediente de la causa que se incoó por el delito de afrancesamiento. Y fue acusado de lesa patria.
-¿Su afrancesamiento fue josefino o napoleónico?
-Su afrancesamiento fue josefino, partidario de los proyectos de Bonaparte, soñó hacer una monarquía parlamentaria, que ya lo recogía el estatuto de Bayona. Quiso romper con la España oscurantista, atrasada del Antiguo Régimen.
-A propósito, ¿Pepe Botella es un apodo justo o absolutamente despectivo?
-Le llaman Pepe Botella porque una de sus primeras decisiones como 'rey de España' fue la liberalización del comercio y circulación de aguardientes y resolíes. La prensa lo bautizó como Pepe Botella. Pero su primer apodo fue 'Matacuartillos', nombre de un tabernero borracho de Miranda de Ebro. Era una calumnia porque no probaba el vino. Y a la prensa se le fue calificarlo como lo que era: un mujeriego.
-Usted le ha dedicado a José Bonaparte dos libros para entender al personaje. ¿Cómo podría definirlo?
-Como un hombre sentado sobre un trono en arenas movedizas. Su hermano fue su gran enemigo, a los mariscales les decía que no le hicieran caso. Fue un perdedor.
-Se exilió, tras el destierro de su hermano a Elba, en Filadelfia, hasta donde se llevó muchas pertenecías del ex emperador. ¿Cuál considera la más valiosa?
-Seguramente la perla Peregrina y algunas joyas de la corona española. También se llevó objetos personales y alguna colección de arte del museo Bonaparte. Por cierto, la Peregrina, la lució Liz Taylor muchos años después.
-En su último libro, 'Personas decentes', el escritor habanero Leonardo Padura, habla de un relevante acopio de recuerdos del corso en la isla a principios del siglo XX para dotar al Museo Napoléonico. ¿Explicaría la conexión masónica de la isla y de José Botella?
-Seguramente. Porque José fue el Gran Maestre del Oriente Español y fue de los pocos títulos que conservó hasta final de los días.
-Con La Peregrina entramos en el indeseable capítulo de los saqueos napoleónicos. ¿Por qué los ilustrados españoles, como el clérigo Arjona, nunca se opusieron?
-Porque ellos entendieron ese asunto como una secuela de los horrores de la guerra, un peaje necesario para cambiar España. El único que menciona algo de eso fue Reinoso en el libro 'Delitos de infidelidad a la Patria', donde reflexiona sobre su afrancesamiento e incluye la depredación de los ejércitos napoleónicos.
-En cambio el Papa Pío VII fue estandarte de la oposición al saco de Bonaparte en Italia. ¿No le creó a Arjona su colaboracionismo tensión alguna con la Santa Sede?
-No, en absoluto. Aunque sí le digo que los afrancesados sevillanos no eran muy ortodoxos.
-Gran parte del patrimonio religioso sevillano sirvió para fondos del museo de Napoleón, embrión del Louvre…
-El gran beneficiario del proyecto del museo napoleónico fue el mariscal Soult de quien Napoleón dijo en Santa Elena que «debió fusilarlo como el mayor ladrón entre los grandes jefes».
-Italia rescató gran parte de lo expoliado. ¿Por qué España no?
-Nadie reclamó nada. Franco lo hizo en época de Pétain y vino la Inmaculada de Murillo del museo de Bellas Artes.
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