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Arte y otras historias

¿Podemos comprar la belleza?

La perfección física se valora hasta el extremo, y como consecuencia de la presión social a la que inevitablemente se ven sometidas determinadas mujeres, en algunos casos se cometen verdaderas atrocidades

Marilyn Monroe
Bárbara Rosillo

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No hay más que acercarse a los medios de comunicación y redes sociales para comprobar las profundas transformaciones físicas de algunos famosos. La cirugía estética parece haberse convertido en una aliada para quienes se dedican al mundo del espectáculo. Es habitual ver a actrices mayores de cincuenta años con cutis increíblemente tersos para su edad, contornos inamovibles y narices en serie. La perfección física se valora hasta el extremo, y como consecuencia de la presión social a la que inevitablemente se ven sometidas determinadas mujeres, en algunos casos se cometen verdaderas atrocidades. El asunto es más serio de lo que parece y conduce a la reflexión. Por ejemplo, todos tenemos en mente el drástico cambio de aspecto de Michael Jackson, uno de los grandes genios de la historia de la música y del baile. El «rey del Pop», a pesar de ser admirado por millones de personas, no debía sentirse cómodo con su rostro original a juzgar por el paulatino, pero radical, cambio al que se sometió.

Si nos paramos a reflexionar, tal vez comprobaremos que la globalización también está influyendo en el concepto de belleza. Lo mismo que se puede comprar la misma chaqueta o bolso a lo ancho del planeta, uno se puede hacer con una determinada nariz. Los problemas no vienen de ahí, sino de la existencia de ciertos factores añadidos. Uno de ellos es pensar que nuestra vida cambiará a mejor por alterar nuestro aspecto físico, cuando lo más probable es que no ocurra. Otro es la fascinación que se tiene por determinados artistas o famosos, de manera que se demanda una copia literal de su nariz, pómulos o labios. Esta opción es arriesgada, ya que cabe la posibilidad de que los rasgos deseados no encajen con los nuestros. El conjunto de proporciones que hacen posible la armonía es un asunto complejo, distinto en cada rostro y cuerpo.

Está comprobado que la cirugía estética realiza una gran labor en determinados casos, no solo en lo referente al aspecto exterior sino también en la autoestima del individuo. El quid de la cuestión está en no abusar de ella y en no incurrir en una falta de aceptación personal. La vejez es inevitable, pero la esperanza de vida se ha disparado de tal manera a lo largo del siglo XX, que el modo de enfocar la madurez se ha visto modificado por completo. En la actualidad la mujer madura pisa fuerte, se siente atractiva y ha abandonado para siempre el look de abuelita vestida de negro, con canas y moño.

La actriz Audrey Hepburn como embajadora de Unicef

La belleza es y será admirada mientras el hombre habite la Tierra, la belleza nos pierde, nos embriaga y nos fascina, queremos alcanzarla, poseerla y exhibirla. Generalmente esta cualidad se asocia a la juventud, pero se deben reivindicar otros tipos de belleza aunque no posean esa perfección. A mi juicio, uno de los principales problemas de los que han abusado de quirófano es el inevitable paso de los años. Llega el momento en que la edad se presenta, se hace visible, ya sea en las manos, en el cuello o en la pérdida del brillo de la mirada. Es en ese instante cuando el aspecto de la persona operada en exceso puede convertirse en grotesco, algo infinitamente peor que las arrugas y el descolgamiento que se ansiaron corregir.

Tiziano. La venus de Urbino. 1538. Galleria de los Ufficci. Florencia Wikimedia Commons

Todas las épocas tienen su propio canon de belleza. Antiguamente se valoraban especialmente las mujeres rubias, muy blancas de piel y con rasgos finos y delicados. En la actualidad parece que el estereotipo de la Barbie Superstar ha cobrado vida en las calles de las grandes ciudades, pero la belleza auténtica no aparece en serie. Algunas personas, muy pocas, nacen con ella, pero esta cualidad tan apreciada tiene matices muy complejos, difíciles de precisar, y en ello reside su auténtica magia y misterio. Como dijera Oscar Wilde: «La belleza es muy superior al genio, no necesita explicación».

Si te ha interesado el tema, descubre más en el siguiente enlace: Contemplemos belleza, y en la web Arte y demás historias.

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