El Porvenir: un oasis centenario que creció en las huertas
Soy de barrio
Nació como un barrio aislado por las vías del tren, el Parque María Luisa y las instalaciones industriales, y en cierta manera sigue siendo así, el turismo no ha invadido, de momento, este rincón de Sevilla hecho para vivir y disfrutar la vida

Nació hace un siglo, año arriba, año abajo, entre muros que lo aislaban, unos visibles y otros intangibles. Las vías del tren que llevaba pasajeros desde Sevilla hasta Cádiz o a la inversa; el Parque de María Luisa; la fábrica de la Catalana ... de Gas; y la central de la Sevillana de Electricidad. Y en medio una ermita, la de San Sebastián, y sus huertas. Poco a poco, década a década, esas murallas se fueron derrumbando y el barrio fue conquistando un rincón de la ciudad. Nacía El Porvenir, un oasis centenario que respira Paz y disfruta de la vida, donde no corre el estrés y las nuevas generaciones siempre vuelven o, al menos, lo intentan ante la falta de espacios y el precio de residir en el lugar donde vivieron sus padres y germinó su infancia.
En aquel barrio aislado iban creciendo, por un lado, casas vinculadas a familias de clase alta y a la burguesía agrícola sevillana, que veían en aquella zona una oportunidad para residir más cerca de la capital. Y lo hacían de la mano de arquitectos como Juan Talavera y Heredia o Aníbal González. De otro lado, el Porvenir tuvo una raíz industrial. A las ya mencionadas hay que unir la fábrica de ácido carbónico líquido de Coromina Industrial (obra de Aníbal González y actual propiedad de la Universidad de Sevilla), la fábrica de radiadores Hertri, aceites y jabones de Luca de Tena, Cristalería Española-La Veneciana, los almacenes de maderas de Gaspar Alonso Cueli en la calle Porvenir (cuya fachada aún se mantienen en pie), la fábrica de lámparas de la calle Valparaíso o la recordada Flex.
Aquella mezcla entre sagas de apellidos ilustres y trabajadores industriales determinó el carácter heterogéneo del barrio, que hoy perdura, aunque siguen predominando las familias de clase media alta, como subrayan los comerciantes más antiguos de lugar como José Manuel Rodríguez, 36 años al frente de Telecluz, o José Manuel Muñoz, la segunda generación de carniceros de la calle Juan Pablos.
La serie de desarrollos urbanísticos eliminaron muchos símbolos del aquel nuevo barrio como el campo del Patronato donde el Real Betis se proclamó Campeón de Liga en 1935 o la central eléctrica, las vías del tren, las casas del Patronato que inauguró Alfonso XIII... aunque otros se mantienen como el cuartel de Zapadores o de Ingenieros, levantado en 1901 y que marcaría la alineación de la futura avenida de la Borbolla, en honor al que fuera ministro y alcalde de Sevilla en 1918 Pedro Rodríguez de la Borbolla Amoscótegui de Saavedra. Precisamente, Aníbal González levantó para la familia del político 'Villa Ramona'. No llegó a la década de los setenta. En su lugar se levanta el Colegio de Médicos.
Más de cincuenta años después la piqueta sigue haciendo de las suyas. Basta dar un paseo por las centenarias del barrio para ver cómo los nuevos diseños rompen el valor arquitectónico del Porvenir. Y ese paseo no podía empezar en otra esquina que no fuese la de las calles Porvenir y Progreso, en Casa Palacios, el ultramarinos que desde 1926 abastece a sus vecinos. Pero un cartel advierte al periodista del fallecimiento del patriarca de este mítico rincón. «Martes 13. Cerrado por defunción». Lo confirma un testigo directo de cómo pasa la vida en El Porvenir, quien se gana su vida aparcando coches en esa misma esquina cada mañana.
Felipe II es la arteria principal, cuyo protagonismo sólo lo pierde un día al año, el Domingo de Ramos, cuando Río de la Plata es epicentro de la unión de un barrio y una hermandad. Crecía el Porvenir y nacía La Paz. Corría 1939. Felipe II es la línea imaginaria que divide las villas y chalés de los bloques de pisos; y la calle Bogotá, la que marca la ruta hacia el nuevo Porvenir, aquellos pisos que nacieron tras la huella que dejó la fábrica de gas en 1992. Cada 'Porvenir' con su parroquia.
Bares y tiendas de ropa vertebran la columna comercial y vital de las calles. Desayunos, la cerveza del mediodía, el almuerzo, el café, el moderno 'tardeo', las tapas o las cenas. Todo cabe en los bares del Porvenir.
Pocos son los testigos que siguen detrás de un mostrador viendo cómo pasan las generaciones y la transformación del barrio. José Manuel Rodríguez, al frente de una 'boutique' de la luz, dice lo que todos piensan.

El Porvenir es un barrio «tradicional, sevillano, que cuida sus comercios porque sus vecinos buscan confianza y consejos». El nuevo apagón de las televisiones es una muestra. Una clienta viene preguntando qué puede hacer, aunque ella cada vez menos la tele.
De esa transformación y de la «mucha vida» de la avenida también es testigo Sandra, la quiosquera que relevó hace doce años a sus padres. Ellos estuvieron unas dos décadas. Han fallecido muchos de sus clientes y los jóvenes han cambiado sus hábitos de consumo de prensa y revistas. Ella también se adapta a los nuevos tiempo y ahora es punto de entrega y recogida de paquetes. Para eso llega una joven clienta.
«Se vive superbien aquí», concluye antes de evidenciar algunas carencias del barrio, una parada de taxi o la falta de protección policial. La siguiente parada en este paseo es en Tintorería Sonia. Rocío es la segunda generación de un negocio familiar que arrancó en 1977. Atestigua que el cambio de las oficinas bancarias de Felipe II por bares ha revitalizado esta arteria principal que desemboca en el Parque de María Luisa, sobre todo por las tardes. Atrás, en la década de los ochenta, el tráfico, el paso de camiones o el camino de la droga que llevaba a las Tres Mil Viviendas.
Si la avenida es la columna que vertebra físicamente el barrio, la Compañía de María, el colegio, es la que se convierte en la sangre que une a generaciones y generaciones, desde los años sesenta. «Yo soy del barrio, de la Compañía», es el saludo oficial cuando se encuentran dos expatriados del Porvenir. Una muestra es Rocío, que sigue quedando con sus amigas del colegio, como cuenta a este periódico entre trajes de novias y túnicas listas para lavar.
En el ADN de cada sevillano va marcado el lugar de sus orígenes, sobre todo, si ellos encontraron en su barrio el oasis para vivir en el estrés de una gran capital.
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