Urbanismo
Los proyectos urbanos de Sevilla contra el calor acaban en dique seco
La peatonalización de la Cruz Roja recibió fondos europeos para crear bioclima de agua pero sólo se le cambió el pavimento
El 'Cartuja Qanat', que se vendió como el modelo a seguir y lo financió la UE, se inauguró en octubre y ya está abandonado
Las claves de la ola de calor 'Yago Sevilla', la tormenta perfecta que disparará el termómetro

El termómetro se disparará hoy por encima de los 43 grados e irá subiendo mañana inaugurando así la primera ola de calor del año, denominada 'Yago Sevilla'. Con los hoteles al 80%, algo que confirma que el turismo ya no es estacional, en ... la capital apenas hay refugios para las altas temperaturas más allá de los locales comerciales o de hostelería. Mientras la ciudad islámica diseñó calles sinuosas y estrechas para generar corrientes de aire y sombra, y se apostaba por el agua para crear vergeles, el urbanismo actual crea plazas duras, sin árboles ni fuentes y pavimentos de colores. La paradoja es que los dos proyectos 'sostenibles' que se anunciaron como 'bioclimáticos' y que recibieron por ello cuantiosos fondos europeos están en el dique seco: la avenida de la Cruz Roja y el Cartuja Qanat.
El primero de ellos se vendió en mayo de 2021 como una calle peatonalizada —esto sí se ha cumplido— que incorporaba cuatro zonas públicas de estancia con sombra y climatizadas con un sistema innovador y sostenible a través del enfriamiento del agua. Se le denominó 'Life watercool'. La pasada primavera, el exalcalde Antonio Muñoz inauguraba —fue incluso expedientado por la Junta Electoral de Zona— la obra, poniéndola como ejemplo de «las regeneraciones urbanas más significativas que hemos llevado». Y confirmó: «Este tipo de actuaciones, que suponen un claro guion de trabajo, y que cuentan con materiales específicos más sostenibles, son fundamentales también para afrontar uno de los retos más importantes a los que se enfrentan las ciudades en estos momentos: el cambio climático».
En el papel
En la realidad


Tras una inversión de alrededor de 7 millones de euros, cofinanciada por la Unión Europea, el resultado dista mucho del que se vio en las recreaciones de aquel mayo de 2021, cuando se vendía como «laboratorio peatonal urbano». No hay enfriamiento de agua por ningún sitio. La fuente que iba a ir en la entrada de la avenida se demolió pese a que estaba construida ya a petición de los vecinos porque interfería con el paso de peatones, bicis y vehículos de emergencia. Un proyecto emblemático para el anterior gobierno perdía el apellido 'Life watercool' ('agua de vida fresca') porque lo pidieron los residentes, pese a que fue una de las razones para captar los fondos.
'Aire acondicionado natural'
La otra gran paradoja del urbanismo 'sostenible' según Sevilla es Cartuja Qanat. Se inauguró en octubre —más allá del verano— y, ahora que llega la primera ola de calor, se encuentra abandonado tras invertir cinco millones de euros gracias a fondos europeos. Aquello, cuando se presentó, era algo así como «la estrategia municipal de lucha contra el cambio climático», un espacio 'bioclimático', algo así como un aire acondicionado natural en la poco transitada avenida Thomas Alva Edison. Hoy está tan abandonada como los restos de la estación del telecabina de la Expo, aunque sin los efectos del óxido del tiempo. Se inauguró y dejó de funcionar la cuenta de redes sociales (el último tuit es de noviembre de 2022), no se ha hecho ni una sola actividad en el auditorio, nadie pasea por ese 'microclima' donde decía Muñoz que haría «diez grados menos».
En el papel
En la realidad


¿La razón? Hace algo más de un mes, cuando ABC publicó el estado en el que se encontraba, se explicaba que estaba parado a la espera de las «comprobaciones del proyecto marco europeo» y pendiente «de la firma electrónica» por la cual Emasesa cedía el espacio al Ayuntamiento para su gestión. Hoy son jaramagos y la gran fuente está tan seca como el proyecto.
Urbanistas que estudian la adaptación amable de la ciudad al clima se sorprenden al conocer la deriva de estos dos proyectos y señalan otros dos que sí han cumplido las expectativas: la avenida de El Greco —como intervención ejemplar de combinación del uso peatonal sin eliminar el tráfico y ganando árboles y carril bici— y el paseo de Torneo, que es ahora un parque en línea recta... al que, no obstante, se inauguró a falta de las fuentes prometidas.
Uno de los expertos consultados por ABC es Pedro Górgolas, profesor del departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio de la Universidad de Sevilla y que define así estas paradojas: «hay una sobreexposición del concepto que hace que se desnaturalice y caiga en la ideologización». Este urbanista pone como modelos a seguir Vitoria —«ejemplo de ciudad verde»— y Barcelona, por las supermanzanas, que en Sevilla se pretendían replicar según el Plan de Movilidad Urbana Sostenible, incumplido desde el mismo momento de su aprobación. «Las políticas en materia de renaturalización de las ciudades deja mucho que desear», señala, y recuerda datos demoledores como el estudio del Observatorio de la Sostenibilidad en España de 2020, que aseguraba que las diferencias de las temperaturas een el centro de las cinco ciudades más grandes de España (incluida Sevilla) era ocho grados superior que a las zonas de la periferia. Otro dato es que el mayor número de árboles se piensa que se encuentran en los parques, cuando en realidad están repartidos por la ciudad, y se están perdiendo. Y, por otro lado, otro estudio del catedrático de Biología Enrique Figueroa expone que la diferencia de una calle de Sevilla con árboles o sin ellos es de 4 o 5 grados.
Sólo hay que recordar las reurbanizaciones en espacios recientes como la plaza Esperanza Macarena (apenas hay cuatro naranjos), el paseo de Marqués de Contadero (un auténtico solarium), Baños (con mini arbolado y con un pavimento polémico) o, más atrás, San Jacinto, la Avenida y Asunción, donde no hay ni un solo árbol.
Más optimista es Ramón Cuevas, arquitecto urbanista y socio de Buró4 y que está interviniendo, entre otros espacios, el de Altadis. «Vamos en línea de mejora porque hay una conciencia general y porque la normativa cada vez es más exigente: pavimentos drenantes, espacios que puedan tener un grado de humedad con elementos de agua, el arbolado. Antes eran más ornamentales y ahora se hacen pensando en la sombra». Cree, pese a ello, que en las grandes actuaciones sí se tiene en cuenta un componente de sostenibilidad y en las de menor inversión, no.
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