EL RINCÓN DE... paco ortiz
«Aquí sabemos enterrar muy bien, pero olvidamos mejor. Aníbal González lo sufrió»
Hoy, en el festival de cine de Huelva, se estrenará «Aníbal, el arquitecto de Sevilla», quizás el responsable de la transformación de la ciudad tras su dirección de la Expo del 29

-¿Es muy osado decir que si Barcelona tiene el acento de Gaudí y Nueva York el de Mies Van der Rohe, la Sevilla del siglo XX tiene el de Aníbal González?
-Para nada. Sevilla es conocida por sus iconos arquitectónicos de su historia ... pasada, pero también por hitos como la Plaza de España, la de América y toda su arquitectura regionalista de la que Aníbal González fue su profeta.
-Se dice que la Sevilla que lo vio nacer no se parece en absoluto a la que dejó tras su muerte…
-Entendió el pulso de la ciudad del siglo XX y su nuevo urbanismo, superando el anquilosamiento de una ciudad estancada en su historia. Su influencia de marca lleva al regionalismo a ser santo y seña de la Sevilla moderna, incluso yendo en dirección contraria a las vanguardias de la época.
-Y quiero pensar que si existe un icono potente de aquella Sevilla transformada es la Plaza de España.
-La Plaza de España es el edificio más potente de su carpeta arquitectónica creativa. Logra levantar un colosal edificio manejando materiales locales como el ladrillo y la cerámica. Es un acierto absoluto.
-Por cierto, un edificio como la Plaza de España, debe guardar aspectos desconocidos para el sevillano. ¿Qué le pasó con la torre norte?
-La torre norte se encuentra en un terreno de difícil cimentación. Le dio muchos dolores de cabeza. Y ella sola le complicó el trabajo más que todo el resto del edificio.
-Es que esa torre siempre dio mucha guerra…
-(Risas)
-Otra curiosidad de esa potentísima plaza es que no existe un banco dedicado a Sevilla. ¿Por qué?
-La gente viene a la Plaza a visitarla. Los sevillanos están en su propia casa y no necesitan identificarse. Pero Sevilla está representada de otras maneras. Por ejemplo, los cuatro murales dedicados a la ciudad.
-Aníbal González, pese a las reticencias que en un principio tuvo con Forestier, llegó a conseguir una muy exitosa fórmula de colaboración.
-Dos genios que suman y consiguen con su talento el conjunto paisajístico y arquitectónico que consiguieron. Un sitio tan brillante debería estar mejor guardado y pasar por ventanilla, como ocurre en Barcelona con el parque Güell.
-Que Primo de Rivera lo cesara como responsable de la Expo del 29, ¿le causó un daño emocional severo?
-Yo creo que incluso fue el origen de su pesimismo anímico de los últimos años. Diría que aquel golpe no le ayudó a vivir.
-De haber podido culminar la catedral de la Milagrosa en Portaceli, ¿estaríamos hablando de otro de sus edificios más icónicos en Sevilla?
-Nunca sabremos cómo la terminaría. Pero seguro que hubiera sido otro icono de la ciudad. La altura diseñada para sus torres marcaba otro techo de la ciudad, sin superar al de la Giralda, un tema intocable para él por su sevillanía.
-Por cierto, en su documental, creo que podemos ver esa catedral finalizada gracias a la recreación virtual…
-Así es. Hemos querido terminar lo que Aníbal no pudo hacer en vida. Y el resultado es espectacular. Los interiores dejarán a más de uno con la boca abierta.
-Es curioso que un arquitecto como él, tan sensible con las causas sociales, fuese objetivo de los pistoleros anarquistas. Aún están de pie las llamadas casas baratas que firmó para las clases populares.
-Fue un hombre sensibilizado con la educación y las mejoras sociales. Siempre buscó la mejoría laboral y social de sus trabajadores. Es muy interesante su grupo de casas baratas en la avenida Ramón y Cajal, que están en uso. Lo de los pistoleros lo explica la convulsión de la época.
-La paradoja vital de Aníbal González es que consagró su vida a levantar la Sevilla de principios de XX y por semanas no pudo ver la inauguración de la Exposición que dirigió…
-Es lo que más me atrae de su destino. El creador de algo tan nuevo y grande no pudo ver su obra terminada. El éxito y el olvido se unen en un punto fatídico de su vida.
-También es un hecho que, las generaciones de arquitectos más vanguardistas se convirtieron en grandes detractores de su obra.
-Pasa siempre igual. Las vanguardias, las nuevas olas, tratan de imponer su estilo arrasando lo previo. Aquí sabemos enterrar muy bien, pero olvidamos mejor.
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