Sevilla
El convento de San Agustín de Sevilla ve la luz tras más de un siglo de abandono
Las obras para recuperar el convento del siglo XIII y su adaptación como hotel comenzarán este mismo mes
Se trata de la operación económica más alta de un edificio patrimonial en la historia reciente de la ciudad
Patrimonio aprueba el proyecto de rehabilitación del convento de San Agustín de Sevilla
Fue uno de los mayores conventos de Sevilla en la Edad Media, un auténtico monumento del siglo XIII que ocupaba la manzana completa frente a la Puerta de Carmona a las afueras de la muralla y que, desde 1810, entró en un agujero negro del ... que no ha salido hasta ahora entre expolios, desamortizaciones, derribos... San Agustín pasó de ser uno de los monasterios principales de la ciudad a ser utilizado como cárcel, cuartel, almacén, se construyeron pisos donde estaban los claustros secundarios, se derribó la iglesia y sólo quedó el refectorio y el claustro principal. Allí, a principios del siglo XX, se instaló un mercado cuyos vestigios en forma de anuncios pintados permanecen grabados en las paredes góticas y sus galerías, que se mantienen en pie milagrosamente. Y luego llegó el abandono. Casi un siglo sin uso, oculto a los ojos de la ciudad y de sus administraciones, que no sólo no protegieron sus valores históricos ni patrimoniales mientras se derruía, sino que entorpecieron cualquier proyecto para su recuperación. Pero, tras esta larga travesía de casi 200 años desde que de allí salió el último monje, por fin San Agustín ve la luz al final del túnel.
En los próximos días, habrá operarios realizando los movimientos de tierra a mano, se instalarán dos grúas y comenzará la rehabilitación de un conjunto monumental de primer nivel de la ciudad. Sevilla recuperará el uso de San Agustín, que acogerá un hotel de cinco estrellas dentro de los aproximadamente tres años que durarán las obras.
Para comprender la importancia del proyecto sólo hay que analizar la inversión, que es superior a los 30 millones de euros. Si se se compara con las dos grandes obras patrimoniales que se están afrontando en estos momentos en Sevilla, la recuperación del convento de San Agustín está por encima de las Reales Atarazanas (18 millones) y de la Fábrica de Artillería (20 millones). Se trata de la operación económica más alta de un edificio patrimonial en la historia contemporánea de la ciudad.
Los arquitectos Cruz y Ortiz se hicieron con el derecho de superficie de este espacio propiedad de la Gerencia de Urbanismo con el objetivo de rehabilitar el claustro, galería de la escalera hacia la antigua biblioteca y la probable estancia del bibliotecario. Y, en el inmenso solar sobre el que se levantaba la iglesia -situado entre el edificio de Aníbal González situado al comienzo de Luis Montoto y el claustro-, se construirá el hotel. Trece años estuvo el prestigioso estudio sevillano tratando de obtener la licencia, hasta que se le agotó la paciencia por la burocracia administrativa, mientras el edificio se agrietaba cada vez más. Tomaron la decisión, para recuperar la inversión sin abandonar el proyecto, de vender el derecho de superficie. Fue el Grupo Zinc quien, junto al fondo de inversión GED y el asesoramiento legal de Luis Collado del despacho Garrigues, adquirió el convento, manteniendo Cruz y Ortiz el proyecto arquitectónico.



En pleno estado de alarma por el Covid comenzaron las negociaciones, justo en el momento en el que el mundo se paralizó y desapareció el turismo. «Fue un acto de fe que unos promotores decidieran acometer ese proyecto tan complejo a nivel técnico, legal y logístico, y encima nada más estallar la pandemia», explica Luis Collado a ABC.
Los responsables del fondo GED y del Grupo Zinc detallan cómo fueron los dos años que duró el proceso de compra y la obtención de los permisos para que ya puedan comenzar las obras. Gran parte de la financiación de los trabajos proviene del fondo de desarrollo urbano creado por la Junta de Andalucía para invetir el dinero que llega de Europa, en este caso para patrimonio cultural. GED, que ya financió en Sevilla proyectos como Aqua Mágica o la Estación de Cádiz mediante concesiones administrativas, vio una oportunidad en el convento de San Agustín. Al estudiarlo comprendieron que era elegible y viable. «Que el proyecto técnico venga de Cruz y Ortiz fue esencial para nosotros -afirman desde GED a este periódico-, que además se complementa con el apoyo técnico de Grupotec, y que la solvencia estuviera acreditada también a nivel económico y mercantil».
Este fondo de inversión ha firmado 15 años de compromiso, tiempo suficiente para amortizarlo y que los fondos vuelvan a la Junta para una futura reinversión.
Un año estuvieron negociando con Cruz y Ortiz la operación, que en abril de hace justo un año quedó completamente escriturada tras tramitar todas las autorizaciones para el cambio de titularidad. En ese tiempo, se adquirió una planta de aparcamientos en un edificio cercano para servir de estacionamiento a los clientes del hotel, imprescindible en un cinco estrellas.
Empezaba, entonces, la prueba de fuego que era obtener el informe favorable de la Comisión Provincial de Patrimonio, ya que la licencia de Urbanismo llegó en febrero de 2022. El plácet de Cultura se obtuvo el pasado abril. No fue fácil, ya que se trata de un BIC con la máxima protección. Los promotores agradecen a las administraciones autonómica y municipal que en estos dos años hayan facilitado un proyecto sobre el que se han hecho todas las modificaciones que la solicitado Patrimonio con el objetivo de sacarlo adelante.
De la ruina al esplendor
ABC ha accedido al interior del convento, que se encuentra en un estado ruinoso tras tantos años de abandono, hogar de palomas, gatos y con grietas que piden a gritos una intervención inminente. Los estudios de geotecnia no explican cómo el edificio no ha colapsado por cómo está sustentado, apuntalado por unas vigas de madera en muy mal estado. Esto ha hecho que se vaya micropilotar todo y la inversión sea muy superior a la inicialmente prevista en el proyecto.
Desde el número 3 de Luis Montoto se entra por un túnel bajo el edificio de Aníbal González a un solar inmenso donde aún se conservan algunas hornacinas con las conchas características de los agustinos de lo que fue la antigua iglesia desaparecida. Se trata de un terreno baldío alrededor del que se levantan grandes edificios de hasta seis plantas que aíslan por completo este espacio del ruido del tráfico de Luis Montoto y que da una imagen de las dimensiones que tuvo el templo.
Desde ahí se accede al claustro del convento, rodeado de bloques de pisos y que es inmenso. En el patio, lleno de jaramagos, descansa tumbada la portada de Hernán Ruiz que durante las obras se protegerá con una estructura de madera auxiliar para luego decidir su ubicación definitiva conforme avancen los trabajos. En las paredes apuntaladas bajo los arcos aún se lee: «Artículos para carrocerías de automóviles», de cuando aquello fue un mercado. Accediendo por las galerías, se observan las mallas y los búhos ficticios para impedir que entren las palomas, se cruzan los gatos y se observan algunos restos de policromías de las paredes y de cerámicas de gran valor en las paredes. Todo se conservará. También se aprecia el espacio de la escalera volandera de gran valor patrimonial coronada por un magnífico artesonado en muy mal estado, como las cubiertas del segundo piso de las galerías anexas al refectorio, en paralelo a la calle San Alonso de Orozco.
Todo este espacio escondido, desconocido y abandonado recuperará el esplendor perdido y podrá ser visitado por los sevillanos. Quedan tres años... después de esperar un siglo.
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