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Vuelven los robos

«De 10.000 apartamentos turísticos que hay en el Arenal sólo 3.000 están legalizados»

El nuevo presidente de la Asociación Torre del Oro, Roberto Pardo, denuncia que el turismo está despoblando el barrio

Roberto Pardo tiene muchos proyectos para el Arenal J.M.SERRANO

Amalia F.Lérida

Desde hace unos meses ha cogido el testigo al nonagenario Antonio Fernández como nuevo presidente de la asociación de vecinos y comerciantes del Arenal. Roberto Pardo es fotógrafo de profesión y por eso sabe hacer con pocas palabras, con una sola, un buen retrato de lo que es hoy día esta zona emblemática de la ciudad: «Guirilandia».

Y lo dice con pena porque el turismo «está despoblando un barrio» en el que antaño todos se conocían y donde hoy día la mayoría de los residentes son personas de avanzada edad que han de conciliar su derecho al descanso con el ruido de los bares, las molestias de los apartamentos turísticos, la inseguridad ciudadana y la falta de contenedores de basura que los obligan a andar hasta cien metros para tirar una bolsa.

«Todo el que tiene aquí algún inquilino en un piso, cuando acaba el contrato hace apartamentos turísticos. Es un turismo más barato que el que viene a los hoteles porque por el precio de un hotel se meten seis en un apartamento. Para colmo, no todos están regulados. Se habla de que hay 3.000 legalizados y 7.000 que no lo están . Y el gran problema es que hay bloques en los que conviven estos apartamentos con residentes de toda la vida que tienen miedo a encontrarse en el ascensor y escaleras con una persona que no conocen o ven que no pueden hacer mucho cuando hay destrozos en las zonas comunes. Hay bloques en los que, por ejemplo, son diez propietarios y seis son turísticos. Entonces, cuando hay una reunión de la comunidad la mayoría la tienen los dueños de los apartamentos», relata Pardo para dar una idea del principal problema que tiene hoy día el Arenal.

Pese a ello, los residentes no reciben a cambio una contraprestación, ya que la zona adolece de algo tan esencial como es un centro cívico en el que tanta tercera edad se reúna, o uno deportivo para la juventud y para los mayores, también. «Estamos poco a poco —sigue Roberto Pardo— haciendo el censo de habitantes y una web para darle una tribuna al vecino y contenido al barrio, para que no se pierda su esencia ni ese punto de encuentro».

Vivir en el Arenal cada día es más tedioso porque, además de que han vuelto los robos a farmacias, hoteles fruterías y a algún que otro piso, por Adriano y Arfe, «cada vez que hacen una obra en cualquier calle eliminan aparcamiento».

Pardo demanda que faciliten más plazas de zona azul a los residentes y alguna solución para personas que se desplazan de otros barrios para «ganarse la vida y están en un sinvivir saliendo y entrando de su lugar de trabajo porque si no echan monedas en la máquina para pagar la tarifa cuando ha pasado el tiempo los multan».

En Semana Santa, la inmovilidad crece . Dice Pardo que los vecinos de zonas limítrofes con la carrera oficial se quedan aislados y tienen que salir del barrio para ir a otra parte del centro. «Salimos de Tomás de Ybarra al Postigo —sigue el líder vecinal— y te encuentras unas vallas y te dicen que salgas por el Paseo de Colón. Este año se exige a los vecinos que viven en la zona de la carrera oficial las escrituras de la casa para que acrediten donde viven y los comerciantes están esperando qué va a pasar con la “ley seca” del año pasado que les prohibía hasta vender agua una hora antes y otra después del paso de la cofradía y a 20 metros, en una calle por la que no pasaba ninguna, sí se podía vender lo que quisieras. De modo que el malestar que tienen los comerciantes no es difícil de entender».

Pero el Arenal no solo se está despoblando de residentes de toda la vida de Dios sino también de contenedores de basura que, según Pardo, «no quieren instalar en zonas monumentales porque afean» lo que «obliga a los vecinos a caminar más de cien metros para encontrar uno».

«Hay residentes en las calles Bilbao y Madrid esquina con San Buenaventura, o en Carlos Cañal, que tienen el contenedor más próximo al final de calle Zaragoza. Hay gente que tira la bolsa justo en la esquina de la iglesia y ahí se amontonan como antiguamente. Y para multarlos los investigan. Yo he visto a un funcionario del Ayuntamiento revisando la montaña de bolsas de basura para hallar un documento que delate dónde vive quien tiró los residuos y multarlo».

Aparte de esas quejas y de que en el barrio no se replantan los árboles, como delatan los tocones, Roberto Pardo tiene muchos proyectos festivos y culturales que llevar a la práctica alrededor de la feria de San Miguel y por los aledaños de la plaza de toros . También quiere ver con sus ojos cómo se materializa la colocación de dos monumentos que están pendientes.

«El primero —termina Roberto Pardo — el de Diodoro Canorea , que fue durante muchos años empresario de la Real Maestranza. Está terminado y pagado por suscripción popular a la espera de que el Ayuntamiento de Sevilla dé los pertinentes permisos. El otro es el de El Pali , que va más lento porque todavía se está recogiendo dinero».

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