Educación
«Abriremos un Altair femenino en Sevilla si el Constitucional nos vuelve a dar la razón y establece un marco jurídico definitivo»
Javier Delgado, director de Altair, asegura que reciben muchas peticiones de familias de Amate, una de las zonas más pobres de España, que quieran matricular también a sus hijas en este modelo de educación diferenciada

Javier Delgado nació en la calle López de Gomara y su padre fue hasta que se jubiló el quiosquero de la Plaza de Cuba esquina con República Argentina , que ahora lleva su hermano pequeño, uno de los seis que tiene, todos ... varones. Se licenció en Derecho, trabajó un año en el BBVA y aprobó unas oposiciones a la Junta de Andalucía. Se mudó de Triana al Cerro del Águila y desempeñó su trabajo en la Consejería de Educación hasta que en 2006 le ofrecieron la subdirección de Altair, colegio que dirige desde hace once años y en el que da clases de Economía, Religión y Ética. Diplomado en Ciencias Religiosas por la Universidad de Navarra, se licenció en Psicología por la UNED y es máster en Psicología Sanitaria.
Muchos de sus alumnos proceden de familias con todos sus miembros en paro o con trabajos precarios que les hacen muy difícil llegar a final de mes. ¿Marca eso la vida escolar?
Nuestros barrios de Amate lideran la pobreza en España desde hace muchos años y sabemos que hay muchos problemas socioeconómicos. Por eso buscamos siempre la cercanía con el alumno y su familia. Pero este verano fui a Camerún y me quedé impresionado con lo que vi allí. Incluso en los barrios más pobres de España disponemos de cosas que faltan a la inmensa mayoría de la población de muchos países. Y tras este viaje a Camerún no había comprendido del todo por qué sus habitantes se juegan la vida en el mar o en una peligrosa travesía por el desierto para venir a Europa. He visto a niños y niñas vendiendo de todo a cada metro y el sueldo mensual medio allí es 50 euros. Aquí hay problemas de vivienda pero allí muchas casas son de cañas y barro. Después de este viaje he pensado que el africano que vemos en el semáforo de cualquiera de nuestras calles debe de pensar que esto es un paraíso comparado con lo que tenía en su país. Allí hay pocas calles asfaltadas y algunos van descalzos.
Casi como en Amate hace cincuenta y cuatro años, cuando se fundó su colegio. El colegio estaba en un medio de un descampado rodeado de barro.
Altair empezó en el barro y los alumnos se lo tenían que quitar todas las mañanas antes de entrar en el colegio. El primer director, José María Prieto, decía siempre que no se podía olvidar que debajo del colegio actual y de todo lo que es ahora este centro, una especie de oasis en un barrio difícil, estaba el barro.
¿Le gustaría que sus alumnos conocieran como era esto hace medio siglo para valorar lo que tienen ahora?
Sí, pero también me gustaría que pudieran ir también a Camerún o a otro país africano a ver cómo se vive allí para que pudieran valorar lo que tienen, a pesar de las carencias Aprenderían en primera persona cómo está el mundo y cómo viven muchos niños de su edad.
¿Los alumnos de Altair tienen muchos dispositivos electrónicos?
Supongo que menos que en otros barrios de Sevilla pero una de las cosas que sorprende en algunas familias que hemos visitado en Su Eminencia es que aun viviendo en condiciones difíciles, con problemas de humedades o mantenimiento en viviendas muy pequeñas, con frecuencia nos encontramos una televisión inmensa de cien pulgadas que casi no cabe en el salón y que seguramente no tengan en barrios de Sevilla con mucho mayor poder adquisitivo. Y algunos de los niños de estas familias a los que me refiero pueden llevar un iPhone 11 o 12 bastante más caro que el de cualquier profesor del colegio. La gestión de los recursos económicos de estas familias, aun siendo limitados, es muy mejorable, en mi opinión.
¿No se nota entonces tanto la brecha digital en esta zona de Sevilla?
Menos de lo que se pueda pensar. Calculamos que en torno a un diez por ciento de familias no tiene dispositivos electrónicos, pero casi siempre hay un móvil, al menos.
Supongo que este curso será mucho menos telemático que el anterior y que habrá mucha más enseñanza presencial.
Va a ser mucho más presencial por la mejor evolución de la pandemia y la campaña de vacunación. Nuestra idea es que toda sea presencial porque el curso anterior sólo lo fue al cien por cien Bachillerato. El año pasado fue de mucha tensión e incertidumbre en toda la comunidade educativa. Fue muy incómodo para los profesores por la mascarilla todo pero entre todos hemos conseguido hacer del colegio, y de los colegios en general, lugares seguros.
¿No hubo contagios en Altair?
Hubo pocos y fueron familiares. Tuvimos nueve alumnos que dieron psositivo en una clase de segundo de Bachillerato. Averiguamos que todos compartieron una cachimba.
El número de adolescentes con depresión aumenta cada año y esas depresiones pueden acabar en suicidios. ¿Lo han notado en su colegio?
Sí. De hecho, hemos tratado a seis alumnos en riesgo de suicidio el pasado curso. Es la primera vez que esto ocurre y nos preocupa mucho que haya cada vez más niños en esta situación.
Como psicólogo y director de un colegio con tantos alumnos, ¿por qué cree que pasa esto?
Creo que hay problemas familiares y desestructuración de las familias detrás de mucho de estos casos. Todos estos problemas suelen afectar a los estudios y si se juntan con cualquier otra cosa, causar ansiedad o depresión. A veces nos viene algún alumno que se ha autolesionado el brazo o se lo ha pinchado. Cuando les preguntamos por qué, algunos nos dicen que no quieren vivir. Gracias a Dios, hablamos con ellos y con sus padres y hasta ahora no se ha consumado ningún intento de suicidio. Aunque algunos de estos chicos puedan tener de todo, en realidad hay mucho vacío detrás. F
¿Qué es lo que les falta?
Creo que les falta cariño, autoestima y tolerancia a la frustración. Y el consumismo desaforado también genera mucha depresión y ansiedad. El materialismo nos adormece y abunda en todas esas carencias y todo eso contribuye a esas tendencias suicidas.
¿Esa poca tolerancia a la frustración es menor que la de sus padres?
Mucho menor.
¿Falta que alguien escuche a estos alumnos?
Sí, porque mucha gente no escucha. A veces los padres no escuchan a sus hijos. Nosotros intentamos escucharles y para eso tenemos a sesenta preceptores que hablan con todos ellos al menos una vez al mes, aparte de los tutores de la clase, el orientador del colegio y el psicólogo.
La llamada «Ley Celaá» vuelve a meter el dedo en el ojo a la educación diferenciada. ¿Qué les diría a las personas que piensan que con dinero público no se debe financiar una educación que pone a los niños con los niños y a las niñas con las niñas?
Les diría que es nuestro modelo fundacional y que con él acabamos con los estereotipos de género. Tenemos chicos que escriben libros de poesía y en muchos colegios femeninos chicas que estudian ingenierías y carreras STEM. Los sindicatos y los partidos son entidades privadas como nosotros y se financian con dinero público porque suponen pluralidad y que los ciudadanos puedan elegir la opción política o sindical que más le gusta.
Se habla mucho de la «diversidad» desde el Gobierno de España. ¿Cree que ese concepto de diversidad debería incluir a la educación diferenciada?
Creo que sí pero creo sobre todo que los padres tienen el mismo derecho a elegir la enseñanza que prefieran de la misma manera que los trabajadores un sindicato o los ciudadanos un partido político. Creo que esa pluralidad es tan importante como la diversidad.
¿Cree que en España se fomenta la diversidad o la pluralidad para algunas cosas y para otras no?
Parece que ese modelo de diversidad es sólo para ciertas cosas, no para todas. Y la enseñanza es fundamental y el caso es que nuestro modelo funciona. La demanda de alumnos que tenemos es la mejor prueba.
¿En su colegio no hay fracaso escolar?
Sí lo hay, pero es tres veces inferior al de la media andaluza, que está en torno al 25 por ciento antes de acabar la ESO. En nuestro colegio está en el 8-9 por ciento. De todos los alumnos que acaban la ESO en nuestro centro, el cien por cien continúa formándose; el 80 por ciento en bachillerato y el 20 por ciento en formación profesional. Lo normal en los colegios andaluces que el 50 por ciento de los que acaban la educación obligatoria, deje los estudios.
¿A a qué se debe, en su opinión, esos buenos resultados de Altair?
A la educación personalizada. Son casi 1.300 alumnos pero todos tienen un preceptor que habla al menos una vez al mes con ellos, como he explicado antes. Si van mal en los estudios porque sus padres están separándose, o por cualquier otro motivo, hablamos con los progenitores. Nos preocupamos mucho por cada uno de nuestros alumnos.
¿Si integraran a alumnas en sus aulas eseto cambiaría?
Los niños y las niñas tienen ritmos de maduración diferentes. El modelo mixto hace que se ponga más en realce los estereotipos de género y si un chico destaca en poesía se le puede estigmatizar. Esto no pasa en nuestro modelo. En los colegios femeninos las chicas no tienen la presión de los niños, que suelen ser mejores en matemáticas. Todo suma y por eso la educación diferenciada tiene mucha implantación en países con sistemas educativos muy avanzados como Estados Unidos o Alemania. Hillary Clinton estudió en una universidad femenina y ahora en barrios humildes de Estados Unidos se están instalando colegios con educación diferenciada como el nuestro. Aquí han estudiado personas de todas las ideologías y creencias y muchas, por cierto, militan en el PSOE o IU. Todas hablan bien de este modelo.
Pero sus partidos, no tanto, y quieren retirarles subvenciones públicas. ¿Qué pasaría con su colegio si le quitaran el concierto?
Casi ninguna familia podría pagar el coste de un centro privado y el colegio tendría que irse a otro barrio donde vivieran familias con mayor poder adquisitivo. Y creo que a las familias con pocos recursos no se le debería privar de la educación que proporcionamos desde hace cincuenta y cuatro años y que ha permitido a tantas personas formarse, tener una buena vida y aportar muchas cosas a la sociedad, que es nuestra filosofía.
¿Cómo son los antiguos alumnos de Altair?
Tenemos de todo, desde ingenieros, catedráticos o médicos a mecánicos o jardineros. Lo que les une a todos es la excelencia profesional, el reconocimiento al colegio y su deseo de devolver a la sociedad oarte de lo que han recibido, uno de los valores que inculcamos a nuestros alumnos. Entre ellos hay también responsables políticos del PSOE y de IU.
¿Y por qué ellos no le cuentan eso a los dirigentes de sus partidos?
Esto es un tema ideológico, no educativo. Y comprendo que estos antiguos alumnos no puedan rebelarse porque sus puestos de trabajo podrían correr peligro, pero me consta que muchos de ellos están en contra. Nos lo dicen.
¿Cuántas sentencias les han dado la razón en esto?
Más de cuarenta. La última sentencia del Tribunal Constitucional es la más importante porque avalaba la educación diferenciada y decía que no se podía discriminar a las familias de nuestros alumnos por habernos elegido.
¿Han renovado ya los conciertos?
Acabamos de renovarlos por cuatro años.
¿Han notado el cambio de Gobierno?
Sí. No nos han dado trato de favor pero sí han mostrado respeto a la libertad y a la pluralidad. El anterior Gobierno quería quitarnos los conciertos y los jueces lo evitaron.
¿Los padres que les traen sus hijos a los colegios no les dicen nada de este tema?
Nos preguntan desde hace tiempo por qué no abrimos un Altair femenino en el barrio. Les gustaría poder traer también a sus hijas y, de hecho, hay un cierto número de familias que las lleva a las Hermanitas de la Cruz, en el centro de Sevilla. Recuerdo que cuando yo tenía 15 años, escuchaba ya esa petición de las familias de un Altair femenino y en los últimos años esta petición se ha hecho más insistente. Cuando lo hemos planteado a los Gobiernos anteriores, nos dejaron claro que se opondrían a concertar un colegio femenino en Sevilla. En esas circunstancias y en un marco jurídico como el actual, con una ley estatal que se declara en contra de la educación diferenciada, hemos preferido ser prudentes pero nos lo llevamos planteando desde hace tiempo.
¿Tendrían sitio para hacerlo?
Tenemos una parcela muy cercana en la que podríamos levantar ese Altair femenino y la posibilidad física de que los niños y las niñas compartieran el recreo dentro de nuestro modelo.
¿Y con el Gobierno andaluz actual no sería más factible?
Se nos ha perseguido en Andalucía desde hace muchos años pero ahora hay una ley estatal que está en contra de la educación diferenciada en toda España y que amenaza con suprimir los conciertos. Si el clima político fuera favorable , nos plantearíamos el Altair femenino. Con la Lomloe hemos vuelto a retroceder pero cuando haya una sentencia definitiva del Constitucional y de Europa sobre la Lomloe y contemos con un marco jurídico definitivo que nos pueda proteger, nos lo plantearemos. Queremos dar un servicio a las familias que nos lo piden y queremos que las niñas también puedan recibir la educación de sus hermanos.
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