Los «almendros» que vuelven a Sevilla por Navidad extrañan el sol, la comida y la familia
Varios jóvenes que residen fuera relatan la experiencia de vivir fuera y conocer otras culturas; todos anhelaban regresar para las fiestas

Se marcharon de Sevilla a primeros de septiembre para estudiar fuera de España. Han pasado más de tres meses en tierra extraña y ahora han vuelto a casa por Navidad. Se trata de un grupo de estudiantes que, como miles de sevillanos , casi ... todos jóvenes, acaban de aterrizar en su ciudad tras una estancia de movilidad internacional, una experiencia que, sin duda les marcará de por vida. Que les ha servido para crecer, hacerse más independientes y abrirles la mente a otras culturas y otras formas de vida muy distinta a la que estaban acostumbrados hasta hace muy poco.
La mayoría ha aprendido (o está haciéndolo) un nuevo idioma, ha viajado por numerosas ciudades de Europa y, sobre todo, ha hecho amigos de diferentes sitios y culturas que jamás imaginó que ahora podrían formar parte de su red de contactos cercanos.
Casi todos se traen un puñado de amistades, con las que han compartido vivencias y que serán seguramente amistades de por vida. Ha sido un tiempo que no olvidarán nunca y que les ha servido también para madurar y para aprender a ser dueños de su propia vida . Lejos del amparo y la protección de sus progenitores y muy lejos de la ciudad donde nacieron y donde han pasado toda su vida.
Pero ahora llegó el momento de volver. A reencontrarse con su vida de siempre. y con la ciudad en la que nacieron y en la que han vivido hasta hace muy poco tiempo. Y si hay algo en los que todos coinciden es en que Sevilla es una ciudad que marca para siempre. Y que se echa mucho de menos cuando se vive lejos. Y también se aprende a apreciarla mucho más cuando se han alejado de ella.
Son días en los que s e han visto abrazos y lágrimas en los aeropuertos y estaciones, de emociones y de alegría para los familiares que vieron salir de casa a uno de sus miembros y que ahora han vuelto a reunirse tras meses de espera.
«Vuelvo con unas ganas tremendas de celebrar la Navidad en familia». Es la respuesta unánime de todos ellos. ¿Lo que más han echado de menos? Ahí también coinciden todos. De Sevilla se extraña el clima: la luz, el sol y la vida en la calle y las cervezas en una terraza. Algo que resultaba «impensable» para los que han pasado este tiempo en ciudades europeas con un clima tan distinto al de la ciudad que les vio nacer.
La comida también es otra de las cosas que la mayoría estaba deseando volver a degustar. Sobre todo estos jóvenes, la mayoría de los cuales se marchó de casa sin saber freír un huevo y que ahora vuelve casi con un curso intensivo de cocina. «Quiero tomarme una cerveza con tapa y un puchero», proclaman casi todos tras demasiado tiempo de hamburguesas, pasta y platos precocinados.
Ahora están en casa para celebrar la fiestas más familiares con los suyos, disfrutar de los amigos que dejaron atrás y reencontrarse con Sevilla. «Mi bisabuelo decía que lo mejor de un viaje es volver a casa», confiesa una de ellas. Ella es la prueba de que estos jóvenes son el mejor regalo para su familia. Los que han vuelto a casa por Navidad. Como el almendro.

Mario Cabello, estudiante Erasmus en Braganza: «Echo de menos familia, amigos y los entrenamientos de Sevilla»
Mario Cabello Romero tiene 22 años y estudia Educación Primaria en la Universidad de Sevilla. Este curso está de Erasmus en Portugal en el Politécnico de Braganza, hasta donde se marchó el 11 de septiembre hasta que la pasada semana regresó a casa. Es uno de los jóvenes que por primera vez ha pasado tanto tiempo fuera de casa ya que hasta ahora, quitando algunos campamentos no había tenido una experiencia así.
Por eso este joven estudiante reconoce que al principio le ocurrió lo que a todos, le costó un poco acostumbrarse. Y que durante este tiempo ha echado de menos su familia, a la que sorprendió haciendo él mismo la comida cuando acudieron a visitarle un fin de semana de noviembre. También extrañaba a los amigos y muy especialmente la comida. «Como se come en España no se come en ningún sitio», asegura admitiendo que su madre se pasó varios día antes haciendo la lista de las cosas que le gustan para tenérselas preparadas cuando volviera.
Mario regresó del país vecino hace unos días y lo primero que hizo fue reencontrarse con sus padres y hermanos ya que tenía muchas ganas de ver a los cuatro (tiene dos hermanos). «Me imaginaba a mi abuela y tenía muchas ganas de verla», confiesa . En cualquier caso, para este universitario lo que ha vivido ha sido una gran experiencia. ¿Lo mejor? toda la gente que ha conocido y el gran grupo de amigos que ha hecho en estos meses. «Somos de distintas partes de España pero ahora parece que nos conocemos de toda la vida y he conocido a personas increíbles que me han llenado mucho», dice. Y el deporte que hacía en su tierra también lo ha echado en falta. «Aquí no puedo llevar el ritmo de entrenamientos que tenía en Sevilla», confiesa.

Paula Pellegrini, estudiante en Francia: «París es mucho París, pero como nuestras cañas al sol no hay nada»
Paula Pellegrini, Paupe, como la conocen sus amigos tiene 20 años y estudia Relaciones Internacionales y Derecho en la Universidad de Naterre en París. No había vuelto desde que se marchó el día 9 de septiembre y sólo había tenido antes una experiencia previa de cuatro meses en Montreal. Ha echado mucho de menos a sus amigos y su familia. « Los abrazos de mi madre que ahora los valoro un montón. También el sol de Sevilla y las cervezas a 1,20. París es mucho París, pero como nuestras cañas y nuestras tapitas al sol no hay nada que se le compare«, explica esta joven Erasmus que nada más llegar se «comió a besos» a sus padres y a su hermana y les contó lo mucho que había pensado en ellos. También ha extrañado «la calma» de Sevilla en una ciudad donde todo el mundo va siempre con prisa. «Pero sé que cuando vuelva echaré de menos el alboroto de París», admite. «Sin duda me siento como el anuncio», explica admitiendo que la experiencia es «brutal». Ahora es independiente y no necesita que le solucionen los problemas. Pero lo confiesa: se ha prendado de la ciudad francesa. «El metro abarrotado, las bibliotecas llenas, el sonido de mis zapatos atravesando los mil puentes . Un pedacito de mí ahora es de París y lo será siempre».

Gonzalo Parejo, en Polonia: «Quería abrazar a mi familia y tomarme un puchero»
Gonzalo Parejo Herrera (20 años) cursa 3º de Ingeniería de las Tecnologías Industriales en la Politechnika Poznanska en Poznan, Polonia, y lleva tres meses fuera desde que se marchó de Erasmus, una experiencia nueva ya que sólo había salido de campamento en verano. Ahora extraña el clima de Sevilla ya que en Polonia no suben de cero grados. «Se echa de menos salir a la calle y sentarte al sol en un bar . Eso hace que valore mucho más Sevilla, una de las ciudades que mas vida diurna tiene de todas las que he visitado», dice. Pero, sobre todo, echa de menos a sus amigos, su novia y la comida española. «Es inigualable», afirma. Lo primero que hizo fue abrazar a sus padres y hermana, «atracar» la nevera de su abuela y comerse un puchero. Hoy hace balance muy positivo de la riqueza cultural adquirida. «Quién me iba a decir que mi mejor amigo de la universidad sería un turco musulmán», dice.
Lola Olmedo, estudiante en Bolonia: «Me moría de ganas de sentarme al sol; me sentía como el almendro»
Lola Olmedo Guajardo-Fajardo (20 años) se marchó de Sevilla el 9 de septiembre par hacer 3º de Ingeniería de las Tecnologías Industriales en Bolonia y no volvió hasta el pasado martes. Aunque esta joven Erasmus que regresará en enero a Italia para terminar el curso ya tenía una experiencia anterior de movilidad internacional de cuando se fue un cuatrimestre en Irlanda con 15 años, esta es la primera vez que es independiente. Y confiesa que ha echado mucho de menos el buen tiempo de Sevilla, su familia y sus amigos. «Me moría de ganas de sentarme en una terraza al sol . Me sentía como el anuncio del Almendro, con la ilusión de volver a casa por Navidad», dice Lola para la que este año es «una nueva vida» en la que no tiene mucho tiempo para pensar aunque, a medida que se acercó la Navidad, ha tenido más «morriña» . Seguramente por eso, después de abrazar a su familia se acercó a darle una sorpresa a sus amigos puesto que muchos se pensaban que no llegaba hasta el día 24. Pese a todo, esta futura ingeniera está satisfecha de aprender a ser independiente y se siente afortunada por haber hecho tantos amigos y poder viajar tanto. «Hace unos días íbamos en un tren camino a Venecia a pasar el día, y hablábamos de lo increíble que era que pudiéramos improvisar un plan así» , confiesa emocionada.
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