EL HOSPITAL LO NIEGA
Un anciano espera doce horas en el Virgen Macarena una manta y una cama adaptable a su estatura
Durmió con unos pañales abiertos a modo de empapadera porque no podía bajarse de la que le dieron para ir a orinar
Un hombre de 85 años de edad, Arturo Díaz Fernández , tuvo que dormir durante la madrugada de ayer lunes en el hospital Virgen Macarena con un pañal abierto a modo de empapadera porque la cama que había en la habitación era muy alta y no podía bajarse para ir por su propio pie al baño, algo que hace con bastante asiduidad debido a su dolencia y a la medicación que está tomando. Según ha denunciado Francisco Chozas , yerno del afectado, el anciano ingresó el pasado domingo sobre las siete de la tarde en dicho centro sanitario porque tenían que punzarle para hacerle una biopsia de riñón. Le asignaron una de las tres camas vacías que había en la habitación 230 pero nada más llegar comprobó que era muy alta para su estatura y que difícilmente podía bajarse por sí solo tantas veces como necesitaba por la noche para ir al baño.
La familia solicitó una más baja o una eléctrica o una con manivela para regular la altura o algún arreglo que no impidiera al anciano valerse por sí mismo como hace cada día en su domicilio.
Así, el yerno se dirigió en primer lugar al control de Enfermería de la planta para plantear el problema de sus suegro. Al cabo de hora y media viendo que no había respuesta se dirigió a admisión por indicación de la anterior responsable de planta y allí escuchó cómo una de las administrativas hablaba «con un tal Julián que, según deduzco por la conversación y por la exclamación de esta señora, no sabía nada de que se había socilitado una cama más baja».
Desesperado ya y pensando en su suegro «en el cuarto sentado en una silla con unas sábanas reliadas al cuerpo porque tampoco había mantas para quitarse el frío », solicitó hablar con el superior jerárquico que en ese momento se encontraba en el hospital para pedirle ayuda.
«Creo que me dijeron que era el jefe de la guardia pero no lo recuerdo ni acerté a ver su nombre en la bata blanca que llevaba este señor que me hizo pasar a una habitación para explicarme las gestiones que se estaban haciendo con la cama», declara Francisco Chozas que no dudó en remangarse para ayudar a ir por la cama «al sótano o a donde fuese» porque no daba crédito que «algo tan simple estuviera causando tanto sufrimiento y tanta pérdida de tiempo al personal del hospital que tendrá problemas más graves que solucionar».
«Así se lo manifesté a este señor —sigue— que, al final de la tensa conversación me aseguró que estaban buscando la cama».
Como la manta, la cama llegó a las nueve de la mañana después de que el paciente pasara la noche con un pañal dispuesto a modo de empapedera, o sea, sin ajustárselo al cuerpo, que según dijo él se lo cambiaban cada vez que miccionaba. «A media mañana —termina Chozas— llegaron a la habitación diciendo que se llevaban la cama que la necesitaba otro enfermo pero un familiar que estaba allí con mi suegro se negó en rotundo y accedieron a dejarla».
A todo ello fuentes de la Dirección del Virgen Macarena contestan diciendo que a la 1.30 de la madrugada había una cama disponible pero que «se valoró el descanso del paciente que se encontraba durmiendo y se esperó a las primeras horas de la mañana».
Añaden que «en el transcurso de este espacio de tiempo y no encontrándose familiar alguno con el paciente, el personal de Enfermería activó y ejerció sus labores de asistencia de acompañamiento y de ayuda para bajar y subir a la cama al enfermo. Así y todo y para mayor tranquilidad y seguridad se ofreció instalarle en la cama unas empapaderas».
En cuanto a la petición de una manta aclaran que «se le facilitó una colcha y posteriormente una manta» . Aseveran que fue debidamente atendido.
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