El Arenal escondía el paño mejor conservado de la muralla de Sevilla
La rehabilitación de los restos de la calle Castelar permite ver cómo era la cerca islámica con insólita precisión
El trabajo realizado por la restauradora Maite Béjar descubre el tipo de tapial y los materiales de obra que usaban en el siglo XII

Los arqueólogos dirigidos por el maestro Miguel Ángel Tabales están todavía tratando de fechar con exactitud el paño de muralla islámica que apareció hace unos meses en la sede la Fundación Rojas Marcos en la calle Castelar. Los últimos trabajos técnicos se basan ... en las métricas del lienzo para determinar qué arquitecto pudo hacer esa obra y descubrir finalmente sin los restos hallados son un fragmento de la primera muralla almorávide o una reconstrucción almohade realizada tras las inundaciones del siglo XII . Pero todos coinciden en que no existe en la ciudad un tramo de muralla con más información que este, que se ha llevado décadas cubierto por una capa de enfoscado en la medianera de las calles Valdés Leal y Castelar . Por eso el trabajo que ha llevado a cabo la restauradora Maite Béjar , una de las más prestigiosas especialistas españolas en la recuperación del patrimonio, ha resultado trascendental para resucitar no sólo un bien material, sino una época de Sevilla sobre la que aún existen muchas lagunas históricas . Porque gracias a esta labor ahora se puede saber qué materiales usaban para hacer el tapial, qué técnicas de prensado empleaban e incluso cómo montaban las tongadas (capas del tapial) utilizando parihuelas .
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Según Béjar, «el estado de conservación en el que estaba el lienzo es inmejorable, yo estoy incluso emocionada de haber hecho este trabajo porque se ha rescatado una parte de la muralla de Sevilla que conserva muchos elementos originales ». Esto tiene una explicación científica: «Que el paño haya estado tantos años cubierto lo ha preservado para traerlo hasta nuestros días en un estado óptimo. Yo no he visto nunca un tapial así a lo largo de mi carrera , diría que me recuerda más a un hormigón romano que a un tapial islámico». El trabajo de rescate era muy delicado porque «al destapar unos restos así suceden muchas cosas porque empiezan a interactuar con el exterior y hay que ser muy cautelosos cuando se descubre para evitar daños». Mientras están bajo tierra o detrás de una capa de enfoscado, como era este caso, no sufren las inclemencias meteorológicas ni la acción de los animales y los microorganismos. «Yo siempre explico que en la conservación es tan importante rehabilitar como mantener , esto es como si se construye un gran jardín y luego no se riega», explica Béjar mientras detalla todos los hallazgos de esta nueva joya patrimonial de Sevilla.
«¡Esta muralla está viva! En ella conviven materiales de distintas épocas que se conservan en perfecto estado gracias a que ha estado años cubierta»
Se ha perdido una parte del paseo de ronda y la torre que había en esa zona, pero se mantienen casi como hace ocho siglos elementos que permiten estudiar en profundidad los métodos constructivos islámicos. «Están perfectamente conservadas las huellas del calicastrado y de los tablazones de montaje de cada tapial», cuenta la restauradora. El calicastrado es la capa fina que envuelve el mortero del tapial, que se produce gracias al agua de cal que soltaba el material cuando se prensaba. Es la única parte de la muralla conocida de Sevilla en la que este elemento se ha mantenido. «Estoy entusiasmada con esta restauración porque es, sin duda, el lienzo mejor conservado de la ciudad », repite la responsable de esta obra que ha ejecutado la empresa Bellido, especialista en este tipo de recuperaciones históricas.

Durante los trabajos se ha descubierto que en Sevilla el tapial se hacía con cenizas, grava, cal y arena . Incluso han podido detallar que en la muralla trabajaron diferentes cuadrillas de albañiles , ya que cada tramo está hecho con materiales distintos. «Es muy habitual en las murallas la convivencia entre el material primigenio y las reparaciones que se han hecho con el tiempo, ya que estas construcciones defensivas están al raso y tiene que ser constantemente restauradas, por lo que perviven elementos de distintos momentos históricos ». Béjar acaricia la muralla mientras la cuenta. A pesar de que lleva toda la vida haciendo este tipo de trabajo, se le nota que éste es especial. Se ha enamorado: «Es que aquí hay ladrillos de diferentes épocas, ¡esta muralla está viva! ».
«Estoy entusiasmada con esta restauración porque es, sin duda, el lienzo de muralla mejor conservado de la ciudad, una joya del patrimonio sevillano»
Su origen está, según Tabales, en la crecida del Guadalquivir de 1169 , que provocó la mayor inundación de la época. Lo documentó Ibn Sahib al-Salát, que narró la destrucción de todo el lienzo que daba al río. Tabales sostiene que este de la calle Castelar podría ser de 1170 y que podría ser obra Abu Yaaqub , que fue quien hizo también las murallas del Alcázar. Maite Béjar ha liberado el paño de todos los añadidos y ha reconstruido las partes que el tiempo ha borrado, pero quedan diez merlones que permiten soñar con aquella Sevilla de la Giralda roja y revivir entre las almenas de la dentadura almohade nuestra verdadera historia.
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