El barbero de Las Tres Mil: «Emprender no es fácil pero muchos amigos y conocidos están en el paro, la droga o la cárcel»
José Manuel Noguera «Mogan» está a punto de abrir su séptima barbería en Sevilla, muy cerca de la Basílica de la Macarena. Su ejemplo sirve de inspiración a muchos jóvenes del Polígono Sur, a algunos de los cuales les ha dado trabajo
El barbero de Las Tres Mil: "Seremos también pioneros en España en las franquicias por blockchain"

A José Manuel Noguera muchos vecinos de las Tres Mil Viviendas y del Polígono Sur de Sevilla le conocen como «Mogan», el nombre de su barbería. Aunque solo tiene 30 años, le ha dado tiempo de cortarle el pelo ... a todos los jóvenes de su barrio y a muchos del Plantinar, Santa Aurelia, los Pajaritos y Polígono Norte. Y ha ha abierto barberías en muchos de esos lugares y en otros como Montequinto. A finales de este mes espera abrir la séptima en la Macarena, muy cerca de la Basílica y de los jardines del Parlamento de Andalucía.
¿Cómo se hizo barbero?
Un día, cuando tenía 15 años, fui a casa de un amigo del barrio a a jugar a la play, había una maquinilla antigua y decidí cortarle el pelo a este amigo y a otro que también estaba allí. Nunca había cortado el pelo a nadie pero se me dio bien.
¿Y dejó de estudiar?
Yo no estudiaba mucho, vivía el hoy y era un poco niño. Me dedicaba a jugar a la play y poco más. Al día siguiente de cortarle el pelo a estos amigos, tenía a tres o cuatro chavales más del barrio esperándome en casa para que les hiciera lo mismo. Luego vinieron más que me decían: "Vente para mi casa a jugar a la play y de paso me cortas el pelo".
¿No había barberías en el Polígono Sur?
Sí, pero eran más tradicionales. Todos los barberos de allí eran hijos de barberos y hacían lo mismo que su padre. Yo hacía un corte más moderno y atrevido. Y me preferían a mí.
¿Sus padres le animaron a que dejara los estudios?
No, al contrario. Siempre nos animaron a estudiar, tanto a mí como a mis dos hermanos.
¿Cuál fue la reacción de su madre cuando le dijo que quería ser barbero?
Me dijo que me ayudaría a serlo pero que antes acabara la ESO, que no la llevaba entonces muy bien. Me dijo que mi padre y él harían un gran esfuerzo económico para apuntarme a una academia de peluquería si acaba la Secundaria. Mi padre es electricista, pero nunca tuvo un trabajo fijo en su vida, a pesar de que lleva trabajando desde que tenía 14 años. Siempre se ha buscado la vida, como tantos en el barrio. Aquí hay muchos buscavidas pero la crisis de 2008 lo llevó al paro, cuando aún no tenía ni 50 años, y ya se le torció mucho la cosa.
Supongo que como a casi toda la gente de su edad y de su barrio.
A mi padre, que hoy tiene 58 años, yo le digo muchas veces que es ya el último de "Los Inmortales". De todas las personas que se fueron a vivir al Polígono Sur hace casi cuarenta años como él, s prácticamente el único que sigue vivo. Cayeron muchos tontamente en la heroína y en otras drogas. Y otros están presos por diversos delitos. Creo que más del noventa por ciento de los de su quinta están muertos. Lo admiro porque él se ha superado en la vida y siempre ha luchado porque sus hijos estudien y progresen en la vida, a pesar de que él no pudo hacerlo.
Pagarle a usted la academia sería un gran esfuerzo para él y para su madre.
Sí. También fue un gran esfuerzo para comprarnos libros y ropa y yo se lo devolví volviendo a atender en clase y sacándome el título de la ESO. Mi madre me apuntó entonces a una academia de peluquería de León XIII. A los dos meses el dueño de la academia, que sabía que éramos del Polígono Sur y no teníamos apenas dinero, llamó a mi madre y le dijo que no dejara que me fuera de la Academia, que yo sabía cortar muy bien el pelo y era muy creativo. Le dijo que podía tener un gran futuro en esa profesión. Mi madre se puso muy contenta, yo acabé mi formación y me dieron un diploma.
¿Y qué pasó después?
Me fui a la calle a cortar el pelo a la gente. Lo hacía en los banquitos del barrio o en las casas. Pedía la voluntad y corté el pelo a muchísima gente de todo el Polígono Sur, de la Oliva. Todo el mundo me conoce allí porque a a todo el mundo le ha cortado el pelo. Con el dinero que empecé a ganar me compré una bici y gracias a eso fui a cortar el pelo por otros barrios de Sevilla, barrios también con problemas y con pocos recursos económicos. Me pegué dos años así.
¿Cuánto le pagaban por cada corte de pelo?
Algunos me daban 3 euros y otros, los que podían, 5 euros. Cuando llegó la crisis de 2008 decidí irme a Valencia porque en Sevilla la crisis fue brutal y no había nada. Ahorré tres mil euros en dos años y con eso me fui allí. Pensé que por tener costa y más turistas, en Valencia tendría más oportunidades.
¿Y estaba en lo cierto?
Sí. Me presenté con 19 años al dueño de la peluquería que había en el Corte Inglés. Al hombre le caían bien los sevillanos y debió de verme con arte y gracia y me dijo que le demostrara que sabía cortar el pelo, pero no con sus clientes sino con dos personas que trajera yo de la calle, una con un corte clásico y otra con uno moderno. Bajé a la calle y paré a dos personas diciéndoles que le iba a cortar el pelo gratis. Pensaban que era una broma pero logré que subiéramos al Corte Inglés. El hombre vio cómo les cortaba el pelo a esas dos personas, un corte moderno y otro clásico, y me contrató.
¿Era tan bueno cortando el pelo a los 19 años?
Mas que por bueno, que no se me daba mal, yo creo que me contrató por las ganas que me vio de trabajar. Estuve allí un año y medio y con lo que ahorré me volví a Sevilla porque quería estar con mi familia y mis amigos. Pero me di cuenta de que para competir con las grandes franquicias debía ofrecer un precio muy barato y decidí aprender las técnicas de los peluqueros de dos países mucho más pobres que España y me fui a Méjico y República Dominicana. Sabía que allí hacían virguerías con muy pocas herramientas.
¿Qué es lo que aprendió en esos países?
Descubrí, por ejemplo, que en República Dominicana no usaban cuchillas sino cremas depilatorias porque las cuchillas eran muy caras. Son técnicas que aquí no se hacen porque aquí lo tenemos todo y no lo valoramos. Allí con una sola máquina hacen cosas increíbles. La necesidad les despierta la imaginación. Estuve varias semanas en un hotel y fui a visitar todas las barberías que pude. A a veces tenía que pagar 20 dólares por cerrar unas durante media hora. Fue extraño y quizá peligroso, pero fue algo guapo. Luego regresé a Sevilla, corté de nuevo el pelo en la calle y con todo lo que aprendí fui al CADE (Centro Andaluz de Emprendedores) del Polígono Sur para explicarles que quería montar una barbería con la que ganarme la vida. Eso fue hace nueve años y Juan Antonio Duarte me ha tutorizado toda mi carrera empresarial hasta hoy.
¿Le dieron alguna ayuda económica o préstamo?
No, pero en el CADE me ayudaron mucho en agilizar papeleos y cosas que hay que saber para montar un negocio. Ellos lo hacen con todo el mundo que en el Polígono Sur quiere emprender. Te dicen a donde tienes que acudir si quieres poner una heladería o cualquier otro negocio. No te regalan nada, salvo la sabiduría, que es para mí lo más importante.
Su primera barbería la puso en su barrio...
-Sí, en Giralda Sur, en un lugar muy chico que me costó muy poco dinero. Al sexto mes de abrirla, flipé porque ya había una cola tremenda para pelarse conmigo. Me sentí muy orgulloso y gracias a mi técnica podía hacer un corte de pelo, moderno o no, en quince minutos. Cobro 6 euros y soy rápido, barato y rápido, que es lo que los clientes quieren. Mi negocio se sostiene en que puedo facturar 6 euros cada quince minutos gracias a las técnicas que aprendí en Méjico y República Dominicana.
¿Qué sucede en las otras barberías de su barrio y otras zonas cercanas?
Hay de todo pero hay mucha competencia desleal. Han aumentado mucho las barberías ilegales que no pagan impuestos, no dan de alta a nadie en la Seguridad Social ni hacen contratos, ni pagan tasas de basura ni tienen licencia de nada. Es difícil competir así porque no tienen gastos y pueden bajar más los precios. Todo eso ahoga a los barberos que queremos hacerlo bien, aunque esto pasa con muchos negocios. Yo entiendo que la gente tiene que buscarse la vida y yo sé lo que es pelar en la calle y en las casas, pero creo que si abres una barbería hay que hacerlo legalmente.
Y con las condiciones higiénicas adecuadas...
A clientes míos que iban antes a este tipo de barberías les salieron hongos y manchas en la cara porque no cambiaban las cuchillas. Esto es salud y creo que hay que enfocarlo como con las drogas. No se puede centrar sólo en el que la vende porque quitas a uno y aparecen diez más, ya que las multas no se pagan, Por tanto, es mejor centrarlo todo en el usuario e informarle de lo que les puede ocurrir si van a esas barberías o consumen drogas.
¿Qué ha sido de sus compañeros de clase y amigos del barrio?
Hay de todo. A algunos se les murió su padre y se hicieron rebeldes. Otros se metieron en malos temas y tienen problemas con la Justicia. La mayoría están parados, unos estudiaron y otros cambiaron de estudios porque no encontraron trabajo. Hoy en día el trabajo de hace tres años ya no vale por la revolución tecnológica. Mi generación está frustrada por culpa de la crisis de 2008, que les impidió ganarse la vida, y ahora, cuando empezaban a sacar un poco la cabeza, el Covid. Tuvieron que reinventarse y muchos no tuvieron éxito.
¿Han acabado en la droga algunos de sus compañeros de clase?
Tengo muchos allegados, no le voy a decir nombres, que han caído en la droga o en la delincuencia y algunos conocidos acabaron en la cárcel o incluso murieron. Pero también he tenido algunas amistades en ese mundo que han logrado salir por sus propios medios, sin ningún médico ni ayuda, y me siento muy orgulloso de ellos. En algunos ese cambio se debió a que tuvieron un hijo y eso les hizo recapacitar.
¿Algunos de sus compañeros que acabaron en el paro le pidieron ayuda?
Sí, pero no me pidieron ayuda económica sino trabajo. Yo los he tratado de impulsar: a uno de mis amigos, que le gusta el masaje, le animé a que abriera un negocio y le ayudé en lo que pude. También le corto el pelo. Al final se metió en un local, le va bien y me alegro mucho.
¿Cómo dio el salto a su segunda barbería y a hacerse empresario?
Primero contraté a mi hermano pequeño, David, pero le dije que antes tenía que sacarse la ESO, lo mismo que me dijo a mí mi madre. Aprobó y lo metí conmigo hasta que aprendió y ya lo contraté. Venía gente del Plantinar, los Pajaritos y otras zonas de Sevilla, aparte del Polígono Sur, y con el dinero que fui ganando decidí abrir mi segunda barbería en el Plantinar, que la regenta mi hermano. La cosa fue bien y con el tiempo abrimos otra en San Jerónimo y luego otra en Santa Aurelia y otra en Montequinto. Contraté a gente joven de mi barrio y de otros barrios deprimidos como los Pajaritos y ahora son franquiciados míos.
¿Franquiciados?
Cuando llegó el Covid y el cierre de todo, los metí en ERTE pero después decidí franquiciarlos para poder pagar las deudas que me generó el cierre por la pandemia, especialmente con Hacienda. El confinamiento me generó unas pérdidas de 24.000 euros en mis seis barberías y yo decidí pagar todas las facturas menos la de Hacienda para poder seguir adelante con los negocios.
¿Y Hacienda no le persigue?
Sí, pero gracias a que decidí reabrir mis barberías y no dejé de pagar a los empleados ni los alquileres ni la luz ni el agua, he podido seguir trabajando y reducir mucho esa deuda. Ahora sólo debo 9.000 euros y sigo ahorrando para pagarla. No me he podido acoger a ninguna ayuda pública porque debo dinero a Hacienda pero creo que tomé una buena decisión porque gracias a eso no dejé tirados a mis empleados y no cerré los negocios que ahora nos permiten vivir a todos.
El comisionado para el Polígono Sur, Jaime Bretón, le considera a usted un ejemplo muy inspirador para todo los jóvenes de su barrio. Muchos están en paro y algunos viven de ayudas sociales o de traficar con droga.
Jaime Bretón está muy comprometido con buscar salidas laborales en el Polígono Sur con el emprendimiento de los jóvenes y le estoy muy agradecido a él y a todo el Comisionado porque me han apoyado mucho. Vender droga es una salida para muchos jóvenes porque no tienes que invertir nada, te dan el producto y tú te llevas una comisión por la venta y ya está. Si montas una barbería o una heladería, tienes que conseguir el dinero y eso requiere una planificación y mucho esfuerzo. Pero compensa. Es peor el paro, la droga o la cárcel.
¿Qué le dicen los chavales de su barrio cuando van a su barbería o lo ven por la calle?
Todos me conocen porque a casi todos les he cortado el pelo. Me reconocen como empresario y porque he contratado a jóvenes en paro y me siento orgulloso de ser un ejemplo para muchos. Pero todo el mundo podría hacer lo que yo si tienes fuerza de voluntad y perseverancia. Algunos me dicen que si no hubiera sido por mí no saben qué habría sido de ellos, si hubieran caído en la droga o en otras cosas, o simplemente estarían sin saber qué hacer con sus vidas. Yo entiendo lo que pasa con los jóvenes de un barrio así porque yo soy uno de ellos.
Me han dicho que su empresa ha becado a cuatro jóvenes.
Decidí becar a cuatro personas, una del Polígono Sur, una de los Pajaritos, otra de Torreblanca y otra Polígono Norte. Los seleccionan varios asociaciones de esos barrios pero los beco yo.
En su barrio debe de ser más difícil progresar que en la mayoría de los barrios de Sevilla.
Mi padre siempre decía que nuestro barrio es único y él ha vivido allí toda su vida. Al principio se vivía bien allí, era un barrio obrero, eso me decía, pero fue empeorando con gente que llegó de fuera y que metió mucha droga y delincuencia. Muchos llegaron allí huyendo de la Justicia, incluso un etarra se escondió allí, y ahora ya quedan muy pocas familias originarias del Polígono Sur como las de mi padre. Hay un gran problema con la falta de control del traspaso de viviendas y hay mucho trapicheo con las casas. No se sabe quién es el dueño legal de cada una y en el barrio puede entrar cualquier persona.
¿Los colegios de su barrio son una especie de oasis en medio de un desierto para los chavales del barrio?
El ambiente en mi colegio, el Ramón Carande, era mejor que el que había en el barrio porque los profesores se han dedicado desde hace mucho tiempo a advertirnos contra la droga y a donde nos conduce, que es a la delincuencia y a la ruina. He tenido buenos profesores.
¿Es optimista respecto al futuro del Polígono Sur?
Creo sinceramente que si hubiera personas con mis ideas que representaran a la Administración en el Polígono Sur la cosa podría mejorar. Yo soy un nativo, al fin y al cabo, y me conocen y todos saben que me he criado allí y he logrado salir del paro por mis propios medios. Si se pone a una persona que venga de Madrid, ya sea del partido que sea, creo que no lo va aceptar nunca, aunque esa persona tenga muchos estudios. Creo que habría que apostar por gente del barrio para movilizar a tantos jóvenes que no saben qué hacer. Entonces sí sabrían que se puede salir de la delincuencia o de la droga o de las ayudas sociales.
¿Se ha planteado meterse algún día en política para mejorar su barrio?
Yo me considero empresario y voy a seguir estudiando pero siempre estaré dispuesto a hacer lo que pueda para ayudar a los jóvenes de mi barrio. Me gusta escuchar a la gente y ayudar en lo que pueda.
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