Estragos de la pandemia de covid-19
El Centro de Sevilla, en liquidación por cierre
Calles comerciales como San Eloy, Francos o Cuna pierden un tercio de sus negocios y caen otros señeros en calles como Tetuán por la pandemia

Los tres meses de confinamiento, unidos a la pérdida del turismo han provocado una grave sangría de negocios en las vías más comerciales del Centro de Sevilla. No hay calle que escape a los cierres, ni siquiera Tetuán, la más demandada, donde la marca ... Cortefiel ha dejado libre su local de varias plantas tras quince años de ocupación . Varios de los trabajadores de este establecimiento han sido trasladado a Lagoh , mientras la compañía mantiene la incógnita sobre si mantendrá la ubicación o renunciará a ella definitivamente. «Ha sido una sorpresa, vimos que no abría y las empleadas nos dijeron que se marchaba», comenta a ABC la propietaria de una tienda vecina. Y no es la única clausura.
El paseo por este núcleo comercial, el más importante de la ciudad, nada tiene que ver con la época anterior a la pandemia. La ausencia de viajeros ha vaciado comercios y restaurantes sin que el público local pueda absorber esa carencia. Los residentes se refugian en sus barrios y reducen en lo posible gastos y desplazamientos por el miedo al contagio y los primeros síntomas de la crisis económica. El recorrido empieza justo en la Plaza Nueva, donde se han paralizado proyectos que estaban en marcha vinculados a la hostelería y a los servicios para turistas. En el avance hacia la Campana a través de Tetuán, lo primero que llama la atención es el abandono de la tienda Cortefiel. El resto de la oferta comercial sigue abierta, pero con una demanda mínima «más propia de otras épocas que del mes fuerte de rebajas» , admite la dependienta de una joyería que cerrará con pérdidas la temporada.

El camino a la inversa a través de Sierpes desvela una situación más pesimista con la pérdida de pequeños negocios como una peluquería de caballeros y una tienda de complementos que apenas llevaba un par de años abierta. También se ha marchado la firma Calzedonia del local que ocupaba en la esquina con la Campana. Así como el primer negocio de Decathlon City que estaba al inicio de la calle Rioja. En el segundo tramo de esta vía otro establecimiento de ropa y complementos, Square , luce el cartel de «liquidación por cierre».
Desiertas siguen las galerías que unen estas calles por el interior de los edificios. Aquella iniciativa de los noventa que pretendía imitar la estética de los centros comerciales nunca tuvo la aceptación esperada y la crisis de 2008 terminó certificando su muerte. Hoy apenas sobreviven algunos negocios de moda «outlet» o de servicios, pero la mayor parte de los locales siguen vacíos.
San Eloy, la más castigada
El recorrido continúa a través de la plaza de la Magdalena y la imponente obra del futuro hotel Radisson hasta llegar a San Eloy, que es una de las más castigadas por la fuga de comercios. Una decena de ellos ha echado el cierre, aunque no todos han sido víctimas de coronavirus. Un par de ellos lo hicieron tras la pasada campaña de Navidad, el resto sí ha sido durante el confinamiento.
De una punta a la otra se han vaciado locales de pequeña y gran superficie como el de la cadena Dayaday y o el de la tienda de decoración Mingo. También han caído otras de souvenirs y de impresión de camisetas e imanes. Con el cartel de liquidación está ya el negocio de moda de Rosario Carmona, que tampoco ha podido aguantar. La dependienta colocaba ayer nuevas promociones para animar a las ventas a fin de darle salida cuanto antes a la mercancía. Justo enfrente lo único que recuerda que allí estuvo la camisería Pura Kasta es un vinilo olvidado, el local ya tiene el rótulo de «se alquila».

El eje Encarnación-Alfalfa sufre la crisis con la misma intensidad. Llamativa es la estampa de la calle Cuna, donde hay al menos siete locales cerrados, entre ellos dos de trajes de novio y de invitadas. La cancelación de bodas por el riesgo de contagio ha sido un auténtico mazazo para este segmento, que se concentra en esta parte de la ciudad. Las grandes cadenas distribuidoras como Rosa Clará y Pronovias mantienen sus establecimientos abiertos, a pesar de que la temporada de enlaces está totalmente arruinada. Sin embargo, las de menor tamaño han optado por seguir cerradas a la espera de un otoño más amable o simplemente no volverán a abrir.
Más resistencia tiene Puente y Pellón, donde apenas hay vacíos un par de locales. El resto ha decidido soportar a pulmón estos días de escasa demanda, que apenas se animan con las rebajas. La siguiente parada es la plaza del Salvador , donde las pequeñas tabernas preparan con mimo sus veladores. Sin embargo, hay negocios que no levantarán la persiana, como el de patatas fritas, cercano a la esquina con Entercárceles. También ha desmontado la cartelería y ha limpiado el local la empresa Sabores de Sevilla, que vendía bocadillos y bebidas para turistas.
La hostelería de este entorno sufre como ninguno la falta de visitantes. El 90 por ciento de los negocios cercanos a la Catedral y el Alcázar ha aplazado la apertura, calcula Antonio Luque , presidente de la patronal y propietario de un hotel y un bar en Argote de Molina. Él es uno de los pocos que ha vuelto a la actividad. «Soportamos a pulso esta temporada, a la espera de que empiecen a llegar turistas. Sin eso, hay pocas posibilidades de sobrevivir. Aquí no hay público suficiente para que todos coman como sucede en otros barrios», admite sin reservas. Como ejemplo pone los casos de las calles Alemanes y Mateos Gago, donde apenas hay uno o dos negocios abiertos.
La pandemia se ha llevado por delante dos de los cuatro restaurantes de la plaza de San Francisco, cuyos propietarios van a traspasar, así como una cervecería en Chapineros y una tienda de quesos gourmet en Chicarreros , ambos orientados a turistas, pero la mayor sangría en esta parte está en la calle Francos, que en su día fue la principal arteria comercial de Sevilla . Cuatro locales han echado el cierre definitivo y otros cuatro permanecen inactivos a la espera del otoño. Entre ellos hay una tienda de alimentación que abrió justo al inicio de la anterior crisis, pero no ha podido resistir ésta. Por el camino se queda también una empresa de organización de excursiones que tenían un pequeño punto de venta, así como tiendas de regalos y de recuerdos.
Con la persiana bajada sigue en Francos la cafetería Casa Ruiz , uno de los pocos establecimientos que todavía recibe más público local que turístico. Sus propietarios han decidido prolongar este cierre que comenzó con la pandemia hasta que termine el verano, a pesar de la demanda de los clientes que siguen a la espera de su regreso. Otros como la cadena Robles ha abierto los locales que tiene en propiedad y mantiene clausurados los de alquiler, todos en el entorno de la Catedral, donde la afluencia de turismo es mínima. Esa estrategia también la han seguido algunos hoteles, que concentran su oferta en uno de los establecimientos a la espera de que crezca la demanda en la temporada de otoño.
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