Sociedad
El chabolismo se mantiene en Sevilla pese a la erradicación inminente de El Vacie
Un puñado de asentamientos de infraviviendas se consolidan en la capital andaluza. El entorno del canal de Alfonso XIII, foco para nuevas instalaciones marginales
Si las previsiones son correctas y el trabajo se desarrolla tal y como se está realizando hasta ahora, en unos meses el asentamiento chabolista de El Vacie podría pasar a ser historia de Sevilla una vez se derriben las últimas infraviviendas que allí ... quedan. Se culminará así un efectivo trabajo que viene llevando al cabo el actual equipo de gobierno local de Juan Espadas , que en esta faceta ha optado en los últimos años por mantener un perfil bajo, de labor silenciosa y lejos de la disputa partidista y los focos mediáticos que ha tenido muy buenos resultados. Tantos que se espera que antes de que el actual mandato acabe se logre erradicar por completo el asentamiento más antiguo de España y tener realojadas a las familias que allí quedan.
El Vacie ha sido todos estos años el centro de atención en materia de infravivienda o chabolismo en la capital andaluza y su final requiere de un reconocimiento específico a estos años de trabajo sordo con esas familias. Pero no va a suponer, aunque lo parezca, el final del chabolismo en la ciudad. En otra dimensión, lógicamente, pero en Sevilla siguen quedando chabolas o pequeños núcleos de infravivienda ante los que el Ayuntamiento deberá poner el foco para poder decir que la ciudad no tiene a ninguna familia viviendo en esas malas condiciones. De hecho, empiezan a proliferar en el entorno del río y en algún otro punto de la periferia pequeños grupos de chozos y chabolas que empiezan a consolidarse. La delegación de Bienestar Social del socialista Juan Manuel Flores, así como la empresa municipal de la vivienda, Emvisesa, tienen aún algunas cuestiones pendientes con esos núcleos donde aún quedan barracas.
En ese mismo distrito Norte donde aún se mantiene El Vacie, pero ya dentro del propio núcleo urbano que conforma la barriada de San Jerónimo , por ejemplo, perduran una decena de chabolas en una calle que pasa inadvertida a los ojos de muchos ciudadanos al encontrarse dentro del complejo del monasterio que da nombre al barrio. En la calle Cataluña , de arena y oculta por la puerta con tapia que da acceso desde la calle Marruecos al centro cívico y las instalaciones municipales que hay en el monumento, varias familias siguen viviendo en esos chozos que tienen como pared trasera la propia tapia sur del cementerio de los Ingleses. Entre el pequeño y desvencijado camposanto anglicano y el monasterio, esa calle Cataluña es un foco de chabolismo sin paliativos, embarrado cuando hay lluvia y con viviendas hechas a base de chapas, lonas y algún murete de ladrillo.
Desde el Ayuntamiento se ha barajado la opción de adecentar esa calle para conectar Marruecos con José Galán Merino, la que bordea el Guadalquivir junto al propio parque, o bien incluirla en un plan global de reforma del monasterio, pero de momento no se ha realizado movimiento alguno y la imagen que sigue presentando este lugar es deplorable a pesar de tratarse de un entorno monumental. Eso, quizás, le añade mayor trascendencia al hecho en sí y a la pasividad de las autoridades para dar una solución a este foco chabolista. En esta calle se produjo un crimen relacionado con el propio vecindario en diciembre de 2019, cuando un hombre mató a otro de una puñalada supuestamente por un asunto de celos.
En una barriada mucho más deprimida que San Jerónimo se ubica desde hace lustros otro núcleo de infraviviendas. En este caso, en el barrio más pobre de España, el Polígono Sur, donde tampoco la situación de higiene, salubridad y estado de algunos bloques de pisos puede calificarse como normal. Pero en este caso es aún peor. En la calle Reina de los Ángeles , a la vista de la avenida de la Paz –un acceso principal de la ciudad desde el sureste-- y junto al centro de salud y el pabellón polideportivo, una estrecha pastilla de terreno alberga una veintena de chabolas de chapa en pésimas condiciones para las familias que allí residen, muchas de ellas con menores a su cargo. El asentamiento lleva allí desde 1991 , cuando el propio Ayuntamiento instaló esos ‘barracones provisionales’ para alojar a familias portuguesas que venían de chabolas de Los Perdigones y de Chapina, zonas que iban a reformarse para la Expo 92. Ahora quedan 17 y con ellas están trabajando los servicios sociales tanto municipales como del Comisionado del Polígono Sur para ejecutar un plan similar al de El Vacie, con un trabajo discreto y por fases. Los inquilinos de este núcleo, eso sí, han pedido no ser realojados en las Tres Mil a cuenta de las guerras entre clanes y los temores que ha manifestado en ese sentido. Cuando se logre culminar esta labor, se pretende ampliar las instalaciones deportivas del pabellón, pero de momento la imagen de este sector es simplemente dantesca.
Dos décadas de denuncias
En un ámbito más periférico, también el barrio de Torreblanca presenta algún pequeño núcleo chabolista o con infraviviendas. De esos núcleos más dispersos a partir de la plaza del Platanero en dirección hacia la ronda SE-40 y los descampados que salpican la carretera que va a Mairena del Alcor se ha pasado a una concentración ya mayor en el entorno del polígono industrial La Cancela . Este mismo verano los empresarios de este sector, situado junto a la zona más deprimida del barrio, denunciaban la situación actual y señalaban a un asentamiento chabolista como el foco de los problemas que venían sufriendo. Los robos y actos vandálicos se suceden en un recinto privado que había empezado a funcionar a finales de la década de los ochenta, cuando ya trasladaban a las autoridades problemas de la misma índole por otros núcleos de barracas cercanos. Casi dos décadas después de aquella denuncia original, la situación no ha mejorado en absoluto y las chabolas se han multiplicado, según los empresarios afectados, quienes han acabado levantando un muro de hormigón para defenderse de los asaltos.
Algo similar ocurre en La Negrilla , la zona de Palmete más cercana a la estación de mercancías. Junto a las vías del tren y a la espalda de la gran central logística de Correos , un enorme muro separa las instalaciones de la empresa estatal de una quincena de chabolas rodeadas de kilos y kilos de escombros y desperdicios. Posiblemente sea el poblado con peor situación de todos los de Sevilla. En el mismo margen del canal de La Ranilla, en una estrecha franja colmada de inmundicia, perdura desde hace varios años con algunas familias que sobreviven con la recogida de contenedores y la venta de chatarra y que mantienen unas condiciones de vida radicalmente insalubres. Desde el vecindario más cercano, el de La Negrilla y La Doctora pero también el de Padre Pío y el del Palmete, han protestado en diversas ocasiones por este foco de insalubridad, denuncias a las que se sumó el PP el pasado verano con una visita que realizó al lugar criticando la pasividad de las administraciones ante este asentamiento. De fondo, se espera desde hace años que se ejecute un proyecto que cubra el canal en ese tramo más urbano y lo convierta en un bulevar, pero de momento no hay atisbo de respuesta a esta reclamación ciudadana.
En otros puntos de la ciudad y su entorno, además, han ido apareciendo nuevos núcleos con chabolas que, de no ponerle remedio, pueden empezar a crecer como antes lo hicieron otros. Éste es un fenómeno que se está produciendo en el entorno del río y, muy especialmente, en el del canal de Alfonso XIII, tanto en el Charco de la Pava como en la Vega de Triana . En las últimas semanas, de hecho, en el espacio donde suele instalarse el Circo del Sol se han ido montando varios chozos aprovechando la existencia de una carpa que allí se dispuso para un evento que finalmente no se celebró. Nadie la retiró y ahora ha sido aprovechada para un pequeño asentamiento. Y si se cruza ese puente de la avenida Expo 92 hacia la A-49, al otro lado del Guadalquivir también empieza a crecer otro núcleo de chabolas resguardadas por el arbolado o los bajos de la propia autovía. Se trata de una continuidad de los asentamientos que se han ido montando de manera esporádica tanto en la vieja bancada de la Expo (más al norte de ese tramo fluvial) como en los bajos de los puentes Juan Carlos I y Reina Sofía (al sur), donde históricamente se han levantado este tipo de infraviviendas.
El más nuevo y sorprendente de estos pequeños asentamientos es el que se ha ido generando en los últimos meses en una de las isletas con vegetación del Nudo de la Gota de Leche , en enlace entre la SE-30 y la A-4, la salida hacia Córdoba y Madrid. Al final de la avenida Kansas City, un grupo de personas de origen rumano ha ido colocando diversos enseres en ese espacio oculto por los arbustos en pleno cruce de carreteras, donde se acumula la basura de forma ya ostensible. El Ayuntamiento fue alertado hace semanas de este hecho, pero delegó el tema en Demarcación de Carreteras, esto es, a la Administración central, al encontrarse este núcleo «fuera del casco urbano» sevillano. Estas personas duermen allí entre chapas, lonas y cartones, piden o buscan chatarra en esa zona de la ciudad, básicamente en Santa Clara –donde llenan de desperdicios los alrededores de los contenedores al vaciarlos a diario--, y están generando un evidente peligro por su permanente movimiento cruzando carreteras enormemente transitadas.
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