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Primera vuelta al mundo

Las desventuras de la Nao Trinidad en el viaje de Magallanes-Elcano alrededor del mundo

Esta travesía es una de las más duras de la historia de la mar y roza lo increíble

La Nao Victoria,, con la Trinidad al fondo, en un cuadro de Ferrer Dalmau ABC

Ignacio Fernández Vial

Con esta crónica vamos a iniciar una serie de tres artículos en los que daremos a conocer la increíble aventura de la nao Trinidad y de todos sus tripulantes en su intento de realizar el tornaviaje por el Pacífico desde las islas Molucas . Es difícil encontrar una publicación en el que se analice en profundidad, y por supuesto apoyada siempre en fuentes documentales, lo que le sucedió a Gonzalo Gómez de Espinosa, las inmensas dificultades meteorológicas que tuvo que enfrentar y que fue superando, no sin tener que pagar un altísimo costo con graves daños en su nao y con un triste goteo de pérdidas de hombres.

Al regresar de nuevo a las Molucas a bordo de la Trinidad, los pocos hombres que quedaban aún con vida, pero que se encontraban en un estado lamentable, fueron apresados por los portugueses. A partir de este momento sus vidas se convierten en una pesadilla , sufrieron un sinfín de penalidades, fueron convertidos en esclavos, encerrados en mazmorras, mal alimentados y siempre humillados , y acabaron con la vida de la mayoría de ellos. Qué injusta ha sido la historia con esta travesía, que se puede considerar como una de las más duras vividas en la mar. No podemos extendernos en dar detalles de todo de lo acaecido por falta de espacio, pero todo roza lo increíble.

Cuando la Trinidad se separa en las Molucas de la Victoria y se despiden de sus compañeros, su capitán, Gonzalo Gómez de Espinosa , puso a todos sus hombres a trabajar, primero en la descarga de la Trinidad y después en la reparación de la nao, que estaba en un estado deplorable.

«La Trinidad estaba carcomida, corroída, podrida y tan agujereada por los gusanos que en italiano llaman bisas y en español broma, que por sus costados y por el fondo pasabas el agua como por una criba, por lo cual no se atrevieron a confiarse en ella a tan larga navegación hasta componerla».

Finalizadas las obras de reparaciones y después de volver a estibar en la bodega parte del clavo adquirido en las islas, construyeron en tierra un almacén para guardar en él, las mercaderías para rescate que aún les quedaban, así como las armas y los pertrechos que habían rescatado de las naos Concepción y Santiago. Quedan al cuidado de esta factoría real un despensero, encargado de hacer las funciones de escribano, un maestre y dos sobresalientes.

«La hacienda que restaba a los castellanos en Tidor era 1.125 quintales y 32 libras de cobre y 2.000 libras de azogue, y dos quintales de hierro y tres bombardas de cepo de hierro, uno es pasamuro y dos roqueiras, y 14 versos de hierro, sin ninguna cámara, y tres anclas de hierro, en que entra un fugareo y otra grande y una quebrada, nueve ballestas, 12 espingardas, 32 petos, 11 servilheiras, tres cascos, cuatro anclas, 53 barras de hierro, seis versos de hierro, dos falconetes de hierro, dos bombardas gruesas de hierro con cuatro cámaras y 1.275 quintales de clavo».

Ginés de Mafra escribe sobre los motivos que decidieron a Gómez de Espinosa regresar a tierras españolas navegando hacia levante, o lo que es lo mismo, volver a cruzar el inmenso océano Pacífico, pero esta vez en sentido contrario.

« Que hallaron por la redondez del mundo y la altura del Sol, que de los Malucos a la tierra-firme de las Indias de Castilla, que era lo de Panamá, no había más de dos mil leguas ; y que, si los tiempos les ayudaban, que era camino corto, y el mejor viaje que podían hacer, conforme al deseo del Rey».

La Trinidad se dispone a comenzar su gran aventura. «Repararon la nave y tomaron carga en cuatro meses dieciséis días, y partiendo a seis de abril del año 1522, siguieron su derrota para la tierra firme de las Antillas, vía del estrecho por donde habían salido, navegando luego al Norte hasta salir de dichas islas de Ternate y Timor».

Después de despedirse del rey Almanzor, la Trinidad parte de Tidore, llevando a bordo cincuenta y cuatro hombres. Van en demanda de Bodale, que es tierra del rey de Timor que había ordenado a sus súbditos «que les enviasen de todo siempre que lo pagase, y allí tomaron puercos y cabras y gallinas, y coco y haba. Permanecieron en el dicho puerto ocho o nueve días».

Finalizadas estas faenas, Gonzalo Gómez de Espinosa reúne a todos sus hombres para deliberar sobre la derrota a seguir, para retornar al continente americano . Les dice que no hay más de 2.000 leguas, pero eso sí, les especifica que en un principio se iban a ver obligados navegar con la proa al NE para intentar conseguir llegar a aquellas latitudes donde previsiblemente les iban a soplar los vientos del O, que les llevarían al continente americano. El piloto les añade que él estaba convencido de que en estos mares el régimen de vientos tendría que ser similar a los alisios del Atlántico , donde dominan en el sur los vientos provenientes de levante, y en el norte, encima de las Azores, por esta época soplan de poniente. No les oculta que esta ruta podría estar cargada de dificultades. Todos los tripulantes, hombres de mar endurecidos tras dejar por detrás miles de millas navegadas, eran conscientes de lo duro que podría ser el regreso, pero a pesar de ello no dudan en decirles que adelante con el proyecto.

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