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Entrevista

Emilio Carrizosa: «Las matemáticas van a acabar con el hambre en el mundo»

El catedrático sevillano, que destaca sus aplicaciones en la industria agropecuaria y gestión de cosechas, cree que los algoritmos y modelos matemáticos acabarán implantándose en casi todas las actividades profesionales

Emilio Carrizosa, director del Instituto de Matemáticas de la Universidad de Sevilla Juan José Úbeda

Jesús Álvarez

El catedrático de Estadística e Investigación Operativa, E milio Carrizosa , dirige el Instituto de Matemáticas de la Universidad de Sevilla (IMUS), fundado en 2007 y en el que trabajan más de cien investigadores. Amante de las matemáticas, de la docencia y de la investigación, ha logrado, junto a sus antecesores, colocar al IMUS en un lugar destacado en el panorama nacional e internacional de su especialidad.

El IMUS ha recibido varios reconocimientos europeos y subvenciones a programas. ¿Cómo lo han logrado?

El Instituto de Matemáticas de la Universidad de Sevilla está participando en cuatro proyectos de la Unión Europea y uno de sus miembros ha logrado una beca de un millón de euros del Consejo Europeo de Investigaciones . Lo hemos conseguido con mucha paciencia, esfuerzo y pasión, pero queda mucho por hacer.

Dice Luis Narváez, su primer director, que la universidad está «muy anticuada» con su división en departamentos.

La investigación y la ciencia son globales y competimos en todo el mundo y para eso la estructura de los departamentos universitarios es absolutamente insuficiente. Para jugar en Champions, como jugamos, hace falta infraestructura. Las matemáticas se hacían antes con una pizarra, un papel y un lápiz; ahora se necesita, además, un ordenador. Eso para ser un matemático buenecito, porque para destacar a nivel internacional necesitas invitar a profesores e investigadores para poder enterarte de los avances. También hace falta ir a los congresos internacionales.

La Universidad de Sevilla estaba en 2017 entre los puestos 400 y 500 en el ranking internacional de Shanghai, pero en Matemáticas estábamos en la 49 del mundo. ¿Esto cómo se explica?

El Instituto de Matemáticas está razonablemente situado en los rankings internacionales pero hemos bajado desde entonces. Lo que me gustaría decir es que nosotros somos excelentes pero, además, eficientes. Tenemos un presupuesto ordinario de 15.000 euros al año que logramos completar con alguna subvención de la Junta, del Estado o de la Unión Europea. El Centro Vasco de Matemática Aplicada o el Instituto de Ciencias Matemáticas de Madrid , por poner dos ejemplos, tienen presupuestos superiores al medio millón de euros. A pesar de eso, en Sevilla estamos en la Champions. No tenemos ningún Messi de las matemáticas porque con nuestro presupuesto es imposible ficharlo como lo pueden hacer, por ejemplo, los catalanes, que cuentan con fondos para pagar sueldos competitivos a nivel alemán o europeo, pero sí tenemos un buen número de investigadores en Sevilla muy bien posicionados a nivel internacional.

«En Sevilla hay excelentes matemáticos pero falta apoyo a la investigación. En algunas clases de Informática no hay ni una sola mujer»

¿Por qué hay tan buenos matemáticos en Sevilla, pese a esta escasez presupuestaria?

Porque la Universidad de Sevilla es una universidad grande. Para hacer buenos físicos nucleares necesitaríamos cierto aparataje pero para ser un buen matemático sólo hace falta tener una buena cabeza. Nuestra cantera es excelente y procuramos apoyarla, a pesar de las limitaciones económicas que tenemos en Sevilla y el resto de Andalucía. Hacemos muchas visitas a institutos para fomentar el interés por las matemáticas y captar a nuevos talentos entre niños y adolescentes . Pero mientras unos apuesten por la investigación y otros no, la brecha de nuestra comunidad respecto a otras será cada vez mayor.

Francisco Gancedo consiguió la Starting Grant, la beca del millón de euros. E Isabel Fernández Delgado, secretaria del Instituto de Matemáticas que usted dirige, se convirtió en la primera española que dio una conferencia en el Congreso Mundial de Matemáticas.

Paco Gancedo e Isabel Fernández han constituido dos grandes hitos internacionales de nuestro centro. Destacaría también a nuestras colaboradoras Vanessa Guerrero y Marithania Silverio , galardonadas en las dos últimas ediciones con el premio Vicent Caselles (fundación BBVA) para jóvenes investigadores españoles.

Me ha citado a tres mujeres, pero en muchas carreras técnicas apenas las hay.

Es cierto y hay casos extremos como el de Informática, donde hay clases en las que no hay ni una sola mujer. El porcentaje femenino en estos estudios es del 5 por ciento, pero en Matemáticas ha mejorado mucho en los últimos años. Yo llevo mucho tiempo dando clases y cuando estoy en un examen una de las cosas que hago para no aburrirme es ponerme a contar la proporción de zurdos y mujeres. Yo soy zurdo y será por eso. El caso es que el porcentaje de zurdos en Matemáticas es del 10 por ciento y el de mujeres está entre el 40 y el 50 por ciento.

¿En qué campos trabaja el Instituto?

En transferencias, principalmente. Alberto Márquez colabora con el biólogo Luisma Escudero en el modelado de células de la piel y han salido sus trabajos en la prensa internacional. También hacemos cosas en movilidad sostenible y energías limpias. Hemos hecho proyectos con empresas alemanas en gestión de plantas solares; también hemos participado en el cableado de barcos o en aplicaciones para el transporte de paquetería, el llamado «reparto de la última milla» de la manera más rápida y eficiente. Aunque para algunas de estas aplicaciones necesitamos ordenadores más potentes.

¿Hasta dónde pueden llegar las Matemáticas?

El 14 de marzo la Unión Matemática Internacional celebra el llamado «Día Pi», por lo del 3-14... en inglés. La Unesco ha declarado que a partir deal año próximo el 14 de marzo sea el Día Internacional de las Matemáticas y el lema de ese día será «las matemáticas están en todas partes». Por tanto, la respuesta a su pregunta es que pueden llegar hasta cualquier sitio.

«El algoritmo es como la plasmación en el ordenador de una receta de cocina y muchas actividades dependen actualmente de uno»

¿El algoritmo de Google es una de las aplicaciones matemáticas más relevantes de este siglo?

El algoritmo de Google marca nuestras vidas pero es sencillo y creo que se lo explicamos a los alumnos de segundo curso. Si queremos algoritmos más complejos, tendríamos que hablar del sistema de recomendación de canciones de Spotify , en el que se trata de predecir a la vista de las canciones que ha escuchado un usuario, cuáles son las canciones que no ha escuchado y que le gustaría escuchar. Ahí no es tan fácil meter la matemática pero hay aplicaciones que lo consiguen. Un algoritmo sirve para muchas cosas más: orientar los espejos de las plantas fotovoltaicas para aprovechar mejor la energía del sol, o detectar fraudes en el uso de tarjetas de crédito, por no hablar del Internet de las cosas. El éxito de ellas y de las TIC se debe a que se consiguen matematizar un montón de fenómenos de este tipo.

¿Los algoritmos valen para todo?

El algoritmo es como una receta de cocina, pero no la que te da un amigo al que se le pasará algún ingrediente sino la que se publica en un libro. El algoritmo es la plasmación en el ordenador de esa receta . Hace cinco años me quedé muy sorprendido con un análisis de la ruta que hacía un consumidor en un gran centro comercial. Antes se hacía mirando las ventas cambiando de sitio los productos cada semana, pero ahora se puede ver la ruta íntegra de cada persona e n un establecimiento gracias a las cámaras , los datos de los móviles o de los relojes inteligentes de los usuarios.

Los periodistas tenemos que seducir al algoritmo de Google para que nuestros reportajes, crónicas o entrevistas se posicionen bien en el buscador.

Muchas actividades dependen actualmente de un algoritmo y acabarán haciéndolo casi todas . Pero insisto en que el algoritmo es una receta; si te dice que le hace falta sal, tienes que echarle sal.

¿Hay algoritmos o aplicaciones matemáticas que permitan detectar enfermedades?

Tenemos proyectos exitosos sobre diagnóstico de cáncer de colon. Recibimos unos datos sobre potenciales marcadores tumorales y el reto es saber identificar quiénes están sanos, sólo tienen un pólipo o realmente un tumor cancerígeno . Lo que hacemos es identificar los buenos marcadores e intentar construir a partir de ellos una fórmula que nos permita si esa persona tiene cáncer o no.

¿La personalización de las terapias médicas necesitará de muchas matemáticas?

Sin duda, porque la cantidad de datos que se tienen que manejar es muy superior a lo que un profesional médico puede controlar por sus propios medios. En las dosis específicas de los medicamentos que deben administrarse a cada enfermo también se utilizarán complejos modelos matemáticos. Cuando mis hijos eran pequeños, el pediatra me preguntaba por su peso para ver la dosis de ibuprofeno o paracetamol que debía administrarles. Ese es un caso sencillito de medicina personalizada. Ahora podemos tener en cuenta el género, la edad, el índice de masa corporal y otras muchas variables fisiológicas. Será mucho más preciso tanto la dosis como el tiempo de cada toma. Para eso se tomarán en cuenta muchísimos datos de enfermos, historiales médicos, etcétera.

¿Esa es la parte buena de los «big data»?

Los «big data» nos ayudarán mucho en medicina personalizada . Pero también nos pueden servir, por ejemplo, para indicar el camino más corto y más rápido de un lugar a otro. No sólo el más rápido sino el más eficiente y sostenible, de modo que se reduzcan las emisiones de CO2 a la atmósfera. También servirán para elaborar las rutas de autobuses públicos o para poder crear energía en el momento justo y en la medida en que se va a consumir. Todo esto puede ayudar a construir un mundo más verde y sostenible.

«En Huelva se está produciendo una auténtica revolución con el uso de «big data» en la gestión de las cosechas de los frutos rojos»

Los «big data» empiezan a aplicarse a la agricultura y a la industria agropecuaria.

La gestión eficiente de las cosechas no es nada nuevo pero va a ir a más. He trabajado con matemáticos de América Latina para averiguar los tipos de cultivo más adecuados a un clima y un suelo determinado. En Huelva se está produciendo una auténtica revolución con los frutos rojos : fresas, arándanos, etcétera. Una cooperativa que quiera negociar con una cadena de supermercados alemanes un día concreto en el que va a poner en el mercado no se cuántas toneladas de fresas tiene que saber en qué momento va a recoger la fruta para saber qué producción podrás poner ese día exacto en el mercado alemán y negociar el precio . A partir de las características de la mata, se puede predecir qué día podré hacerlo. Las matemáticas van a ser cada vez más importantes en este sector y puedo decir que van a acabar con el hambre en el mundo. También serán importantes en la planificación de los recursos pesqueros para no esquilmar los bancos de pesca, como ha sucedido en el pasado. En definitiva, nos permitirán una mejor utilización de nuestros recursos.

Lo que no se puede controlar aún es la meteorología.

La predicción es cada vez más precisa y casi se puede saber ya en qué hora va a llover, aunque se seguirá avanzando y podremos dar en un futuro no muy lejano una previsión casi al minuto en el futuro. Esto será muy útil, por ejemplo, a las cofradías que salen a la calle en Semana Santa. Todo esto se rige por ecuaciones matemáticas.

Hablábamos antes de la parte buena de los «big data» y de la tecnología. Hablemos ahora de la mala.

Si tenemos un móvil o un reloj inteligente, estamos ofreciendo muchísimos datos sobre nosotros. Las compañías de telefonías saben dónde estamos en cada momento y a toda esa información se le puede sacar muchísimo partido tanto en el buen como en mal sentido. En Internet, cuando nos piden permiso para usar cookies , deberíamos saber que estamos aceptando que cualquier conflicto legal que se produzca con el uso de nuestros datos se ventilará en los tribunales de California. Esto es un mal principio. Me acuerdo a este respecto de la llamada «ley del olvido» que Google le cuesta tanto aceptar y de otras muchas cosas que hace Facebook con nuestros datos.

Dicen que cuando algo es gratis, el producto eres tú.

Eso es algo obvio. Fíjese en que las aplicaciones que necesita Facebook son costosísimas y precisan de unos ordenadores potentísimos y todo esto tiene que salir de algún lado.

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