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«La endogamia y la burocracia son males de la investigación española»

Elena Quesada, antigua alumna de la UPO, es vicepresidenta de la asociación Científicos Retornados a España (CRE)

Elena Quesada ABC

P. GARCÍA

El caso de la sevillana Elena Quesada puede servir para ilustrar la experiencia de esos investigadores españoles que, tras completar su formación o trabajar en el extranjero, deciden regresar a nuestro país para poner en práctica lo que han aprendido fuera. Porque «no siempre se produce una fuga de cerebros, también existe un enriquecimiento de cerebros», asevera esta antigua alumna de la Pablo de Olavide (UPO), universidad en la que cursó la licenciatura en Ciencias Ambientales , y que ahora trabaja desde la asociación a la que pertenece para mejorar el sistema de I+D en España.

Tras su estancia como Erasmus en Hamburgo, un contrato de trabajo en el Laboratorio Europeo de Biología Molecular y la realización de su tesis doctoral sobre Biología del Desarrollo en un instituto Max Planck en Dresden, la vuelta de Elena Quesada a Sevilla se produjo de manera casual. «Mi intención era venir a casa para descansar unos meses tras la recta final de mi tesis para irme de nuevo a otro país europeo. Pero pude apreciar —relata— que Sevilla había cambiado y también mi percepción sobre la ciudad. Encontré trabajo en una empresa privada de biotecnología, en la que he estado hasta hace mes y medio, y actualmente me hallo buscando nuevas oportunidades en otros campos».

«Los investigadores echan más horas en gestionar y rellenar papeles que en hacer su trabajo»

Fue en esa vuelta a su tierra natal cuando pudo comprobar en primera persona las grandes diferencias existentes entre la forma de investigar en una institución pública alemana y, en su caso, una pyme andaluza. «En cuestión de medios la distancia entre ambos países es fundamental, aparte de que en España los investigadores acusan una alta endogamia mientras que en Alemania, en la sociedad Max Planck, tienen cánones muy estrictos sobre el tiempo de permanencia de un científico en un centro, aparte de que se fomenta mucho la interdisciplinariedad y la interacción entre gente que hace cosas muy distintas, lo que contribuye a enriquecer el resultado final de tu trabajo».

Esta científica de 32 años apunta también otro hándicap que, en su opinión, hace mella en nuestro país: «El sistema está muy burocratizado, los investigadores echan más horas en gestionar y rellenar papeles que en hacer su trabajo», sentencia. Pese a todo, está convencida de la necesidad de hacer frente a todas estas trabas y de que «es posible cambiar», teniendo en cuenta también la experiencia adquirida por numerosos españoles en el extranjero. Este es, precisamente, uno de los propósitos que alienta la labor de la asociación Científicos Retornados a España (CRE) , red profesional creada por un grupo de jóvenes investigadores en 2014 y de la que Elena Quesada es vicepresidenta.

La asociación

CRE cuenta en la actualidad con casi un centenar de miembros y más de un millar de seguidores en las redes sociales. Ayudar a sustituir viejos modelos científicos que esta asociación considera «desgastados y poco funcionales, como la insuficiente financiación del I+D o la endogamia académica española, por otros más eficientes, justos y competitivos a nivel mundial», son algunos de sus principales objetivos. Para contribuir a su consecución, el colectivo ha centrado su actividad en cuatro áreas concretas, comenzando por trabajar la red de contactos o lo que también se conoce como networking. «Hemos de saber quiénes somos, cuántos y en qué condiciones regresamos», comenta Elena Quesada, quien alude en este sentido a la elaboración de un informe que próximamente verá la luz.

Servir de órgano consultivo y promover la formación continuada son otras de las finalidades de CRE. Sobre este último aspecto, su vicepresidenta hace hincapié en la importancia de «devolver a la sociedad parte de lo que ésta nos ha dado», porque si algo tiene claro es que en España, pese a la escasez de medios y «los males de la endogamia y la burocracia», « se hace muy buena Ciencia y de alto nivel. Nuestros científicos son muy cotizados en el extranjero, pues fuera reconocen que tenemos muy buena formación. Por eso pensamos que cuánta mejor Ciencia podría hacerse si se regulara mediante ley un porcentaje fijo del PIB destinado a tal fin. Eso contribuiría además a proporcionar certidumbre a nuestros investigadores».

La divulgación científica es el otro vértice de este colectivo, que valora el dar a conocer a la sociedad en general los frutos de la investigación más allá de los laboratorios y centros especializados. Proyectos como el « CREdivulga », destinado a chavales de Bachillerato y FP, son algunas propuestas en esta materia así como unas jornadas sobre alternativas profesionales para científicos que se están organizando, pues «tener un doctorado proporciona unas herramientas muy valoradas para muchos otros trabajos», concluye.

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