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El rincón de...

Fernando Martín Sanjuán: «Fuera del Centro entiendo que Sevilla tenga en la torre Pelli su desafío vertical»

Su arquitectura es el diálogo respetuoso y creativo que mantienen las restauraciones con el entorno en las que se instalan

Fernando Martín Sanjuán ABC

Félix Machuca

Ha sido galardonado con el premio Rafael Manzano de Nueva Arquitectura Tradicional, de ámbito ibérico. Nació en Écija. Y en Écija está dejando sus mejores firmas.

No es fácil ser profeta en la tierra de uno y usted parece que lo ha conseguido.

He tenido esa suerte. Mis paisanos me tienen estima y yo estoy la mar de agradecido.

Aunque más de un disgusto se ha llevado. Y pienso en lo que le hicieron a la plaza del salón.

Para mí fue un mazazo. La plaza del salón es el centro neurálgico de Écija. El ágora de la ciudad. Mi solución buscaba acercarse a su identidad histórica. El proyecto ganó el concurso, pero fue desestimado.

Usted se define como un arquitecto gremialista. ¿Se puede explicar?

Yo entiendo la arquitectura vinculada a los gremios. Siempre fue así. Yo nunca digo ese edificio lo hice yo. En todo caso lo dibujé. Un edificio lo hacen los gremios que intervienen en la obra.

Me lo imagino encantando, trabajando en los tiempos que describe Ken Follett en Los pilares de la tierra.

Me gusta la cercanía a pie de obra con los oficios. Pero no creo que me gustara mucho dar ese salto a la Edad Media.

Las nuevas catedrales son los bancos y las entidades financieras. ¿Conoce alguna que, arquitectónicamente, pueda compararse estéticamente con la de Burgos?

Ninguna. La arquitectura es la suma de lo firme, lo bello y lo útil. Una catedral gótica conjuga todo eso. Desafortunadamente no conozco ningún edificio en Wall Street que reúna la triada de Vitrubio.

Usted es un caso curioso de vocación temprana. Desde pequeñito, disfrutando en la fábrica de su abuelo, que era constructor, le encantaba jugar con la arena.

Y también me encantaba subir a dar portes con el carrero. Y hacer losas hidráulicas. Desde pequeño fui consciente que quería ser arquitecto.

¿Lo de la arquitectura sostenible es la arquitectura que no se cae a los tres días de hecha?

(Risas) El término sostenible está muy inflado. La arquitectura tradicional contiene pautas de sostenibilidad en su concepción. Hay cortijos con ventanas muy pequeñas y, sin embargo, el grosor de sus muros permite hacer derrames que multiplica la luz del interior.

Hay un edificio en Écija que es ejemplo de sostenibilidad y no tienen ni una fibra sintética. Me refiero al Palacio de Benamejí, mueso municipal, con cuatro usos distintos desde el dieciocho hasta hoy.

Ese edificio, y disculpe mi inmodestia, lo restauré yo y hoy es BIC. Benamejí es un edificio del siglo XVIII y nos demuestra que la sostenibilidad es una cuestión de uso. Se cae lo que no se usa.

La primera década del XXI en Sevilla ha alentado dos debates arquitectónicos: el de las Setas y el de la Torre Pelli. Vamos primero por Las Setas ¿son venenosas?

Para mí sí. Y sobre todo son extemporáneas, están fuera de contexto, no están en su sitio. Y me da el pálpito que, presupuestariamente, ha debido ser un despilfarro.

¿Y la torre Pelli fue un debate más político que arquitectónico?

Al contrario de las Setas, la torre Pelli, no me molesta. Una ciudad del siglo XXI, lejos de su casco histórico, entiendo que tenga ese desafío vertical. No me chirría en su skyline.

La comisaría de policía de la Alameda ¿es un diálogo imposible con su entorno o una bronca de mal gusto?

Es el típico edificio caja y responde a los mandamientos del movimiento moderno de la arquitectura. Evidentemente no dialoga con la Alameda. Tampoco con la arquitectura ni el espacio del paseo. Le chilla.

Tampoco la reforma fue un dechado de buen gusto…

Padeció una intervención del espacio público a la moda europea. Caducó antes de nacer. Lo único salvable son las columnas del principio y del final. Y ya estaban allí antes de la intervención.

El modelo de las plazas duras, cementeras y sin sombras, sigue vigente en Sevilla…

Hay que distinguir entre plazas y jardines. La plaza es en esencia un espacio vacío. En función del lugar geográfico donde se encuentre será necesario la sombra arbórea o el sol directo. Pero jamás las pérgolas de diseño ni los ridículos chorritos de la actual Alameda.

¿Usted qué clase de arquitecto se considera?

Decía Unamuno que había tres clases de zapatero: los que hacían zapatos para hacerse famosos; los que lo hacían para ganar dinero y los que lo hacían para que los pies fueran felices. Solo estos últimos serían recordados por sus clientes. Yo soy un arquitecto que quiere hacer felices a sus clientes.

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